La situación es frecuente: estamos en un lugar público y nuestro pequeño no para de llorar. Intentamos calmarlo con palabras pero estas no funcionan, así que sin pensarlo dos veces, sacamos del bolsillo un smartphone, y contentamos al niño con un capítulo de su serie de dibujos animados favorita. Este gesto tan habitual esconde peligros que pueden complicarnos el ya de por sí difícil camino de la educación.
Por qué no debemos calmar una rabieta con una tablet o smartphone
- Hacer Familia
- 30 de mayo de 2016
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