El día significa actividad, la noche descanso. Tras toda una jornada repleta de cosas por hacer, el cuerpo precisa desconexión y para ello nada mejor que dormir las horas recomendadas por los especialistas. En esta misión tiene una gran importancia la melatonina, hormona producida en nuestro organismo durante la fase oscura del día.
La función es facilitar que la persona pueda dormir regulando el ritmo sueño-vigilia. Su presencia en la sangre varía durante el día, siendo mayor durante la fase oscura de la jornada, y menor durante la fase de luz, creando así el ritmo circadiano que se consolida a partir de los 5 o 6 meses de vida. En aquellos menores con problemas de sueño también puede optarse por suministrar melatonina de forma externa, práctica para la que la Asociación Española de Pediatría, AEP, da los siguientes consejos.
Cuándo suministrar melatonina
Los expertos de AEP recomiendan suministrar melatonina a los más pequeños para facilitar el inicio del descanso cuando se vea dificultado por alteración del ritmo sueño-vigilia. Su aplicación siempre deber estar indicada por un pediatra o un médico especialista en sueño para controlar su uso en cuanto a dosis, indicaciones y duración del tratamiento.
Se desaconseja su utilización en niños menores de 6 meses. A partir de esta edad, se ha demostrado su eficacia como regulador del ritmo vigilia-sueño, es decir el estar despierto y dormir. La cantidad de melatonina recomendada oscila de 1 a 3 mg al día. No se aconseja extender el tratamiento más allá de 4 semanas en lactantes. En hijos mayores se puede usar durante más tiempo siempre bajo recomendación del especialista.
Por otro lado desde AEP se aconseja no suministrar únicamente melatonina. El tratamiento con esta hormona debe estar acompañado de otras prácticas de higiene de sueño. La finalidad debe ser la de crear rutinas de descanso saludables en los más pequeños de la casa.
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Higiene de sueño
Si bien la melatonina puede ayudar a solucionar problemas de descanso y permitir que el niño duerma las horas necesarias, los padres también pueden apostar por introducir una buena higiene de sueño a través de varias prácticas. Estos son algunos consejos para conseguir esta finalidad:
– No tomar sustancias excitantes durante la tarde o al final del día. Bebidas azucaradas o con un componente de cafeína deben reducirse al máximo, la mejor opción siempre es el agua.
– Cena ligera y completa. Una cena copiosa se suele traducir en una digestión larga y en problemas para conciliar el sueño, quedarse corto hará que la sensación de apetito aparezca a mitad de la noche. Encontrar el punto intermedio es la clave.
– Realizar ejercicio durante el día. Las prácticas deportivas aseguran una sensación de cansancio al final de la jornada, eso sí, hay que evitarlas en las últimas horas del día ya que significaría la activación del organismo.
– Nada de siestas prolongadas. Media hora es más que suficiente para la siesta. Tampoco se recomienda dormir la siesta durante la tarde-noche.
– Mantener horarios de sueño regulares e irse a la cama a la misma hora. En caso de que haya algún problema para conseguir dormir, lo recomendado es ir a otra habitación y realizar una actividad relajante como leer. En el caso de los padres pueden acompañar a sus hijos y contarles una historia.
– Nada de estimulantes en el cuarto. Televisores, videoconsolas, ordenadores, todo aparato que pueda activar la mente del niño debe ser restringido.
Damián Montero
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