A ningún padre le gusta que su hijo lo pase mal. Cualquier dolencia en los más pequeños preocupa a los progenitores. Pero el primer paso para poner remedio a la situación es reconocer hasta qué punto es grave. Por este motivo hay tener en cuenta varios factores como el umbral del dolor de los niños.
Tal y como indican dese la Asociación Española de Pediatría, AEP, durante mucho tiempo, no se le ha dado al dolor la relevancia y consideración que debiera tener. La gravedad de muchas enfermedades viene determinada, entre otros factores, por la este umbral. La estimación de la intensidad de estas sensaciones es importante tanto para el paciente como para el médico.
Cómo valorar el umbral del dolor
AEP define el dolor como una experiencia sensitiva y emocional desagradable asociada a una lesión de una zona del cuerpo. El dolor es una de las causas más frecuentes de sufrimiento en los niños que padecen alguna enfermedad, aunque esta sea leve. Determinar el umbral en los niños no es fácil, en especial en los más pequeños, ya que su percepción puede estar influenciada por muchos factores y a la vez la comunicación con ellos no es sencilla.
Cuando un niño siente dolor, suele cambiar su comportamiento y esto ofrece pistas, en especial en niños menores de 7 años, ya que no son capaces de comunicar de forma adecuada esta sensación. Algunas conductas que nos pueden indicar que un niño siente dolor son: llanto o quejido inexplicado, menor actividad, rechazo del alimento, búsqueda de contacto con los padres más de lo habitual, que se lleve de forma repetida la mano hacia alguna parte de su cuerpo, la sujete, o que el niño evite rozar una parte de su cuerpo con ninguna otra cosa.
También es importante tener en cuenta cómo repercute una situación difícil en su actividad habitual, como jugar en el parque o en casa, hacer deporte, ir al colegio, etc. Según la edad, el tipo de dolor y la situación, los profesionales sanitarios utilizan diferentes escalas compuestas por colores, números o dibujos para intentar cuantificar la intensidad del dolor. Elegir cuál utilizar no es tan importante como saber aplicarla. Existen dos tipos de escalas que se utilizan según la edad del paciente: subjetivas y objetivas.
Escala objetiva
Se valora el umbral del dolor mediante las actitudes y el comportamiento de los niños:
– Cara:
Nivel 0. Ninguna expresión particular, sin sonrisa, desinteresado.
Nivel 1. Mueca ocasional o frunce el ceño. Reservado.
Nivel 2. Frunce el ceño frecuentemente o de manera constante, mandíbula apretada, barbilla temblorosa.
– Piernas:
Nivel 0. Posición normal o relajada.
Nivel 1. Intranquilas, inquietas, tensas.
Nivel 2. Da patadas, baja y sube las piernas.
– Actividad:
Nivel 0. Acostado tranquilo, en una posición normal, se mueve fácilmente.
Nivel 1. Se retuerce, cambia de postura, tenso.
Nivel 2. Se arquea, está rígido o se sacude.
– Llanto:
Nivel 0. No llora (ni cuando está despierto, ni cuando está dormido).
Nivel 1. Gime o lloriquea, se queja de vez en cuando.
Nivel 2. Llanto constante, chillidos o sollozos, quejas frecuentes.
– Capacidad para sentir alivio o consuelo:
Nivel 0. Contento, relajado.
Nivel 1. Se tranquiliza al tocarlo, arrullarlo o al hablarle. Se le puede distraer.
Nivel 2. Dificultad para consolarle o reconfortarle.
Escala subjetiva
Las escalas subjetivas son más fáciles de interpretar, ya que es el niño el que nos dice qué le duele, dónde, desde hace cuánto y todo eso se traduce en números, colores o dibujos. Solo se pueden utilizar en niños mayores, con capacidad para entender y expresarse mejor. Para niños mayores de 5 años se utilizan escalas con dibujos de caras que representan distintas intensidades de dolor y el niño elige el que más se parece a cómo le duele. Siendo el número 0 ningún dolor y el número 10 el mayor dolor posible.
Damián Montero
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