Un ejemplo de que cualquier hogar es una convivencia lo encontramos en la llegada de una enfermedad a casa. Cuando una afección aparece, todos los miembros de este núcleo son susceptibles de contraerla. La cercanía de un pariente con problemas de salud como un virus o un catarro, aumenta las posibilidades de contraerlo.
Un motivo más que suficiente para prevenir contraer estos problemas de salud. Algo que se puede conseguir con sencillos trucos como los que proponen desde la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria, AEPap. Consejos para mantener lejos de casa estas situaciones y poder mantener un estado de bienestar óptimo en todos los miembros que conforman estos núcleos familiares.
La importancia de la higiene
Somos seres en movimiento. A lo largo del día nuestro cuerpo pasa por multitud de situaciones y se expone a numerosos elementos, entre los que no faltan los virus y otras posibles infecciones que alteren el buen estado de salud de los miembros de un hogar. Por ello, al llegar a casa el primer paso es la higiene, en especial las manos, extremidad que está en contacto con multitud de elementos.
Desde coger un lápiz prestado, hasta pasar la mano por la barandilla de una escalera. Todas esas situaciones hacen que el cuerpo pueda contactar con un fluido o con un objeto contaminado. Por ello, AEPap recomienda el lavado de esta extremidad con agua y jabón. De hecho esta es la medida más importante y eficaz para mantener los microbios a raya.
Estos son algunos datos que demuestran la importancia del lavado de manos: esta higiene previene 1 de cada 3 diarreas y 1 de cada 5 infecciones respiratorias, como el resfriado o la gripe. AEPap propone estas situaciones para asegurar esta técnica:
– Antes, durante y después de preparar alimentos.
– Antes y después de comer.
– Antes y después de atender a alguien que está enfermo.
– Antes y después de tratar heridas o cortaduras.
– Después de usar el baño.
– Después de cambiar pañales o limpiar a un niño que haya ido al baño.
– Después de sonarse la nariz, toser o estornudar, y tras limpiar los mocos a un niño pequeño.
– Después de haber tocado animales, su alimento o sus excrementos.
– Después de tocar la basura.
También hay que cuidar esta higiene cuando un pariente está enfermo en casa, en especial en situaciones como:
– Conjuntivitis. Lavado de manos fundamental, antes y después de aplicar el colirio. No compartir utensilios de aseo.
– Diarrea. Lavado de manos fundamental después de cambio de pañal, o de lavar al niño. No compartir utensilios de mesa, ni de aseo.
– Infecciones respiratorias (catarro, gripe, bronquiolitis). Lavado de manos después de sonarse o hacer lavados nasales, toser frente a un pañuelo (no en la mano -leer ‘Rap de la tos y el codo’). Lavado de superficies, mesa, juguetes. No compartir utensilios. Minimizar el contacto con otros miembros de la familia, sobre todo los más vulnerables (niños pequeños, embarazadas, ancianos y enfermos).
– Infecciones con lesiones en la piel. Lavado de manos, no frotar las lesiones, uñas cortas y limpias, no compartir ropa de aseo.
– Enfermedades producidas por parásitos (lombrices). Lavado de manos tras usar el baño, uñas cortas y limpias, no mordérselas. Extremar higiene a la hora de manipular alimentos. Manejo adecuado de los excrementos de las mascotas.
Asegurar el bienestar
Tampoco se puede obviar el papel del sistema inmunológico en la prevención dentro del hogar. Estos son algunos consejos para fortalecer este mecanismo de defensa contra infecciones, virus y otras afecciones:
– Hacer ejercicio. Hay que mantenerse en forma y asegurar un buen en el cuerpo.
– Buena alimentación. Somos lo que comemos, sin una buena alimentación será más probable contraer enfermedades.
– Buen descanso. Asegurarse dormir las horas correctas y mantener el cuerpo descansado es otro mecanismo efectivo en la prevención de enfermedades.
Damián Montero
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