La tecnología sumada a la medicina ha aportado avances extraordinarios en todos los terrenos. Pero también puede convertirnos en unos hipocondriacos cuando vivimos esclavos vigilantes de la salud, sobre todo, ahora con la psicosis del coronavirus.
Es el extremo que denuncia un equipo de investigadores después de analizar el comportamiento de los padres ante dispositivos digitales que indican en cada momento cómo están sus hijos. Se han vuelto hipocondríacos hiperprotectores y cuentan con el aval de las cifras que reciben en su móvil ya que estos dispositivos digitales les informan si sus hijos tienen fiebre, tos o cualquer otro problema de salud que pueda alertar de una enfermedad que preoc
¿Mejoraría nuestra vida como padres si, en todo momento, supiéramos cómo están las constantes vitales de nuestros hijos? ¿Cuántos datos necesitamos, en condiciones normales, para saber que un niño está bien? Si tenemos todo un arsenal de cifras desplegadas ante nuestros ojos, ¿seremos capaces de interpretarlos si no somos pediatras? ¿Conseguiríamos controlar un ataque de nervios cada vez que las gráficas de evolución nos devolvieran cifras anómalas que no comprendemos? ¿Acabaríamos permanentemente en urgencias paralizados por el miedo a lo que no entendemos?
La salud en los dispositivos digitales
Estas son las preguntas a las que da respuesta una reciente investigación llevada a cabo por el Children’s Hospital de Filadelfia y publicada en la revista de la Asociación Médica Americana (JAMA, en sus siglas en inglés). El equipo de facultativos advierte del elevado aumento en las ventas de dispositivos que permiten monitorizar al bebé las 24 horas al día.
Se trata de pañales, calcetines, botones, pulseras y mantas que aseguran poder medir las constantes del niño y las envían a un teléfono móvil donde una aplicación se ocupará de suministrar gráficas de todo tipo a los atentos padres.
En principio podría parecer un buen sistema para vigilar la salud de los más pequeños. Incluso se puede pensar que dará tranquilidad a los padres, que estarán enterados de todo. Muchos compran este tipo de dispositivos pensando que así alejarán el fantasma de la muerte súbita, que sigue teniendo origen desconocido. Pero la conclusión que extrae el equipo del doctor Christopher Bonafide desde Filadelfia es que, al contrario, estos dispositivos pueden generar enormes niveles de estrés en los padres, con innecesarias visitas a urgencias provocadas por falsas alarmas o por datos que, si bien discordantes, tienen su explicación médica. Por ejemplo, muchos padres desconocen que los bebés pueden llegar a disminuir de manera significativa el nivel de saturación de oxígeno en sangre durante el sueño sin que esto suponga alteración alguna.
Los sensores de actividad fisiológica han supuesto un importante cambio en la medicina. Son muy necesarios, por ejemplo, para controlar las constantes vitales de un bebé hospitalizado. Los altos índices de supervivencia de niños prematuros tienen que ver en buena medida con el avance tecnológico que supone la observación permanente de todos los parámetros relevantes. Pero si se utilizan fuera del ámbito hospitalario en niños sanos, se corre el riesgo de que lo que pretendía ser una vía para tranquilizarse se convierta en un motivo más de estrés.
Por eso, los profesionales que han estudiado el mercado de estos productos han solicitado una regulación más rigurosa para que la publicidad no pueda inducir al engaño a unos padres que no tienen por qué saber de medicina.
Tecnología para hipocondriacos
Más de 40.000 unidades a 249 dólares cada una, con posibilidad de financiación. Es la cifra que la empresa Owlet Baby Care ofrece en su web sobre las ventas de sus calcetines inteligentes, una especie de patucos provistos de un sistema digital que informa a los padres, a través de una aplicación móvil, sobre las constantes vitales de sus hijos. El problema es que el reclamo publicitario tiene más que ver con el miedo que con la salud. En una de las empresas que comercializa calcetines inteligentes, se anima a los padres a «descansar seguros» y se vinculan los «calcetines inteligentes» con la «paternidad inteligente».
Los patucos ofrecen datos sobre el ritmo cardíaco y los niveles de oxígeno. Y aseguran que el 83 % de los padres descansa mejor porque «más datos, menos preocupación». En la publicidad se asegura que pueden informar a los padres si la respiración o las pulsaciones del niño se salen de un determinado rango. Esta imagen acerca a los padres al peor de los supuestos, la muerte súbita. Posiblemente los progenitores han leído tanto sobre el tema en páginas web que les llegue a parecer imprescindible gastar esta suma en proteger a su bebé. Pero lo cierto es que la investigación llevada a cabo por un equipo del Children’s Hospital de Filadelfia determina que no servirá de mucho para evitar grandes males.
Y, sin embargo, los casos en los que el sensor aporte datos inconstantes pero sin trascendencia alguna provocarán un elevado nivel de estrés en los padres, además de engordar innecesariamente las visitas a urgencias. La investigación es clara: «No hay evidencia de que el empleo de estos monitores fisiológicos infantiles salve vidas, y hay un riesgo potencial si los padres deciden utilizarlos».
Victoria Molina
Asesoramiento. Bonafide, C.P., Jamison D. T. y Foglia, E.E., «The Emerging Market of Smartphone-Integrated Infant Physiologic Monitors», Journal of American Medical Association, January 24/31, 2017 vol.317, n.4, pp.353-354
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