El tabaco no solo afecta a quienes lo consumen. El humo influye en las personas a su alrededor. Estas personas del entorno se consideran como fumadores pasivos y, en especial, hay que vigilar que los más pequeños de la casa no se vean afectados ya que las consecuencias en ellos son evidentes no solo en el presente, sino a lo largo de su vida.
Un aviso que vuelve a realizar el estudio de la Universidad de Tasmania y en donde se explica que los fumadores pasivos tienen más posibilidades de ver reducida su función cardíaca en la edad adulta. Un motivo más que se suma a otras investigaciones que se han centrado en los efectos del humo del tabaco en los niños y en el desarrollo de sus sistemas vasculares.
Humo de segunda mano
«Sabíamos por estudios anteriores que los niños expuestos al humo de otros fumadores tienen más posibilidades de desarrollar diferencias estructurales en sus sistemas vasculares en la edad adulta como paredes de los vasos sanguíneos más gruesas y un mayor riesgo de acumulaciones en las arterias», indica Chigoze Ezegbe, líder de esta investigación.
Ezegbe señala que la intención de este estudio era comprobar el impacto de la exposición prolongada al humo del tabaco durante la infancia y el desarrollo de la actividad cardíaca en la edad adulta. Los resultados se basaron en la revisión de 1.100 personas con una media de edad de 45 años y que empezaron a ser revisados en 1985 para ver cómo era el entorno de su niñez.
Más de la mitad de lo participantes (54%) estuvieron expuestos al humo del tabaco durante su infancia. Entre los efectos detectados se comprobó que la actividad de los ventrículos en los adultos de hogares con fumadores se reducía cuanto mayor cantidad de consumidores de cigarrillos había en este hogar. A mayor exposición, mayor gravedad en el desarrollo cardiovascular.
Cuidar la salud en la infancia
«Comprobar que la salud cardiovascular de los adultos está influenciada por diversos factores a lo largo de sus vidas, incluida la infancia, puede ser básico a la hora de promover e implantar iniciativas de intervención para reducir riesgos. Desde mensajes hasta programas para ayudar a los padres a proteger a sus hijos del humo del tabaco y a demostrarles los riesgos para la salud a largo plazo», indica Ezegbe.
Rose Maria Robertson, subdirectora científica y médica de la Sociedad Americana del Corazón, destaca que «los niños, especialmente los pequeños, suelen estar expuestos al humo del tabaco involuntariamente y tienen pocas opciones para evitar esta exposición, aunque claramente afecta a su salud».
Damián Montero
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