El coronavirus se ha transformado en un tema de conversación habitual en los hogares. Ya sea para comentar la última hora de la pandemia o para expresar nuestros sentimientos hacia la situación actual. Pero lo cierto es que en poco tiempo todos hemos tenido que aprender sobre la Covid-19, tanto para prevenirla, como para reconocer los síntomas y actuar en concordancia.
Ante cualquier señal de alarma, hay que actuar y poner en marcha los mecanismos apropiados para confirmar si estamos ante un caso real o todo queda en un susto. Para ello existen multitud de pruebas para detectar el coronavirus que pueden llegar a hacerse real en el seno del hogar. Unos test que desde la Asociación Española de Pediatría y Atención Primaria, AEPap, desvelan una por una.
PCR
Una de los acrónimos más repetidos en los medios de comunicación es el de PCR. Estas Siglas proceden del inglés y su traducción sería: «reacción en cadena de la polimerasa». Con este test lo que se trata de detectar es la presencia del material genético de un agente infeccioso, en este caso RNA (ácido ribonucleico) del coronavirus. Es una técnica diagnóstica que desde hace años se utiliza para diagnosticar enfermedades infecciosas.
Cuando alguien contrae la Covid-19, el virus está en la garganta y en la parte posterior de las fosas nasales. Por eso, la muestra hay que obtenerla metiendo un bastoncillo por la boca y la nariz hasta llegar hasta esa zona. Es una prueba sin riesgos para el paciente, aunque algo molesta. El resultado es positivo si el análisis de la muestra respiratoria obtenida demuestra la presencia de ARN del virus, y confirma que el paciente está infectado por SARS CoV-2.
Si la PCR no detecta el material genético del virus, el resultado es negativo y, en general, se asume que la persona no está infectada. A veces el resultado de la PCR es negativo durante los primeros días de la COVID-19 (hay pocos virus y poco material genético en la garganta). Por eso cuando la prueba es negativa, si el paciente sigue con síntomas muy sospechosos, el médico puede decidir repetir la prueba.
Test rápidos y anticuerpos
También serán comunes otros nombres como los llamados «test rápidos«. En este caso se busca la presencia de algunas de las proteínas, en concreto, de los antígenos del coronavirus mediante una reacción química. Es una técnica rápida que proporciona el resultado en 15 minutos.
Al igual que en el caso del PCR, se precisa de una muestra nasofaríngea. Una vez obtenida, hay que meter el bastoncillo en un tubo con un líquido y mezclarlo bien. Posteriormente, se echan unas gotas de esta dilución en un dispositivo con una tira absorbente impregnada de un reactivo (parecido al utilizado para la prueba del embarazo). Según aparezcan unas líneas de colores o no, el resultado será positivo o negativo.
Por otro lado, los test de anticuerpos buscan la presencia en la sangre de anticuerpos contra el coronavirus. El sistema inmunitario los siguientes:
– Inmunoglobulina M (IgM): es la primera línea de defensa del organismo contra las infecciones. Aparece pronto, coincidiendo con la enfermedad, pero dura poco tiempo.
– Inmunoglobulina G (IgG): aparece después que la IgM y perdura más en el tiempo, protegiendo teóricamente al paciente frente a reinfecciones por el SARS CoV-2. Todavía no se sabe con seguridad cuánto dura la IgG en la sangre y el grado de protección que proporciona. Tampoco se sabe si lmos enfermos que han perdido sus anticuerpos están protegidos por la inmunidad celular, otro componente de las defensas del organismo contra las infecciones.
Si el análisis de sangre demuestra la presencia de anticuerpos, el paciente ha estado infectado por el coronavirus. En las pruebas rápidas se necesitan unas gotas de sangre que se obtienen mediante un pinchazo en un dedo con una lanceta que forma parte de un dispositivo similar al test de embarazo. Algunas dan un resultado global, sin diferenciar entre IgM e IgG y otras proporcionan dos resultados, uno para cada categoría. Se pueden hacer en la consulta sin necesidad de ser enviadas al laboratorio.
En el caso de la serología se hace a partir de una muestra obtenida mediante una extracción sanguínea con aguja y jeringuilla que se manda a laboratorio. Se utilizan técnicas llamadas de inmunoensayo: ELISA (ensayo por inmunoabsorción ligado a enzimas) y CLIA (quimioluminiscencia). El resultado tarda más (24-48 horas) pero es más fiable que las pruebas rápidas.
Damián Montero
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