Las temperaturas están cayendo, el invierno se acerca y mientras el mercurio sigue dando cuenta de ello, llegan afecciones habituales de esta época del año. El hecho de no saber adaptarse a esta meteorología tan cambiante hace los catarros se conviertan en un invitado poco deseable en estas jornadas. Una situación que hace que muchos padres quieran resolver mediante el uso sin receta de medicamentos.
Pero la automedicación no es un asunto que haya que tomarse a la ligera. Darle uno de estos productos a los niños puede ser una mala idea que termine por hacer aparecer más problemas de los que solucione. Así lo explican desde el Hospital Sant Joan de Déu, quienes advierten a los progenitores del cuidado que han de tener a la hora de tomar estas decisiones.
Fármacos de libre venta
Hay ciertos medicamentos para los que no se precisa de receta médica para su obtención. Estos productos se emplean para aliviar enfermedades o síntomas comunes y leves, tales como la fiebre, dolores leves a moderados, la tos o el aumento de mucosidad en resfriados, etc. Salvo que existan otros problemas de salud o alergias a alguno de sus componentes, su uso no debería revertir riesgo alguno.
En cualquier caso, siempre que exista una afección, siempre es conveniente acudir al pediatra para que este valore la situación y hasta qué punto existe un problema de salud. Hay situaciones en las que ni siquiera será necesario el uso de medicamentos, en otras los síntomas pueden ser la muestra de un problema de salud mayor.
Si los padres deciden usar estos medicamentos de libre venta, han de tener en cuenta los consejos que se dan en los prospectos que acompañan estos productos y que advierten de posibles riesgos derivados de su utilización. De esta forma los progenitores sabrán cuáles son las dosis adecuadas para los más pequeños en función de su altura y peso para que de esta forma puedan prevenirse intoxicaciones.
Medicamentes sin prescripción
Los especialistas destacan especialmente el riesgo que supone suministrar un medicamento que requiere receta por iniciativa propia. Hay ciertos fármacos que suponen le necesidad de que un especialista recomiende su utilización, en especial los antibióticos, que se emplean de forma negligente para tratar catarros y otras afecciones para los que no se recomiendan en principio.
Esta utilización de los medicamentes sí claramente un alto riesgo. La prescripción de estos medicamentos siempre debe realizarla un médico, quien debe tener en cuenta múltiples factores y posee los conocimientos del problema de salud que afecte al niño. Datos que debe cotejar con las características del paciente y los posibles efectos de estos productos.
Usar estos medicamentos sin la recomendación del médico puede suponer que el niño quede afectado por los efectos secundarios de estos fármacos, algo que lejos de ayudar a solucionar sus problemas de salud, sólo empeorará la situación. De hecho, incluso cuando sea un especialista quien los recete, se recomienda alguna que otra visita periódica al mismo para valorar la evolución del mismo.
Damián Montero
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