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Posponer las responsabilidades tiene efectos en la salud

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Dejar para mañana lo que se puede hacer hoy tiene serias consecuencias.

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«Esto ya lo termino mañana». Esta frase es una de las más escuchadas en los hogares de todo el mundo, ya sea por agotamiento o por pereza, muchas veces se posponen las responsabilidades para más adelante y no se cumplen cuando deberían. Pero, ¿estas decisiones tienen más consecuencias más allá de que al final el individuo se termine por encontrar una excesiva carga de trabajo?

Según los psicólogos Dianne M. Tice y Roy F. Baumeister la respuesta es sí: quienes deciden dejar para mañana lo que pueden hacer hoy afrontan un mayor nivel de estrés por la gran cantidad de trabajo que deben asumir en la jornada en la que finalmente deben hacerse cargo de todas estas tareas. Una forma de avisar de que en ocasiones merece más la pena hacer un esfuerzo que no hacer nada.

El estrés de la decisión

Ambos psicólogos estudiaron la salud, tanto física como mental de aquellos que decidieron posponer su trabajo y quienes cumplieron a rajatabla. Para ello evaluaron las actitudes de los estudiantes de la universidad en la que impartían docencia y al mismo analizar cómo afrontaban sus responsabilidades en el hogar.

Aunque en un primer momento quienes posponían sus responsabilidades para otro no presentaban ningún estrés ni otro síntoma que indicasen que la decisión les perjudicaba, con el paso del tiempo, se apreciaron resultados negativos. Estos estudiantes no solo obtuvieron peores notas tanto en exámenes como en trabajos, sino que mostraban más ansiedad.

Una ansiedad que hacía más probable que pudieran padecer las molestias derivadas del estrés: falta de sueño, menos apetito, escasa concentración. Esto suponía que en el momento en el que debían hacer frente a sus responsabilidades eran incapaces de enfocarse en aquello que estaban haciendo. Por otro lado, estos nervios constantes hacían que sus niveles de defensas, haciendo más probable que pudieran caer enfermos.



Inculcar la responsabilidad

Ante los resultados de este estudio queda claro que es mejor hacer un esfuerzo que caer enfermo por culpa de estas decisiones. Para evitar que esto se produzca, nada mejor que trabajar por hacer que los niños interioricen el valor de la responsabilidad. Estos son algunos consejos para ello:

– Predicar con el ejemplo. Los padres son el espejo donde se miran los hijos, si estos ven cómo los adultos cumplen, tendrán un buen comportamiento a imitar.

– Normas y horarios. Todas las jornadas debe haber un tiempo para dedicar a las responsabilidades. En este tiempo no hay lugar para otro aspecto que no sea cumplir con los deberes, es posible un descanso, pero no cesar con estas tareas.

– El gozo de cumplir. Los padres deben incentivar la sensación de disfrute que se produce cuando alguien cumple con sus responsabilidades. Después de tanto esfuerzo invertido, también hay que aplaudir la meta obtenida.

– Un entorno que no distraiga. Es más fácil no cesar en las tareas si el entorno donde trabaja el hijo no distrae tanto. Smartphones, ordenadores, videoconsolas, todo ello debe quedar fuera del lugar donde se estudia o se ejecutan las responsabilidades.

– No asumir su trabajo. Un padre puede ayudar a que los hijos hagan sus tareas, pero nunca realizarlas por ellos. Se ha de incentivar el pensamiento crítico, nunca sustituirlos.

Damián Montero

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