Cada vez son más los casos en los que muchos padres acuden a urgencias sin una causa que requiera realmente estos servicios. Padres primerizos, preocupados por una tos, un resfriado… Distintas fuentes apuntan que más de la mitad de las visitas a urgencias pediátricas podrían ser atendidas en una visita al pediatra habitual. Para que no se colapsen estos servicios es fundamental hacer un buen uso de estas urgencias.
Hay que valorar la situación y tomar una decisión. También es importante estar bien informado pues si no estamos muy seguros de cómo de grave es, podemos llamar al Servicio de Urgencias Pediátricas. Este número suelen tenerlo las compañías aseguradoras y están abiertos 24 horas.
Nadie mejor que su pediatra conoce la salud e historial del niño así que es preferible que si tiene un resfriado o unas décimas de fiebre, esperemos y concertemos una cita con el pediatra.
Cuándo utilizar el servicio de Urgencias
Cada vez que un niño está enfermo o tiene algún tipo de lesión, es necesario decidir cuán grave es el problema y si debe recibir inmediatamente atención médica. Esto nos ayudará a decidir si lo mejor es llamar al médico, acudir a urgencias o pedir cita con el pediatra habitual.
Además, hay que valorar los posibles riesgos a los que se expone el niño a ir a urgencias. Al acudir a un hospital o centro de salud, estamos exponiendo al niño a múltiples gérmenes.
Por otro lado, acudir a urgencias pediátricas sin tener una causa verdaderamente urgente conlleva a que los niños que realmente si necesitan esa atención urgente tengan que esperar mucho más.
Ventajas de ir a la consulta habitual del pediatra
1. Visión global: el pediatra tiene una visión integral y con mayor perspectiva de la salud del menor. Lleva su historial médico y por lo tanto conoce a fondo los detalles médicos del niño.
2. Atención cercana: el trato continuado permite que se agilice la atención y se cree una relación de confianza que es muy importante para la tranquilidad de los padres en múltiples ocasiones.
3. Asegura una continuidad en la asistencia: el seguimiento de un problema de salud por un único pediatra facilita la toma de decisiones del profesional sanitario. Ofrece tranquilidad a la familia que en otras circunstancias puede recibir información discrepante sobre el diagnóstico o tratamiento.
4. Prevención: la atención está dirigida a una detección precoz de enfermedades y a la promoción de hábitos de vida saludables. Además del tratamiento del problema específico que presenta el niño, el pediatra ofrece pautas y consejos preventivos.
María Rojas Sanabrias
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