Son muchas las ocasiones en la que los padres se enfrentan al problema del sueño o, más bien, insomnio de sus hijos. En la mayoría de los casos esta dificultad en el descanso se soluciona con el paso del tiempo. Pero en otras ocasiones estos problemas no remiten y acaban por transformarse en preguntas que quitan el sueño también a los padres. Uno de estos problemas que hacen difícil conciliar el sueño en los niños es el denominado «síndrome de las piernas inquietas».
La Asociación Española de Pediatría, AEPED, define síndrome de las piernas inquietas como un trastorno caracterizado por la necesidad de mover continuamente las piernas mientras la persona está en reposo. Este organismo también alerta de la sensación desagradable que se produce en el enfermo por debajo de las rodillas y que aunque se produce con más frecuencia en adultos, también hay casos en menores.
¿Por qué se produce el síndrome de las piernas inquietas?
Las causas exactas que dan pie a la aparición del síndrome de las piernas inquietas son desconocidas. Sin embargo, podría estar provocado por causas genéticas ya que en el 70% de las ocasiones de los niños y adolescentes que lo padecen tienen un familiar en primer grado que también presenta este trastorno. La AEPED señala que si existen estos antecedentes los síntomas de este síndrome de las piernas inquietas en los niños aparecen muchos años de lo habitual en estos casos clínicos.
El diagnóstico de este trastorno no es fácil ya que los niños no entienden los síntomas que padecen como una enfermedad, sino únicamente sienten que tienen necesidad de mover sus miembros para calmar una molestia. Por ello los padres deben estar atentos a varios síntomas que pueden ser el indicativo de que hay que acudir a un profesional para estudiar si el niño padece efectivamente el síndrome de las piernas inquietas. Estos síntomas son:
– La necesidad del niño de mover continuamente sus piernas para calmar una molestia que aparece cuando este está en reposo. Aunque en la mayoría de ocasiones el movimiento sucede en las piernas, también puede manifestarse en los brazos.
– Las molestias en los miembros inferiores aparecen cuando el niño está en reposo.
– Empeoramiento de los síntomas en las últimas horas del día. El niño siente que esta incomodidad se agrava a la hora de irse a la cama.
Todos estos síntomas tienen un gran impacto en la calidad de vida del niño y el hecho de que se produzca mayormente cuando está en reposo y especialmente a la hora de dormir, hace que este trastorno pueda provocar insomnio. Al mismo tiempo esta afección puede desembocar en un déficit de atención en el menor ya que el continuo movimiento para calmar su incomodidad hace que su concentración se centre en esta imperiosa actividad que debe realizar para aliviarse.
¿Cómo se diagnostica el síndrome de las piernas inquietas?
Como ya se ha dicho el diagnóstico del síndrome de las piernas inquietas se dificulta ya que el niño no entiende que esta necesidad de mover sus miembros sea una enfermedad. Por ello los padres ante la manifestación de estos síntomas deben acudir a un profesional para someter a un estudio al menor que evalúe si efectivamente está presente este trastorno en el pequeño. Este diagnóstico se puede apoyar en:
– Historia clínica familiar: Si hay un antecedente familiar a quienes se haya diagnosticado este trastorno, las probabilidades de que el niño presente realmente este síndrome se incrementan.
– Exploración física y analítica: El realizar un estudio físico del niño y unas pruebas de sangre ayudarán a descartar otras posibilidades que provoquen esta necesidad de mover los miembros en los menores.
– Diarios de sueño: Hacer un seguimiento del sueño en los pequeños ayudará a conocer más a fondo qué es lo que ocurre una vez que el niño se va a la cama. Esto ayudará a que el médico tenga más información a la hora de diagnosticar este caso.
Tratamiento para el síndrome de piernas inquietas
Una vez diagnosticado este trastorno es importante tomar algunas medidas para ayudar al niño desde casa y apoyar al tratamiento médico. En primer lugar se debe avisar al centro escolar de este trastorno ya que la quietud en el pupitre puede provocar un empeoramiento por lo que se le debe permitir cierta actividad y cambios de postura. En cuanto a la vida dentro de casa del niño, se ha de poner en marcha las siguientes prácticas:
– Limitar el consumo de chocolate y el consumo de bebidas estimulantes que contengan cafeína como los refrescos de cola y otras bebidas azucaradas.
– Establecer unos horarios regulares del sueño que ayuden al niño a establecer unos usos y costumbres a la hora de ir a la cama.
– Evitar algunos fármacos como por ejemplo los antihistamínicos que puedan alterar aún más al niño.
El médico también puede iniciar un tratamiento de hierro si se detecta que el trastorno lo provoca la falta de este mineral en el organismo. Es importante también que ante un empeoramiento de este síndrome, se acuda a un especialista de trastorno del sueño para que pueda realizar un examen más exhaustivo y aplicar al niño un tratamiento individualizado.
Damián Montero
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