Cenar en familia tiene múltiples beneficios tanto para nosotros como para nuestros hijos. Y es que no en vano se ha demostrado que los niños que comen acompañados aprenden y se socializan, ya que imitan el buen ejemplo que le dan los padres. Además, la ciencia también ha puesto de relevancia lo bueno que puede ser cenar en familia, te lo contamos.
Beneficios en el rendimiento de los niños
Una investigación publicada en 2006 en New Directions for Child and Adolescent Development demostró que los niños pequeños aprenden más vocabulario durante la conversación de la cena que leyendo cuentos en voz alta. Así, el estudio contabilizó que los niños podían llegar a aprender 1.000 palabras de sus padres durante las cenas, mientras que leyendo con ellos en voz alta tan sólo se quedaban con 143. Esto, a su vez, ayuda a que nuestros niños aprendan a leer antes y con mayor facilidad.
Además, otras investigaciones han encontrado que existe una relación directa entre la frecuencia de las cenas familiares y el rendimiento académico de los adolescentes. La profesora de psicología de la Universidad de Harvard (Estados Unidos) Anne Fishel asegura que los adolescentes que cenan en familia entre cinco y siete veces por semana tienen el doble de probabilidades de tener mejores notas que aquellos que sólo cenan en familia un par de veces a la semana.
Beneficios de cenar juntos en los hábitos alimentarios
Esta misma profesora explica que los niños que comen regularmente con sus familias consumen más frutas, verduras, nutrientes y vitaminas que el resto, mientras que también se ha demostrado que toman menos alimentos de peor calidad, como fritos o refrescos.
De hecho, asegura que estos beneficios pueden observarse incluso cuando los niños crecen: los adultos jóvenes que comían con sus familias de forma regular durante la niñez son menos propensos a sufrir la obesidad y se inclinan más a comer de forma saludable una vez que se independizan, según varias investigaciones.
Pero no es lo único, otros estudios han encontrado una conexión entre las cenas familiares y la reducción de síntomas de enfermedades como el asma. Este beneficio, según Fishel, se puede deber a dos motivos: menor ansiedad y la posibilidad de que los padres «controlen» de forma disimulada cómo se comportan sus hijos.
La experta asegura que los beneficios de las cenas en familia no se deben solo a la presencia de alimentos saludables en las comidas, sino que el ambiente de la cena es esencial: «los padres deben de ser cariñosos y comprometidos, en lugar de controlar de forma restrictiva la alimentación, para fomentar una vida saludable en sus hijos», explica.
Ahora bien, sobre esto también llama la atención de un peligro: la televisión. Según otras investigaciones referidas por la profesora, los niños que ven televisión durante la cena son más propensos a tener sobrepeso.
Los beneficios de cenar en familia en los adolescentes
Varios estudios también han vinculado las cenas en familia de forma frecuente con la reducción de una serie de comportamientos «de riesgo» en adolescentes, como el tabaquismo, el consumo de alcohol o de marihuana, la violencia, los problemas escolares o los trastornos de la alimentación. De hecho, existen investigaciones que relacionan el cenar con la familia con menores tasas de depresión en los jóvenes.
Además, no sólo existe una relación entre cenar en familia y la ausencia de «malos comportamientos» en jóvenes, sino que hay investigaciones que han probado que cenar en familia también fomenta la aparición de «buenos comportamientos»: los adolescentes que cenan regularmente con sus familias tienden a tener una visión más positiva de su futuro si se comparan con aquellos que cenan solos, según resalta la profesora de Harvard.
¡Cenemos juntos con frecuencia!
Es cierto que en muchas ocasiones las obligaciones laborales de los padres y las académicas de los hijos hacen que no sea fácil encontrar tiempo para compartir. Sin embargo, las cenas pueden ser la solución: son una comida al final del día que podemos compartir juntos y que nos pueden servir para «ponernos al día» con los nuestros.
De hecho, esta experta cuenta que en una encuesta en Estados Unidos se preguntó a los adolescentes cuándo estaban más receptivos para hablar con sus padres, y la mayoría aseguraron que durante la cena. Es un momento en el que se experimenta menos estrés y esto se puede aprovechar para mejorar la relación entre padres e hijos.
Así, el verdadero poder de las cenas no está solo en sentarse a cenar juntos, sino que depende de la calidad interpersonal que tengamos. Cenar en familia pero en silencio o mirando la televisión anularía todos los beneficios descritos, igual que si en la cena tan sólo hay discusiones y enfados. Por ello, aprovecha la cena en familia, pero hazlo bien: da ejemplo, charla, interésate por tus hijos, y esto servirá también en el resto del día.
Ángela R. Bonachera
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