Son muchos los malos hábitos que se deben quitar a los niños con el paso del tiempo: meterse el dedo en la nariz, dar patadas, chuparse el dedo o morderse las uñas. Sin embargo esto último podría dejar de ser motivo de riña a los más pequeños de la casa puesto que un estudio de las universidades de Otago en Nueva Zelanda y la facultad de McMaster University en Canadá han demostrado que este acto tiene algunos efectos positivos en los niños.
Según este trabajo tanto morderse las uñas como chuparse el dedo mejora la prevención de algunas enfermedades ya que estos actos enfrentan a los niños a algunos microorganismos. Este hecho hace que los niños generen unos anticuerpos que les ayudarán a enfrentarse a algunas afecciones cuando crezcan.
La hipótesis del amigo perdido
Hay una teoría en pediatría llamada la hipótesis del amigo perdido que fue propuesta por David Strachan. Este supuesto explica que conforme han pasado los años, los niños han reducido su exposición a ciertos microbios, lo cual termina por evitar que su cuerpo produzca determinados anticuerpos que, en última instancia, les prevendrán de determinadas enfermedades.
Ahora, este estudio de las universidades de Otago y de McMaster University, partiendo de esta hipótesis, se plantea si el hecho de que los niños no se enfrenten a los microorganismos que viven en las uñas también tiene efectos negativos en la generación de defensas. Para ello, revisaron a cerca de 1.000 recién nacidos desde que llegaron al mundo hasta que cumplieron los 32 años. Durante todo este tiempo, los padres de estos menores tuvieron que responder a preguntas sobre los hábitos de sus niños.
Morderse las uñas: menos posibilidad de desarrollar alergia
Uno de los efectos que se estudiaron en este trabajo fue comprobar si morderse las uñas se relacionaba de algún modo con la sensibilización atópica, es decir, desarrollar una alergia a alérgenos comunes como los ácaros del polvo, el pelo de gato e incluso el polen.
De los cerca de 1.000 niños participantes en este estudio, el 31% practicaba el hábito de morderse las uñas o chuparse el dedo. Todos ellos demostraron a los 13 años tener menor riesgo de sufrir estas alergias, excepto la específica del polen en primavera, que aquellos niños que no tenían ninguno de estos hábitos.
Este resultado era más esclarecedor cuando se comprobó que estos niños al hacerse adultos también demostraban un menor riesgo de padecer estas alergias. Es más, también se demostró que aquellos participantes que habían practicado ambos hábitos, es decir, se habían mordido las uñas y se habían chupado el dedo, contaban con un mayor número de anticuerpos que el resto. Eso sí, como hemos mencionado antes, no se demostró que estas prácticas impidieran en modo alguno desarrollar asma o la alergia primaveral.
Malos hábitos con efectos positivos sobre la salud
Este trabajo reafirma la hipótesis del amigo perdido formulada por David Strachan. En los últimos tiempos, procesos como la pasteurización, un mayor saneamiento de las aguas y de limpieza en los alimentos ha reducido el número de microorganismos a los que se enfrenta nuestro organismo. Esto podría explicar porque en las sociedades más avanzadas año tras año los casos de alergias crecen.
Aunque si bien es cierto que socialmente estos hábitos, morderse las uñas o chuparse el dedo, tienen connotaciones negativas, puede ser que en el fondo tengan efectos positivos sobre la salud de los niños a luz de los datos arrojados por esta investigación.
Damián Montero
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