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La ictericia del bebé

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Cuando un bebé presenta un color amarillento en la piel y mucosas, lo más probable es que padezca ictericia, una enfermedad relacionada con el hígado. Aunque no se trata de una dolencia grave, será necesario que el niño sea controlado por el pediatra en todo momento. Sólo él podrá determinar el mejor tratamiento a seguir.

Muchos niños, al poco tiempo de haber nacido, presentan una coloración amarillenta de la piel y de las mucosas. Dicha coloración se encuentra provocada directamente por un mal funcionamiento del hígado (retención de la bilis) que, por lo general, carece de excesiva importancia.

Síntomas asociados a la ictericia del bebé

Para evaluar el grado de ictericia de nuestro bebé tendremos con consultar con el pediatra. Él nos preguntará por algunos de los síntomas asociados: ¿Tiene nuestro pequeño fiebre, dolor abdominal o picores? Una vez aclarados estos puntos, lo más probable es que el médico de nuestro bebé opte por realizarle un análisis de sangre, de orina y una ecografía. De este modo, podrá obtener datos definitivos sobre el estado del niño.

Y es que, cuando la retención de bilis se prolonga, en ocasiones, no se trata tanto de un mal funcionamiento del hígado como una carencia vitamínica.
En estos casos, el tratamiento suele consistir en la administración de vitaminas mediante inyecciones intramusculares.

Tipos de ictericia del bebé recién nacido

En este sentido, es importante aclarar que existen distintos tipos de ictericia del recién nacido. Así, la ictericia por leche materna, por ejemplo, suele aparecer tras las primeras tomas. Y es que, cuando comencemos a dar de mamar a nuestro pequeño puede ocurrir que nuestra leche contenga una sustancia que disminuya la actividad de las enzimas del hígado del niño encargadas de la transformación de la bilirrubina. Una prueba muy común que suele servir para salir de dudas es calentar la leche materna a 57º C durante diez minutos. Si con ello se consigue una disminución del problema entonces se considera que la ictericia es benigna y que, por lo tanto, podemos continuar con la lactancia materna.

La ictericia fisiológica del bebé

Otra posibilidad es que nuestro hijo padezca una ictericia fisiológica. Este tipo de afecciones, que suelen afectar al 20-30% de los bebés nacidos a los nueve meses y al 70-90% de los prematuros, se presentan aisladas, sin fiebre y, sobre todo, sin trastornos digestivos. El motivo fundamental suele deberse al aumento en el nivel sanguíneo de bilirrubina. Esta sustancia que, por lo general, es transformada por el hígado con el fin de que pueda ser eliminada por el organismo, no se modifica correctamente; sobre todo durante las primeras horas que siguen al parto.

Si nuestro bebé se pone demasiado amarillo y el valor de bilirrubina se acerca a valores críticos, lo más probable es que el pediatra del niño opte por tratarle con fototerapia. Para ello, colocarán a nuestro pequeño bajo unas lámparas ultravioletas que proporcionan una luz azul y facilitan la eliminación de bilirrubina. Hoy por hoy, la mayor parte de las maternidades se encuentran equipadas para realizar este tratamiento por no que no tendremos que separarnos del niño en ningún momento.

Consejos para tratar la ictericia del bebé

– El tratamiento de fototerapia no suele revestir ningún tipo de peligro para los recién nacidos. Eso sí, es importante que al iniciar el tratamiento se proteja los ojos del bebé con una cinta y se le dé suficiente agua para que no se deshidrate en ningún momento.

– Para prevenir las ictericias por leche materna es importante que vigilemos nuestra alimentación mientras estemos dando de mamar al bebé. Así, por ejemplo, durante los primeros quince días de lactancia procuraremos moderarnos con las legumbres, los guisantes y las coles que podrían dificultar la digestión del niño.

– Si la piel de nuestro bebé ha cambiado de color durante los últimos días, hay que controlarlo. Quizá sea algo pasajero pero, en el caso de que no sea así, no dudemos en llevarle cuanto antes al pediatra.

– En ocasiones, al cambio de color se unen otros síntomas como la fiebre y el dolor de cabeza. Estos casos suelen asociarse a un germen infeccioso (virus de la ictericia). Para solucionar el problema, además de tratamiento adecuado, el pediatra nos instará a que la alimentación del niño sea pobre en grasas, por lo que tendremos que proporcionarle, fundamentalmente, frutas, verduras, azúcar y leche descremada.

– Si es una ictericia de carácter infeccioso, ten cuidado con el resto de sus hermanos. Este tipo de ictericias son contagiosas y podría terminar afectando a los demás niños de la casa. Para evitarlo, tratemos de aislar cuanto podamos al niño, además de mantener a parte todos los utensilios de aseo y alimentación del pequeño.

Teresa Pereda

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