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Mi hijo es celiaco, ¿qué hago?

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La enfermedad celiaca o celiaquía es una intolerancia digestiva permanente a ciertos cereales que contienen gluten. Se trata de una enfermedad «autoinmune», es decir, el organismo se «autoataca» ya que se genera una inflamación en el intestino que puede afectar a otros órganos. Si en casa acaban de diagnosticar a alguien con celiaquía, es probable que os surjan muchas dudas.

Las causas de la celiaquía

No, la enfermedad celiaca no es hereditaria, pero sí existe una «predisposición genética a padecerla», según aseguran desde la Asociación Española de Pediatría, que explican que es por esto que la celiaquía es más frecuente en familias donde ya hay algún caso.

Además de los factores genéticos, hay otros que se relacionan con la aparición de la celiaquía: el momento en el que se comienza a ingerir gluten (demasiado pronto o demasiado tarde), la lactancia materna (que protege contra esta enfermedad) o sufrir ciertas infecciones intestinales.

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Los efectos de la celiaquía

Diarrea prolongada, barriga hinchada, pérdida de apetito y de peso, ánimo triste o irritable y desnutrición son los síntomas más clásicos entre los niños pequeños, según explican estos pediatras, que añaden que conforme la persona se hace más mayor las manifestaciones son más leves: falta de hierro, pérdida de apetito, talla baja, dolor abdominal, llagas en la boca y dolores en las articulaciones. También suele aparecer en la piel dermatitis herperiforme.

El diagnóstico para saber si es celiaco

En la mayoría de los casos, tan sólo hace falta hacer un análisis de sangre que mida en el suero los anticuerpos propios de la celiaquía para diagnosticarla. Sin embargo, en algunas ocasiones es necesario realizar una biopsia intestinal que confirme el diagnóstico. Esta última prueba consiste en obtener una pequeña muestra de la superficie del intestino que se estudia en el microscopio.

Según explican los pediatras, cuando se diagnostica algún caso de celiaquía es bueno estudiar al resto de la familia: hermanos, padres e hijos, pues puede ser que haya alguien más con esta enfermedad.

El tratamiento

El tratamiento contra la celiaquía es para toda la vida, y consiste en mantener la dieta sin gluten para siempre. Esto es así porque, aunque la enfermedad no se cure, la dieta consigue que los síntomas desaparezcan y hace disminuir el riesgo de que aparezcan otros problemas como la diabetes, la tiroiditis e incluso algunos tipos de cáncer.

Los celiacos no deben tomar trigo, cebada, centeno ni avena, pero sí pueden tomar otros cereales como el maíz o el arroz. Tampoco tienen problema en tomar leches, carnes y pescados no rebozados, huevos, frutas, verduras, legumbres, patatas, aceite y azúcar.

Es muy común tener dudas en cuanto a los alimentos procesados o industriales, pues el gluten se utiliza con frecuencia como aditivo. Por ello, es importante tomar alimentos que estén certificados como «sin gluten» y revisar siempre los envases para conocer los ingredientes. Asimismo, también es bueno seguir algunos consejos cuando vas a un restaurante, como preguntar siempre por los ingredientes y el proceso de elaboración.

Desde la Asociación Española de Pediatría alertan de que la contaminación con pequeñas cantidades de gluten «pueden ser suficiente para reactivar la enfermedad», por lo que instan a ser muy cuidadosos a la hora de cocinar: hay que usar recipientes y espacios separados para los platos que consuman los celiacos.

¿Puedo prevenir que mi hijo sea celiaco?

Como se ha adelantado, el momento de introducir el gluten por primera vez puede ser determinante en la aparición de la celiaquía. Por ello, los pediatras recomiendan no hacerlo antes de los cuatro meses, pero tampoco después de los siete. Asimismo, aconsejan no dar mucha cantidad, sino introducirlos poco a poco.

Por otro lado, recuerda que la lactancia materna tiene efecto protector que es mayor «cuanto más prolongada sea», aseguran los pediatras. «Lo ideal es que el bebé todavía reciba lactancia materna mientras se comienza a introducir el gluten en la dieta, por lo que los lactantes amantados pueden comenzar a recibir gluten en pequeñas cantidades desde el inicio de la alimentación complementaria, hacia los seis meses de vida», concluyen.

Ángela R. Bonachera

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