Es un momento que nadie quiere, pero que en ocasiones llega irremediablemente. Si a un adulto le cuesta entender y comprender que su madre, padre o abuelos de repente tengan «lagunas» en su memoria, ¿cómo explicar a un niño que esa misma persona ya no sabe quiénes son? En ocasiones los proceso del alzheimer son más largos, en otras más cortos, pero siempre muy dolorosos para los familiares.
Una persona es muchas cosas, pero principalmente su memoria: sus vivencias, sus lecciones aprendidas y después transmitidas a los suyos, ¿qué pasa cuando todo eso se diluye en un mar de incomprensión y olvido? Coincidiendo con el día mundial del alzhéimer, el 21 de septiembre, te damos algunas pistas que te ayudarán a explicar esta enfermedad a los niños.
Los niños y la vejez
El alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa que se manifiesta como deterioro cognitivo y trastornos conductuales, causando problemas con la memoria, el carácter de la persona y su manera de pensar. Aunque la mayoría de los casos se dan en personas mayores, no es una forma natural de envejecimiento.
La psicóloga Raquel Cuevas y la psiquiatra Pilar de Azpiazu explican en el portal ‘Todo memoria‘ que hoy en día los niños tienen una imagen negativa del proceso del envejecimiento, algo que se da, en parte, por el deseo de protección que tenemos los padres cuando les educamos. Sin embargo, si el niño está expuesto a todas las fases de la vida, entre las que se encuentran la enfermedad y la muerte, «esta experiencia le proporcionará los recursos intelectuales y emotivos para enfrentarse a su propia vida».
Esto se relaciona íntegramente con el alzheimer, una enfermedad tristemente presente en nuestro día a día y a la que es muy probable que los niños se enfrenten, haciendo necesario que sus educadores estén preparados para hablar de ella. La aproximación al tema dependerá, por lógica, de la edad del niño, pero siempre deberá basarse en una máxima: el respeto hacia los mayores.
Explicar el alzheimer a niños de entre 4 y 7 años
«El respeto hacia las personas tiene que seguir siendo un calor que queremos inculcar a los más pequeños», insisten estas expertas, que recomiendan que a esta edad lo importante sea dejar claro al niño que el abuelo tiene una enfermedad y que ese es el motivo de que su comportamiento sea diferente.
Por ello, explican que no podemos permitir que el niño «asocie la demencia con una manifestación de locura, ya que la inocencia de los niños puede hacer que hagan comentarios que pueden herir a una persona enferma«, como puede ser el abuelo, que pese a su enfermedad aún se da cuenta de lo que ocurre a su alrededor.
Aunque el niño sea muy pequeño, se puede hablar con él de cuánto necesitamos la memoria. «Puede ayudarle a entender que la memoria es la que nos permite tener recuerdos y que estos los guardamos en el cerebro», comentan las expertas, que agregan que cuando los niños ya rondan los seis años se les puede explicar, «de forma muy escueta y gráfica» cómo funciona la memoria y qué son las neuronas.
Hablar del azheimer con un niño de ocho a 12 años
La forma de abordar este tema con un niño de entre ocho y 12 años es totalmente diferente, comenzando porque, probablemente, sea él mismo el que pregunte «con más claridad y sin rodeos» qué le pasa al abuelo o a otra persona mayor que conozca. «Si esto ocurre, es aconsejable darle una explicación lo más clara y completa posible«, indican las expertas al respecto, que aconsejan «hacerle entender cómo la enfermedad afecta a la vida de la familia y, sobre todo, de la persona que cuida de él».
Como a esta edad su capacidad de comprensión es mayor, ya se le puede explicar cómo funcionan las neuronas –para lo cual los padres se pueden servir de materiales didácticos y juegos–, lo que le permitirá darse cuenta de las dificultades que tiene la persona con esta enfermedad.
Estas expertas recomiendan realizar juegos con los niños que les permitan ponerse en la piel del enfermo. Así por ejemplo, los pacientes suelen olvidar el nombre y la función de los objetos, por lo que una actividad podría ser tapar los ojos a los niños y hacerles que reconozcan objetos cotidianos: vivirán en su propia piel parte del día a día de una persona con alzheimer.
Cuando el niño y el abuelo tengan una relación más estrecha el sufrimiento del pequeño al ver que su ascendente no se comporta igual se multiplicará, pues le será muy difícil entender por qué su abuelo le ignora, es agresivo, apático, etcétera. En estos casos es especialmente importante hablar con el pequeño y dedicarle tiempo para que comprenda que el abuelo no ha dejado de quererle.
El alzheimer para niños de 13 a 18 años
Con estas edades los niños ya habrán aprendido en el Instituto cómo funciona el cerebro y es muy probable que incluso hayan estudiado algunas enfermedades degenerativas como el alzheimer. Si los padres han conseguido «inculcar a su hijo el respeto por las personas mayores, tendrá más capacidad para hacer frente al drama de la enfermedad que vive la familia«, indican estas expertas.
Pese a que un enfermo de estas características requiere mucho tiempo y dedicación y esto puede ser difícil de compaginar con la educación de un adolescente, recomiendan involucrar al joven en los cuidados del abuelo: que le ponga las zapatillas y la bata, que le peine o que simplemente le haga compañía enseñádole fotos de sus amigos y familiares o de lugares importantes en su vida.
«Tratar al adolescente como una persona cuya opinión cuenta y su colaboración es valiosa ayuda a aliviar la inevitable tensión de una familia con un enfermo de alzheimer», aseguran Cuevas y Azpiazu, que recomiendan además la ayuda del adolescente con un segundo objetivo: formar su sentido de la responsabilidad y el respeto hacia los mayores y demás dependientes.
Ángela R. Bonachera
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