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Estrés y esfuerzo físico, cóctel perfecto para un infarto

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Estrés y esfuerzo físico, ingredientes perfectos para cocinar un infarto
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Madrugar, desayunar rápidamente, arreglar a los niños, meterse en un atasco, trabajar ocho horas y más, ocuparse de los hijos, regresar a casa y ponerse al día con las labores domésticas. Un ritmo de vida que nos pone al límite y que incrementa notablemente nuevos niveles de estrés. Este hecho unido al esfuerzo desempeñado hacen que el riesgo de infarto se incremente.

Así lo afirma un estudio de la Asociación Norteamericana del Corazón que ha comprobado que el estrés unido al esfuerzo físico hace una mezcla perfecta para tener un infarto.

Hasta tres veces más probabilidades

Este organismo alerta de que el estrés y los enfados hacen que la probabilidad de sufrir un infarto se duplique, o al menos de sufrir los síntomas de este ataque al corazón. Las mismas cifras se dan en aquellas personas que realizan un esfuerzo físico por encima de sus posibilidades, es decir, no duermen lo suficiente y trabajan más horas de las recomendadas.

Si se suman ambos elementos, esfuerzo físico y estrés, el riesgo de sufrir un infarto o sus síntomas, se triplican. Estamos llevando el cuerpo al límite y, cuando se sobrepasa, aparecen los problemas cardíacos. Así lo ha determinado un estudio realizado por este organismo en donde se han analizado los casos de 12.461 personas que sufrieron por primera vez un ataque al corazón.

Tan peligrosos como el tabaco

A estos participantes se les preguntó sobre los momentos previos a sufrir un ataque al corazón: qué actividad estaban realizando una hora antes, cómo estaba siendo ese día y si habían sentido estrés o habían realizado un esfuerzo físico grande antes del infarto. La mayor parte de ellos contestaron afirmativamente y ambos factores incrementaban las posibilidades de sufrir uno de estos achaques independientemente de otras circunstancias como si la persona era fumadora, bebedora habitual u obesa.

En otras palabras, el estrés y el esfuerzo físico son factores tan peligrosos como el tabaco o la obesidad. «Ambas, esfuerzo físico y estrés, incrementan la presión arterial y el número de pulsaciones, esto cambia el ritmo circulatorio y provoca que la cantidad de sangre que llega al corazón sea menor», explica Andrew Smyth, líder de este estudio.

Prevenir el infarto

Ante este panorama sólo queda trabajar para evitar el riesgo de sufrir un infarto. Desde casa todos pueden colaborar porque el ritmo de vida sea más tranquilo de puertas para adentro. Si tanto en casa como en el trabajo el estrés es la nota predominante, una vez que se llega al hogar toda la familia puede apostar por mantener la calma y evitar los gritos y las prisas.

El fin de semana puede ser la ocasión perfecta para poner en práctica algunas medidas como por ejemplo una excursión familiar para evadirse, la práctica de deporte o la vida al aire libre. A diario hay que conseguir un rato de calma en familia, por ejemplo, a la hora de la cena.

Damián Montero

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