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Atropina, la última solución contra la miopía

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La vista es uno de nuestros sentidos más preciados y hay que saber cuidarlo. Pero, a veces problemas de visión como la miopía son ciertamente difíciles de atajar. Estudios recientes dicen que la atropina es la última solución contra la miopía porque puede frenarla, especialmente la denominada galopante que afecta a los niños. ¿Sabes cómo funciona este fármaco y por qué puede ser de gran ayuda para los niños miopes? Te lo contamos.

Miopía, ambliopía y atropina

Estas tres palabras que ya parecen extrañas por separado, resultan más complejas cuando se pronuncian juntas. Por eso, para comprender de qué manera puede la atropina frenar  la miopía según estudios científicos recientes, conviene explicar poco a poco qué es cada cosa.

–   La miopía es un defecto de la visión que se produce porque las imágenes se forman un poquito antes de llegar a la retina.

–   La ambliopía es la pérdida de la capacidad para ver claramente a través de un ojo. También se llama «ojo perezoso» y es uno de los problemas de visión más comunes entre los niños pequeños. De ahí que estemos acostumbrados a ver por la calle a niños que lleven por ejemplo un parche.

– La atropina es un fármaco que tiene su origen en algunas plantas y que se piensa que puede frenar la miopía.

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Diagnóstico de la miopía y de la ambliopía en niños

Tanto para diagnosticar la miopía como para determinar si un niño tiene o no ambliopía, es necesario realizar un examen completo de los ojos. No existe una edad concreta a partir de la cual se pueda empezar a diagnosticar alguno de estos problemas. Por eso, tenemos que estar como padres atentos a los síntomas.

Si nuestro hijo tiene problemas en el colegio para ver la pizarra puede que esta sea una de las causas. Recuerda que la miopía se produce si el pequeño no ve de lejos y puede ser una de las causas de fracaso escolar, que no la única, por supuesto.

Si creemos que nuestro hijo puede ser miope tendremos que llevarlo a la consulta del oftalmólogo. El especialista mostrará al niño un panel en el que aparecen varias filas de letras, más grandes o más pequeñas. Es el panel de Snellen. En función de los aciertos y fallos que el niño cometa, el oftalmólogo podrá saber si tiene o no miopía y en qué grado. Se puede asimismo utilizar un foróptero o refractor. El niño se coloca en una sillita y coloca la barbilla en un soporte para poder ir indicándole al médico qué ve y qué no en una pantalla que tendrá a la altura de sus ojos.

Estudio de la atropina para frenar la miopía

El panel de Snellen para estudiar la miopía

Se cree que el tratamiento con atropina puede ser válido sobre todo en los más pequeños así que se tomó para la realización del estudio una muestra de 400 niños de entre 6 y 12 años porque aunque como decíamos antes no hay una edad estipulada a partir de la que se puede diagnosticar la miopía, sí es cierto que se ve más a partir de los seis y hasta los 12. Es en ese momento cuando el problema de visión evoluciona y las dioptrías aumentan. Aunque no necesariamente ocurre así siempre.

Los niños escogidos tenían entre una y seis dioptrías. Durante el plazo de dos años se les dio a los niños un tratamiento de atropina sin intervención quirúrgica previa. Cuando este terminó se hizo un seguimiento a los niños durante meses. ¿Qué se observó? Que las dioptrías que tenían los niños eran menos cuando se les suministraba el fármaco. La duda ahora estriba en si a largo plazo los resultados serán óptimos o no.

A estas conclusiones expuestas se ha llegado por medio de un estudio realizado en la Academia Americana de Oftalmología y ha estado abanderado por Donald Tan, del Instituto de Investigación Ocular de Singapur. Entre unas cosas y otras, las investigaciones hasta la extracción de estas deliberaciones se han extendido durante un total de cinco años en el tiempo. Se dice pronto y en cambio queda largo camino por recorrer pues se ha visto que a los tres años de haber suspendido el tratamiento en los pequeños los resultados pierden en calidad y se reducen las expectativas de recuperación o el frenazo definitivo del aumento de graduación.

Si crees que tu hijo es miope llévalo al especialista y él determinará qué solución es para él la idónea. No te obceques con ponerle menos graduación de la que tiene porque hay oftalmólogos pediátricos que consideran que esto es un falso mito y que la miopía no se reduce cuanto más se fuerza la vista. Lo importante es que tu hijo se sienta cómodo en cualquier circunstancia y que problemas relacionados con la agudeza visual no sean una traba en sus relaciones sociales desarrollo normal de la vida escolar.

Elisa García

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