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Anemia: ¿cómo detectarla y cuál es la mejor dieta para ella?

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El crecimiento de los niños debe ir acompañado de una buena dieta y con todos los nutrientes que se requieren en este momento tan importante en la vida de los más pequeños. Sin embargo, en ocasiones esto no es así y se descuidan algunos de los ingredientes necesarios en una buena alimentación como puede ser el hierro, dando lugar a una falta de este componente en el organismo y en algunas ocasiones esto puede derivar en un caso de anemia.

También puede suceder que una disfunción en el organismo del más pequeño termine por ocasionar que el niño no absorba todo el hierro que necesita su cuerpo e igualmente desembocando en casos de anemia. Por ello hay que saber diagnosticar esta afección para tratarla lo antes posible ya que puede derivar graves problemas de salud. Del mismo modo habrá que saber cuál es la mejor dieta para compensar la falta de hierro en quienes sufren de anemia.

¿Qué es la anemia?

La Asociación de Pediatría Española, AEP, indica que la anemia se produce cuando los glóbulos rojos contienen una menor cantidad de hemoglobina de lo normal. La falta de este componente, imprescindible para el transporte de oxígeno por todo el organismo, es necesario que existan suficientes depósitos de hierro.

La falta de hierro, ferropenia, supone una de las carencias nutricionales más frecuentes en el mundo y es por lo general la causa más común de la anemia. A veces puede suceder que esta afección suceda por déficit de hierro en el organismo por una mala absorción de este nutriente o porque la dieta no contenga los niveles recomendados para los niños. En cualquier caso estas son las causas más comunes para este problema de salud según la AEP:

– Por problemas de mala absorción intestinal.

– Por sangrado repetido: menstruaciones muy abundantes, sangrados nasales muy frecuentes, pérdidas sanguíneas digestivas, etc.

–  En momentos de crecimiento rápido, como ocurre en la infancia y la adolescencia.

¿Cómo diagnosticar la anemia?

Tal y como indica la AEP la anemia en la mayoría de los casos suele ser muy leve, por lo que sus síntomas no suelen ser muy alarmantes. No obstante hay algunas pistas que pueden avisar de que el niño puede estar padeciendo un caso de anemia: palidez, fatiga, irritabilidad, falta de apetito, el pequeño aborrece algunas cosas que no son alimentos, retraso del desarrollo o del aprendizaje y aumento de la frecuencia cardiaca.

Si se advierten alguna de estas señales, es importante acudir a un pediatra y ponerle en conocimiento del estado del niño para que este valore realmente si podemos estar ante un caso de anemia. En caso de que haya sospechas de que el menor pueda padecer este problema de salud, lo más común es hacer un análisis de sangre para determinar si los niveles de hemoglobina son los correctos.

¿Cómo tratar la anemia?

Una vez que el especialista haya diagnosticado la anemia en el menor, es preciso proceder a tratar estos problemas de salud. Lo más indicado es iniciar una dieta con la que ayude a que el niño compense los niveles de hierro que faltan en su organismo. Estos son algunas de las recomendaciones que realiza la AEP para la alimentación de una persona con anemia:

– Se recomienda tomar carne roja como ternera, cordero, o cerdo de dos a tres veces a la semana. También moluscos como almejas y berberechos, que son muy ricos en hierro. Otras caernes como el son también contiene grandes cantidadees de este ingrediente, pero no son apropiadas por su importante contenido en grasa.

– A partir de los seis meses no es recomendable tomar más de medio litro de leche al día (contando también yogures y similares), porque los lácteos dificultan la absorción del hierro.

– El hierro que tienen los alimentos de origen vegetal, como los cereales y las legumbres, se absorbe peor (las lentejas, tienen excesiva fama de riqueza en hierro), pero deben estar presentes en la alimentación y formar parte de una dieta equilibrada.

La AEP también expresa que en ocasiones pueden ser necesarios suplementos con hierro en forma de gotas, ampollas bebibles o comprimidos. Este aporte medicinal preferiblemente se ha de tomar en ayunas, con agua e incluso zumo natural de naranja, pero nunca debe acompañarse con leche. Si habitualmente se desayuna leche, también se puede tomar antes de la merienda.

Damián Montero

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