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Mordeduras de perro, cómo proceder ante esta situación

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La mordedura del perro se puede evitar con mucho cuidado.

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Las mascotas son muy atractivas para los más pequeños de la casa. Ya sea la propia o la de un amigo, vecino o conocido, una escena muy habitual en muchos niños es quedarse prendado de un perro y querer acariciarlo y jugar con él. Una actitud que si bien no hay que reprimir, ya que se trata de una manifestación del amor de los menores por los animales, hay que tener en cuenta ciertos riesgos potenciales.

No hay que olvidar que los animales son seres que carecen de razón y que en ocasiones pueden presentar reacciones agresivas ante las actitudes cariñosas de los niños. De hecho hay situaciones en la que un menor es víctima de la mordedura de un perro, algo que se puede prevenir simplemente conociendo un poco más de la mascota que se acerca al pequeño.

Todos pueden morder

Las mascotas se convierten en casi un miembro más de la familia, por eso se les trata en muchos casos como una persona más. Pero no hay que olvidarse de la condición de animal de estos. Tal y como indican en la Fundación Nemours, aunque un perro tenga una actitud cercana y amigable, no quiere decir que bajo determinadas circunstancias no pueda morder.

Hambre, sensación de peligro o cansancio son contextos que crean una situación de estrés en estos animales. Un estado que hará que reaccionen de forma agresiva ante estímulos externos como puede ser incluso una caricia de un niño. Por ello es importante que el menor sepa ciertas normas de seguridad como por ejemplo nunca molestar a un perro mientras duerme o come, o acercar su mano a la boca del mismo.

Estas son las pautas de seguridad que deben dejarse claras cuando un perro llega a la familia:

– No apretar nunca a un perro con demasiada fuerza, abalanzarse encima de él ni saltar sobre él.

– No fastidiar a un perro ni tirarle de las orejas o de la cola, o de otra extremidad. Por supuesto, nunca causarle dolor.

– No molestar a un perro mientras está comiendo, durmiendo o cuidando de sus cachorros.

– No jugar a pelearse con él. El perro no entiende que se trata de algo irreal y reaccionará agresivamente ante cualquier ataque.

– No alimentar nunca a un perro utilizando los dedos. Colocar siempre el alimento sobre la palma de la mano mientras se mantienen todos los dedos bien juntos.

– Nunca acorralar a un perro contra una esquina.



También hay que tener ciertas naciones de seguridad en el caso de que la mascota no pertenezca a la familia y el niño quiere acercarse a acariciarla:

– Preguntar siempre al dueño si se puede o no se puede acariciar al perro. Nadie mejor que él sabrá si es agresivo o no y si representa peligro

– Esperar que el perro huela al niño antes de acariciarlo.

– Que no corra hacia el perro ni se aleje de él corriendo ya que estas son señales que el animal interpreta como peligro

– Si el perro da señales de querer morder, hay que colocar cualquier objeto entre tu el cuerpo del pequeño y el del animal.

Y si se produce la mordedura

No todos los accidentes se pueden evitar y también es posible que un perro termine mordiendo al niño pese a todas las medidas de seguridad. Lo mejor en estos casos es acudir a un centro médico para que se determine el alcance de la lesión ya que incluso pueden producirse pequeñas roturas en los huesos de la mano de los más pequeños. También es imprescindible averiguar si la mascota está vacunada contra la rabia.

Una vez en el médico, este procederá a lavar la herida del niño y desinfectarla ya que la cantidad de bacterias presente en la boca de un perro puede causar infecciones en la herida. También será necesaria la sutura en el caso de que la incisión causada por el animal sea demasiado profunda. Es posible que el pediatra sugiera el empleo de antibióticos para prevenir otros problemas.

Por otra parte también será necesario que los padres hablen con el hijo para recordar que no deben tener miedo a otras mascotas. Simplemente es necesario un poco más de cuidado la próxima vez. Una mordedura de perro puede hacer que el niño sienta temor cada vez que se cruce con uno de estos animales por la calle, algo muy posible. Si bien no hay que obligar a que se produzca este contacto, no hay que permitir que el pequeño experimente estas sensaciones cada vez que encare estos encuentros.

Damián Montero

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