Nunca antes habíamos prestado tanta atención a nuestro sistema inmunitario, lo que coloquialmente llamamos «nuestras defensas». Hoy, con la pandemia, estamos muy concienciados de la importancia de crear una barrera defensiva eficaz contra las amenazas a nuestra salud.
El coronavirus es ahora el peligro epidemiológico al que estamos expuestos en el mundo occidental, pero no es el único. Convivimos con un ejército de patógenos, no sólo virus, sino también bacterias, microbios, y contaminantes. Pero también nos encontramos a merced de un peligro interno, que no es otro que el deterioro celular, que en el caso del cáncer, puede ser mortal.
La prevención, una vez más, es aquí la clave, y la mejor manera de conocer el estado de nuestro sistema inmunitario es la analítica de sangre. No basta, un estudio que nos indique el número de nuestros leucocitos totales, linfocitos o neutrófilos, los parámetros que se miden habitualmente en un hemograma. Nuestro sistema inmunitario, formado por una serie de células que se encuentran en nuestros fluidos y tejidos, es más complejo, y para que trabaje de manera eficaz debemos conocerlo en todos sus niveles.
Con este propósito, debemos distinguir, en primer lugar, entre el sistema inmunitario innato y el adquirido. El primero, como su propio nombre indica, está presente en nuestro organismo desde el nacimiento y funciona, bien en base a proteínas que tienen propiedades antimicrobianas, bien mediante la llamada fagocitosis, que no es otra cosa que rodear y destruir elementos extraños y nocivos.
El ejército de este sistema inmune adquirido está formado por macrófagos, neutrófilos, células dendríticas, mastocitos, eosinófilos, basófilos y células NK (Natural Killer). El del sistema adaptativo, más poderoso y con el que se forma la memoria inmunológica lo integran principalmente las células B y T.
Todos estos elementos juntos, digamos, defienden nuestro castillo del ejército invasor, por continuar en términos bélicos. Pero, ¿cómo sabemos cuándo se está preparando una batalla silenciosa?
¿Cómo te avisa el sistema inmunológico? Con herpes y alergias
Estos son los indicios y señales de que nuestro sistema inmunitario puede no estar en plena forma:
– Si tienes infecciones con mucha facilidad (catarros, faringitis, amigdalitis, candidiasis vaginal, infecciones de orina).
– Si tienes lesiones en la piel o mucosas (dermatitis, foliculitis, «boceras», llagas, hongos…)
– Si tienes múltiples alergias ambientales o a alimentos.
– Si te han diagnosticado alguna enfermedad autoinmune, esto es, por ataque de tus propios anticuerpos frente algún tejido tuyo, como la piel (psoriasis, dermatitis…), el intestino (enfermedad de Crohn, colitis ulcerosa…), o alguna glándula (tiroiditis…).
– Si tomas antibióticos con frecuencia o corticoides es muy probable que tu sistema inmune sufra. Los antibióticos matan nuestra flora intestinal que es vital para el mantenimiento de un sistema inmunitario fuerte y funcional y los corticoides bajan nuestra inmunidad directamente.
La edad es, por supuesto, otro peligro, ya que según indica este experto en gestión médica de la edad, nuestro sistema inmune no funciona bien con los años y esa es una de las razones por las que se tienen infecciones más graves a edades más avanzadas o más incidencia de cáncer.
Son diversas las soluciones que podemos ponerle a estos «agujeros» en nuestro sistema defensivo. Por supuesto, que una alimentación adecuada al estilo de vida, la práctica de ejercicio y una higiene correcta del sueño son la base de la salud, pero siempre podemos ayudar a mejorar las defensas.
Recursos para fortalecer nuestro sistema inmunitario
En nuestra lista de la compra, tener presente los alimentos ricos en vitaminas C, D y Zinc, como cítricos, pescados y mariscos y verduras de hoja verde. La suplementación de estos micronutrientes con funciones de apoyo inmune puede modular la función del sistema inmunológico y reducir el riesgo de infección.
Hongos como el reishi, shiitake o maitake también producen efectos sobre el sistema inmune. Así, el Reishii es conocido por ser inmunoestimulante e inmunomodulador. El Shiitake activa macrófagos, células T y NK y el Maitake ha demostrado estimular el S.I. innato y el adaptativo, incluso en pacientes con cáncer.
Los probióticos están recomendados y se ha demostrado su eficacia bajando bajando frecuencia de resfriado común, eccema o alergias.
Y, por último, hay que recordar la importancia que en los últimos años ha venido cobrando la melatonina en la prevención del daño celular en estados agudos (sepsis en neonatos) y crónicos (enfermedades metabólicas y neurodegenerativas, cáncer, inflamación y envejecimiento).
Doctor Alfonso Galán, experto en gestión médica de la edad en Neolife
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