Informarse es un punto muy importante a la hora de asegurar la salud de nuestros hijos. Si bien la última palabra siempre han de tenerla los especialistas, nunca está de más conocer qué puede estar sucediéndole a un niño. Es habitual, incluso, confundir síntomas o dar por supuesto un diagnóstico de manera apresurada. Lo que significa que no se va a alcanzar a aplicar el tratamiento adecuado, como puede suceder en la denominada fiebre del heno.
También conocida como rinitis alérgica, la fiebre del heno causa signos y síntomas parecidos a los de un resfriado: secreción nasal, picor en los ojos, congestión, estornudos y presión en los orificios nasales. Pero, tal y como indican desde la Clínica Mayo, su origen no está en un virus, sino que se trata de una respuesta alérgica a alérgenos que se ubican tanto en espacios interiores, como al aire libre (polen o ácaros del polvo pueden ser causantes habituales).
Síntomas de la fiebre del heno
Como se ha dicho, los síntomas de la fiebre del heno suelen ser parecidos a los de un resfriado, lo que incluye:
– Goteo y congestión nasal.
– Ojos llorosos, rojos y con picor (conjuntivitis alérgica).
– Estornudos y tos.
– Picazón en la nariz, paladar y garganta.
– Piel hinchada y con color asul bajo los ojos
– Fatiga.
Estos síntomas pueden comenzar o empeorar en determinados momentos del año en los que se aparecen detonantes como:
– El polen de los árboles en primavera.
– Polen del césped, en el final de la primavera o comienzos del verano.
– Pólenes de otoño.
– Los ácaros del polvo, cucarachas y la caspa de algunas mascotas.
– Rastros de hongo y moho interior.
¿Fiebre del heno o resfriado común?
Si los síntomas son idénticos, cómo distinguir un caso de otro. Estas son las pistas que te lo indicarán:
– Fiebre del heno. Los signos habituales son el moqueo con secreción acuosa y sin fiebre. Comienza inmediatamente después de la exposición a alérgenos y su duración se mantiene mientras se esté frente a los mismos.
– Resfriado común. En este caso, los síntomas son moqueo con secreción amarillenta acuosa o espesa, acompañados de dolores generalizados, y fiebre ligera. Comienza entre uno y tres días después de la exposición al virus del resfriado y suele durar entre tres y siete jornadas.
Siempre se ha de consultar al médico en los siguientes casos:
– Los síntomas de la rinitis alérgica no remitan.
– Los medicamentos contra la alergia no alivien o causen efectos secundarios molestos.
– Existe la presencia de otros trastornos que empeoren la rinitis alérgica, como pólipos nasales, asma o infecciones frecuentes en los senos paranasales.
Damián Montero
Te puede interesar:
– Las alergias en los colegios, decálogo de actuación
– Asma en niños: causas y sintomas
– Niños con alergia a la leche