Basta un tosido del niño para que la alarma de los padres se encienda. No se puede evitar, la salud de los más pequeños es algo que preocupa a todo progenitor. La llegada de un hijo supone un curso acelerado de Medicina básica para al menos reconocer qué le está pasando al niño y actuar de una forma u otra en función de la gravedad del asunto.
Enfermedades, trastornos, caídas o virus son sólo algunos de los ejemplos de lo que puede afectar a los niños. Algunos de estos problemas llegan en determinadas épocas del año, como el resfriado o la gripe en invierno, otros no entiende de meses. Es el caso del exantema súbito, que puede aparecer en cualquier momento del año, por lo que reconocerlo en sus primeras fases será vital para tratarlo.
Picores y erupciones
¿Qué es el exantema súbito? La Asociación Española de Pediatría, AEP, lo define como una enfermedad provocada por un virus que afecta especialmente a los niños pequeños, en el 90% de los casos se manifiesta antes de los 2 años de vida. Como se ha dicho, puede aparecer en cualquier época del año.
Este virus se manifiesta a través de dos síntomas muy claros: la fiebre elevada, que aparece de repente y sin pasar por temperaturas más bajas. Después del ascenso del calor corporal, en el cuerpo del niño comienzan a surgir erupciones en la piel, que suelen coincidir con la desaparición del proceso febril.
Su periodo de incubación es de unos 10 días aproximadamente. El virus que lo provoca es herpes humano tipo 6, aunque también es posible que lo provoque el de tipo 7. La aparición de estas erupciones cutáneas también puede hacer que el niño se encuentre irritable por el picor que le causa.
Mientras dure la enfermedad, se recomienda que el pequeño se mantenga alejado de sus amigos ya que esta enfermedad es altamente contagiosa.
Diagnóstico y tratamiento
La presencia de fiebre y erupciones ya debe alertar a los padres. Si advierten estos síntomas, lo recomendable es acudir al pediatra para que sea quien confirme el exantema súbito. En caso de que se confirme este diagnóstico, el tratamiento principal consistirá en rebajar la temperatura corporal del niño y evitar que se rasque las erupciones.
También es posible que ante la bajada de defensas se recete algún para evitar otras infecciones que pudieran agravar el proceso de recuperación del pequeño. Una vez desaparecida la fiebre y las erupciones, el niño puede volver al colegio o a la guardería sin preocupación por posible contagio.
Damián Montero
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