El deporte no es un terreno limitado a los hombres ni vedado a las mujeres. Los Juegos Olímpicos de Río 2016 no solo reunieron a 4.700 mujeres, un 45 % de todos los atletas, sino que hicieron que los medios participaran en un maratón de titulares sobre los logros femeninos. Simone Biles, Sara, Samir, Almaz Ayana o Carolina Marín son solo algunos ejemplos.
Sin duda, su ejemplo habrá motivado a muchas niñas a intentarlo y a esforzarse un poco más, pero muchas otras tendrán sus propias heroínas en casa. El deporte ayuda a prevenir enfermedades, pero también a recuperarse de ellas y eso lo viven las más de 100 mujeres que acuden a los entrenamientos de Corre en Rosa, con algo en común: superar o haber superado un cáncer.
La idea de crear este grupo fue de la doctora Lucía González Cortijo «para alejar a sus pacientes con cáncer de mama de la vida sedentaria y animarlas a practicar ejercicio físico», como explica la responsable de comunicación de este movimiento, Gemma Fernández. En estos entrenamientos, «cada paciente pasa por un estudio cardiológico y por el control de un médico deportivo que supervisa que estén en óptimas condiciones para entrenar». Además, cuentan con un equipo de entrenadores «con Ramiro Matamoros a la cabeza, sin cuya ayuda y generosidad este proyecto no sería posible».
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El apoyo del deporte
El grupo ayuda a las mujeres a controlar las secuelas de los tratamientos como el sobrepeso, la dificultad para conciliar el sueño o problemas cardiovasculares, pero al mismo tiempo supone un encuentro con otras que han pasado por su misma situación. Eso les aporta «una fortaleza psicológica importante».
Sin embargo, no todas se ponen la camiseta rosa con la misma esperanza. «Algunas acuden un poco escépticas al principio pues la mayoría, sobre todo las que se encuentran en pleno proceso, tienen un estado físico y anímico difíciles», sostiene Fernández, aunque continúa «desde el primer momento descubren que la alegría, el cariño y la fuerza del resto les pueden ayudar a superar esas barreras».
Además, Corre en Rosa les aporta algo mucho más importante. «Descubren que pueden sacar algo positivo de una enfermedad tan devastadora como el cáncer», concluye Fernández.
Noelia Fernández Aceituno
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