Ir caminando al cole es lo ideal, pero para muchas familias también es una utopía. Bien porque el cole está demasiado lejos, o porque hay que levantar a los niños una hora antes, o porque nos asusta el peso que llevan en la mochila durante un trayecto tan largo, o porque no podemos acompañarles, sobre todo, si luego tenemos que volver para ir al trabajo… son muchos los inconvenientes que encuentran los padres. Sin embargo, tiene tantos beneficios que todos sabemos que podemos y tenemos que hacer un esfuerzo.
Iniciativa nacional ‘Caminando al cole’
Factores culturales y geográficos influyen directamente en el hecho de caminar al colegio todos los días, aunque la distancia al colegio o instituto es, sin duda, la barrera principal. La lejanía del hogar del centro educativo hace menos probable que los niños se desplacen por su propio pie al colegio, pero también influye la planificación urbana o la percepción que la comunidad tiene de la edad y la distancia a la que un menor puede acceder solo al colegio.
Conscientes de todos estos nuevos desafíos la AEP, a través de los comités de Salud Medioambiental y Promoción de la Salud, ha puesto en marcha el Proyecto Caminando al cole, una iniciativa que pretende crear una red colaborativa de trabajo multidisciplinar en salud medioambiental escolar y contribuir así a la creación de ambientes más saludables en este entorno. Para ello, es necesario contar con el apoyo de las administraciones locales «que tienen potestad para mejorar la salud y bienestar de la infancia en la escuela desarrollando y apoyando propuestas para crear entornos escolares más saludables como la proposición no de ley (PNL) en la que actualmente trabajamos con otros grupos de España», asegura el doctor Juan Antonio Ortega, coordinador del Comité de Salud Medioambiental de la AEP.
Caminando al cole, un antídoto contra la obesidad
Datos recientes publicados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) han dejado claro que a los niños y adolescentes les falta de actividad física. Por este motivo, la Asociación Española de Pediatría (AEP) pretende mostrar cómo los pequeños gestos de ir caminando al colegio pueden tener resultados de gran envergadura en la salud de los escolares. «Cerca del 23% de nuestros estudiantes tiene sobrepeso y en torno a un 18% padece obesidad. Caminar un kilómetro de ida y otro de vuelta al día, -distancia media entre el colegio y el hogar-, supone realizar hasta 2/3 partes del ejercicio diario recomendado en los menores«, asegura la doctora María José Mellado Peña, presidente de la AEP.
Caminar al colegio se ha asociado a un menor índice de masa corporal y contribuye a disminuir el exceso de peso a través de un incremento del gasto calórico, además de que contribuye a prevenir la obesidad abdominal independiente de otros factores de carácter demográfico, dietas, porcentaje de grasa corporal o minutos dedicados a la actividad física. «Estos resultados pueden ser especialmente prometedores para los jóvenes con obesidad, ya que caminar al colegio puede ser una estrategia fácil de implementar en la actividad diaria y efectiva para controlar y reducir la obesidad», asegura el doctor Ortega.
Por su parte, el doctor Julio Álvarez Pitti, vocal de actividad física del Comité de Promoción de la Salud (CPS) de la AEP, explica que «la realización de esta actividad física ayuda a disminuir los valores de presión arterial, mejora la capacidad de regulación de los niveles de azúcar de la sangre mejorando la sensibilidad a la insulina, disminuye los valores de triglicéridos, incrementa los valores de colesterol (HDL) y contribuye a mejorar la condición física cardio-respiratoria«.
El doctor Álvarez Pitti añade que «ir caminando al colegio supone además una mejora en la condición física muscular, ya que tonifica los músculos y permite incrementar la masa muscular, sobre todo del tren inferior y espalda. Este incremento de la masa muscular es fundamental para un buen tono corporal y control postural. Además, se mejoran otros componentes de la condición física como son el equilibrio y la coordinación».
Ir caminando al cole, mejora el aprendizaje
La actividad física puede ser influyente en la plasticidad y flexibilidad cerebral.
El ejercicio a largo plazo favorece el riego sanguíneo cerebral, la creación de nuevas conexiones neuronales, la transmisión neuronal en el hipocampo y la expresión de genes relacionados con factores de crecimiento nervioso.
«Los resultados de los estudios sugieren que la actividad física que tiene lugar inmediatamente antes del colegio predispone al aprendizaje efectivo, observando mejores habilidades verbales, numéricas y de razonamiento en los que llevan a cabo un transporte activo al centro educativo. La actividad física tiene efectos positivos en el nivel de concentración y reduce los comportamientos hiperactivos o autoestimulatorio», asegura el doctor Álvarez Pitti.
Por otro lado, a nivel emocional, se ha demostrado que la práctica de la actividad física diaria incrementa la autoestima y disminuye el riesgo de caer en trastornos del área emocional (ansiedad, depresión). Además, «favorece los momentos de encuentro entre padres e hijos y fomenta el establecimiento de nuevas amistades, potenciando el sentimiento de pertenencia al grupo», concluye el vocal de actividad física del CPS.
Ir caminando al cole beneficia al planeta
De forma paralela, «las aglomeraciones y el uso del coche para ir al cole también contribuyen al empeoramiento de la calidad global del aire en las ciudades», asegura la presidenta de la AEP. Un hecho constatado al que se une el incremento del uso de coche y, en consecuencia, los atascos en las rutas escolares, lo que contribuye al incremento de la contaminación atmosférica.
La Contaminación Atmosférica Urbana (CAU) es uno de los mayores retos en salud medioambiental del presente siglo para la OMS. Es responsable del 19% de toda la mortalidad cardiovascular. Los niños son más vulnerables a la CAU porque respiran más veces por minuto e inhalan mayores volúmenes de aire por kg de peso que los adultos, por la inmadurez anatómica y funcional del sistema respiratorio en crecimiento y por su menor estatura. En los colegios situados cerca de autopistas o calles con alta densidad de tráfico – con frecuencia provocado por los propios padres en las horas de entrada y salida del colegio- los niños están expuestos a contaminantes del aire que se asocian con alteraciones del sistema nervioso central en los test de atención y conducta. «Médicos y científicos estamos de acuerdo en que el uso del automóvil incrementa la CAU y esto se asocia significativamente con una disminución del rendimiento académico, memoria de trabajo, atención y deterioro de la función pulmonar en los niños», asegura el doctor Ortega.
Durante la etapa escolar niños y adolescentes pasan 40 horas a la semana en escuelas, institutos y guarderías. La escuela no es solo el lugar donde aprenden, sino donde con frecuencia pasan más tiempo a lo largo del día. Estos lugares generan preocupaciones en los padres por las exposiciones medioambientales. Al mismo tiempo, la enseñanza (educación, instrucción y aprendizaje) debe contemplar el conocimiento de los contaminantes medioambientales y sus efectos adversos potenciales en la salud y en los ecosistemas naturales.
Marisol Nuevo Espín
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