El Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad, conocido como TDAH, sigue estando infradiagnosticado entre los niños. Se caracterizan por ser más movidos que el resto, por su hiperactividad, y su déficit de atención puede derivar en problemas en el colegio que pueden llegar hasta el fracaso escolar. Detectar a tiempo este trastorno infantil, implica empezar con el tratamiento para evitar sus consecuencias.
El incesante deseo de descubrimiento que se lleva a cabo en la infancia, suele ir descrito por los padres mediante la frecuente frase «este niño no para un momento». Esto en principio no tiene por qué representar un problema ya que suele ser lo natural y lo propio en la primera década de vida de los pequeños, pero ¿cuándo podemos considerarlo excesivo y pensar que pueda requerir una atención específica?
Qué es el Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad
El Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad conocido como TDAH comenzó a ser objeto de estudio a finales del siglo XIX, siendo en 1902 cuando el pediatra inglés Georges Gil describió un conjunto de problemas conductuales comunes en niños.
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Sin embargo, la definición como tal no se hizo vigente hasta que la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) publicó en los años ochenta en el manual de clasificación de enfermedades mentales este nuevo término para referirse a un trastorno cuyos síntomas definitorios eran una actividad motora excesiva, falta de atención e impulsividad.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) es frecuente que aparezcan otros síntomas derivados de los anteriores como:
1. Los problemas de disciplina y de adaptación social.
2. Los retrasos en las habilidades motoras
3. El déficit de autoestima.
Por otra parte, los niños hiperactivos son un grupo diverso y heterogéneo respecto a los rasgos que puede manifestar cada individuo, siendo difícil a veces su detección y muchas veces se engloban bajo el término de hiperactividad otros desvíos conductuales que no lo son. Es además un grupo amplio, estimándose que entre el 3% y el 5% de los niños lo presentan, de éstos solo una cuarta parte está diagnosticado, siendo mucho más frecuente en los varones que en las mujeres.
¿Cómo afecta el déficit de atención a los niños?
El déficit de atención que presentan muchos pequeños estudiantes tiene un origen cognitivo, es decir en el modo en el que se percibe y procesa la información que llega del exterior. En general tienen dificultades en diferenciar el estímulo relevante del que no lo es, en procesar estímulos simultáneos, poseen poca capacidad para identificar la información, memorizarla y volverla a recuperar, lo que origina que generen esquemas mentales frágiles, incapacidad para atender en periodos largos de tiempo, falta de planificación, etc.
Esta atención deficitaria puede venir acompañada de un exceso de motricidad cuyos rasgos más frecuentes son los constantes movimientos de pies y manos, la necesidad de levantarse frecuentemente o hablar continuamente y de una conducta impulsiva que da lugar a respuestas precipitadas, dificultades en la espera (por ejemplo, guardar el turno), la intromisión en las actividades de los otros, etc.
Es muy frecuente, por tanto, que los niños no diagnosticados presenten bajo rendimiento escolar y obtengan malas notas en el área de comportamiento, lo que les crea baja autoestima al no comprender qué hacen mal y por qué su esfuerzo no obtiene la recompensa adecuada.
Dependiendo de la intensidad del trastorno, hoy en día el tratamiento del TDAH se realiza mediante la acción conjunta de fármacos y métodos de terapia conductuales y cognitivos. Si bien los niños suelen presentar una respuesta rápida ante la medicación, ésta es objeto de controversia por tener que administrarse de forma continuada, y según Barkley sólo debería suministrarse en niños con hiperactividad permanente.
Marisol Nuevo Espín
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