Los niños, al igual que los mayores, necesitan hidratarse, pero en su caso es aún más importante por estar en una época de crecimiento. Existen multitud de bebidas dulces y con compuestos químicos que no deben tomarse cada día sino como las chuches: sólo en momentos excepcionales. ¿Sabes cuáles son las bebidas más sanas en la alimentación de los niños?
El agua para los niños: los beneficios de la hidratación
El agua es la mejor bebida que hay en todas las etapas de la vida. Aunque no aporte ni energía ni vitaminas, es una bebida necesaria por sí misma, básica y esencial para todos, especialmente para los niños.
Podemos tomar el agua en las comidas y fuera de ellas: en el recreo, al hacer deporte, cuando hace calor, cuando se tiene sed, etcétera. Asimismo, es importante que tus hijos tomen agua si están resfriados, enfermos o tienen fiebre.
En el caso de los bebés, a las mamás nos da miedo darles agua, y lo cierto es que durante el periodo en el que se alimentan sólo con leche no es necesario dársela ya que la leche contiene suficiente. Eso sí, los pediatras diferencian entre la leche materna (que sí tiene agua suficiente) y las preparadas para lactantes (tienen, pero puede ser conveniente darles más si hace calor). Una vez que el bebé ya empieza a tomar otros alimentos es cuando se le debe introducir el agua: mejor poco a poco y con un vasito en lugar del biberón.
¿Son sanas otras bebidas para los niños?
– Zumos naturales: los zumos naturales son los que hacemos en casa al exprimir o licuar frutas y verduras. Aportan casi todos los nutrientes y vitaminas de las frutas, excepto la fibra, que sí se pierde. Son una muy buena opción para beber, pero mejor que sea en poca cantidad: es mejor que tomen la fruta con su pulpa y la piel para que ingieran la fibra.
– Refrescos: hoy en día existen multitud de tipos de refrescos. Seguro que te vienen a la cabeza decenas de marcas con tipos y sabores diferentes. En esencia, todos son lo mismo: compuestos de agua e ingredientes artificiales que aportan sabor, más azúcares y gas (en algunos casos). Estas bebidas no son recomendables en la alimentación, especialmente los azucarados.
– Zumos envasados: zumos de melocotón, de piña, de uva… también de estos productos existe una gran variedad, todos elaborados a base de agua y concentrados de frutas. Pese a que son muy comunes en todos los hogares y los padres pensamos que son buenos para la alimentación de los hijos, hay ciertas cosas sobre estos zumos que debemos recordar:
– Los pediatras de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria recuerdan que estos productos contienen muchos azúcares: también los que dicen no tener azúcares añadidos. Esto significa que se trata de productos que aumentan el riesgo de que los niños desarrollen caries en los dientes, y que pueden contribuir a ganar peso en exceso.
– Los zumos, pese a estar hechos con agua y concentrado de frutas, no sustituyen a la fruta que tu hijo debe tomar: les faltan la mayoría de las vitaminas y la fibra.
– Como tienen una importante cantidad de azúcares, después de tomar los zumos es común que los niños pierdan el apetito, lo que aumenta el riesgo de que tus hijos tomen menos de otros alimentos que son más necesarios para su crecimiento.
– En ocasiones se han dado casos de niños que han sufrido molestias en la barriga y diarrea tras los zumos. Esto se debe a algunos de los azúcares o edulcorantes que contienen.
– El consumo diario de estos zumos preparados parece asociarse al aumento de riesgo de desarrollo de diabetes tipo 2. Pese a que esto es algo que ocurre al cabo de los años, es importante tenerlo en cuenta.
– Algunos dicen que contienen leche, pero es en muy poca cantidad (10 por ciento). «Los pares deben saber que el pequeño beneficio de esos 33 mililitros de leche del envase de 300 no compensa la gran cantidad de azúcares que llevan», advierten.
En esencia, procura que el agua sea la principal bebida en la alimentación de tu hijo. Esto no significa que no pueda tomar otra clase de productos, si no que es mejor que los tome menos a menudo para que crezca fuerte, sano y feliz.
Ángela R. Bonachera
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