El COVID-19 trae consigo situaciones excepcionales: temor por la vida, muerte de un familiar, despedidas inesperadas… Hablamos con Xusa Serra, enfermera referente de la unidad de acompañamiento a las enfermedades y final de vida sobre el duelo tras la muerte de un familiar por coronavirus.
En estas semanas tan complicadas en España y en el mundo entero, el COVID- 19 ha dado un vuelco a nuestras vidas. El coronavirus está causando un elevado número de muertes en poco tiempo en unas circunstancias excepcionales. Xusa Serra, enfermera referente de la unidad de acompañamiento a las enfermedades, el duelo y final de vida del hospital Universitario General de Cataluña asegura que «tener certeza de la muerte y poder asistir a la despedida es esencial para garantizar un tiempo de duelo saludable, por lo que el no poder despedirnos de nuestros familiares, es posible que entorpezca el duelo, que dura entre dos y cinco años». Es por ello que los médicos a pesar de estar desbordados, han de comunicar estas noticias a los familiares con el mayor tacto posible.
Hablamos sobre el duelo, un tema delicado, pero ella es experta. Nos da una serie de tips muy enriquecedores, algo tan sencillo como no dar consejos sobre lo que tiene que hacer o cómo se tiene que sentir a alguien que acaba de perder un ser querido, un hijo por ejemplo. Ya que ese dolor sólo lo entienden las personas que han pasado por la misma situación. Nos alerta de la importancia que tiene aceptar la muerte de alguien para poder comenzar el duelo, ya que si lo negamos, lo eternizamos, cosa muy nociva para nuestra salud mental. Hace hincapié en contarles a los niños la verdad, sin sobreprotegerles ya que ellos también necesitan experimentar la fase de duelo.
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La muerte de un familiar no se afronta
Lo primero que nos comenta es algo tan importante, que deberíamos grabarlo en la mente. «Cuando muere un familiar no se debe afrontar el duelo dado que no hay ninguna lucha. Si tienes sentimientos es porque esa persona se lo ha merecido. Ha fallecido, pero no se ha ido, ni ha desaparecido. Por una circunstancia en su vida, como una enfermedad o situación inesperada dejas de verla, pero no de sentirla»
La energía, la clave de todo
El coronavirus lo cataloga como una muerte inesperada. «Nadie se lo esperaba. Esto ha generado en las familias una gran inquietud tras la muerte de un ser querido. Se les vienen a la cabeza pensamientos como: era persona era útil, tenía energía. Igual era una persona mayor pero estaba bien cuidada alimentada, querida, eso da vida a los años».
Esta pandemia es una situación tan extrema, que va a desconcertar a muchas personas ya que «cuando algo suficientemente importante desequilibra la vida corres un gran riesgo. El coronavirus afecta a los pulmones y eso desequilibra el resto del cuerpo. Si además el paciente tiene enfermedades asociadas como una salud comprometida, no va a tener energías para poder salir de esto. Las personas mayores cuando están muy enfermas son como una pila sin energía, no hay lucha, no hay padecimiento. Los ves tranquilos, les preguntas si llamamos o no a su familia y ellos responden con serenidad mientras que sus allegados están preocupadísimos. Esto lo percibimos constantemente con las personas mayores. Buscamos que no estén incómodos, sino que esa vida que les queda tenga todos los colores».
«Por el coronavirus mueren pocas personas jóvenes, ellos tienen energía y ante cualquier acción hay una reacción positiva. Cuando eres una persona joven y vas a morir tienes unos proyectos en la vida que quieres vivir».
En cambio con las personas mayores ya no hay lucha ni miedo. La naturaleza nos prepara para nacer y para morir. Sólo les preocupa que sus familiares estén bien y no sufrir. Los jóvenes si luchan y por eso lo pasan mal».
¿Por qué es tan importante esa despedida?
Parece algo superfluo a simple vista, pero para la experta es esencial esa despedida. «Si no he podido integrar en mi cabeza que la persona ha fallecido no puedo iniciar el duelo. Ahora toca un largo camino. Si esa persona amaba a su familia es lógico que le lloremos. No lloramos por personas que no amamos, podemos llorar por una situación, por si le pasa algo a los míos. Sino no pararíamos de llorar. Yo sufro por los míos. Cuando estás o ves a alguien pasándolo mal que se parece a uno de los tuyos, por la edad, forma de los ojos, de expresarse… te recuerda a ese ser querido, lo ves proyectado porque estás pensando en tu ser querido».
Entendemos que esto es un mecanismo del ser humano ya que al ver las noticias, no pararíamos de llorar, de sentirnos tristes con cada hecho desagradable o injusto. No levantaríamos cabeza. Y esto nos sucedería no sólo con el tema del coronavirus sino con cualquier noticia negativa que saliese en el telediario.
El duelo y los niños
Xusa resalta la importancia de la despedida por parte de todos los miembros de la familia. Se debe evitar sobreproteger a los más pequeños, dado que todos tienen derecho a esa despedida.
«Con los niños dentro de la familia hay un clima de sobreprotección. A éstos se les mantiene al margen de todo».
«No suelen ir a los hospitales a despedir a sus seres queridos, los cuales están abiertos a todos. 9 de cada 10 niños no se despide de su ser querido, esto aumenta los trastornos mentales de éstos en el futuro. Recordamos lo que hemos hecho y lo que no hemos podido hacer. ¿Le has preguntado al niño si se quiere despedir? No des nada por sentado».
Cada familia educa a sus hijos de la forma que crea más conveniente, pero estas palabras nos hacen reflexionar. Muchas veces infravaloramos a los niños, pensamos que no van a soportar ver a su padre o a su abuelo mal, ¿y si verles, y si despedirse correctamente es el primer paso del duelo? Para Xusa lo es, el aceptarlo, el verlo con tus propios ojos.
¿Por qué ocultamos las malas noticias?
Este hecho no sucede con todas las personas, pero últimamente muchas personas huyen de la realidad, o quieren tapársela a sus allegados para que no sufran. «La sobreprotección ya no solo es con los niños, sino en general. Cuando el médico me da una mala noticia no la cuento. Esto es muy peligroso ya que todo eso se va retroalimentando». Puede que cuando se lo cuentes a tus familiares sea demasiado tarde, y les hubiese gustado saberlo desde el principio. En la vida hay que aceptar las cosas buenas y las malas, porque de eso se trata vivir, de aceptar las contrariedades para poder superarlas y de buscar tu felicidad y la de los tuyos.
Pongámonos en una situación que probablemente nunca se te había pasado por la cabeza. «Cuando un paciente se está muriendo y me lo pregunta yo nunca le digo si o no. Eso cierra la puerta a todo tipo de conversación, de aceptación por parte del paciente, cierra una puerta a la esperanza. Yo les digo ¿Por qué me haces esa pregunta? El enfermo necesita compartir con el personal sanitario cómo se encuentra. Si un paciente te hace esa pregunta es porque él mismo está notando que se queda sin fuerzas».
¿Ayuda saber que muchas personas están pasado por lo mismo que tú?
A diferencia de las muertes inesperadas, estas, que también lo son, comparten algo universal, millones de personas en el mundo, en España, en tu ciudad, en tu barrio, están sufriendo lo mismo que tú. «Lo que va a ayudar a una familia que ha vivido la muerte de un hijo en un accidente de moto, nadie lo va a comprender tan bien como otra familia que haya perdido a un hijo. Todo el mundo da consejos continuamente de algo que nunca ha vivido y a esa persona no la están ayudando. No se siente acompañado porque no entendemos esa situación. Eso es lo que complica el duelo».
Más de 300.000 personas en España están llevando un duelo complicado. El problema es social. Las familias solo se cuentan lo bonito».
Este dolor se va a compartir, nos afecta a todos. “Con respecto al coronavirus va a pasar algo muy nuevo para nosotros. Esto nunca se ha vivido. Van a suceder incluso cosas buenas. La gente hablará de su dolor, lo va a compartir. El hecho de ser escuchado y que nadie juzgue ese dolor es de vital importancia” Por lo que muchas personas compartirán el dolor de la muerte de un ser querido por el COVID- 19. Por lo que si estás leyendo esto, no estás solo, miles de familias están experimentando la misma situación que tú.
Natalia Pérez García
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