Algunas veces, ante la adversidad, se suele cometer un error común, caer en distorsiones cognitivas, que son interpretaciones negativas de una situación basadas en supuestos que como resultado, causan una intensa angustia emocional.
Estudios de la American Psychological Association muestran que los pensamientos autodestructivos, que forman parte de un diálogo interior, por ejemplo, «soy un perdedor» pueden desencadenar ansiedad y malestar, que como resultado fomentan acciones, también autodestructivas.
Afortunadamente, en unos pocos pasos, podemos enseñar a nuestros hijos a suavizar estos pensamientos negativos. Cada uno de nosotros percibe el mundo de una manera diferente, la misma situación para dos personas puede ser totalmente diferente según la perciban. La razón es que cada uno absorbe escenas seleccionadas de nuestro entorno a través de las cuales interpretamos una situación. En esencia, creamos nuestra propia realidad por aquello a lo que prestamos atención.
Demasiados estímulos que procesar
¿Y por qué no interpretamos las situaciones basándonos en toda la información disponible? Simplemente porque hay demasiados estímulos para procesar. De hecho, la mente subconsciente puede absorber 20 millones de bits de información a través de los cinco sentidos en un segundo. Luego, los datos se filtran para que la mente consciente se concentre en solo de 7 a 40 bits, llamado «atajo mental». Los atajos previenen nuestra sobrecarga sensorial y nos ayudan a juzgar situaciones rápidamente.
Sin embargo, hacen que percibamos la realidad basándonos en una pequeña porción de información. Si esa información está desequilibrada (por ejemplo, ignora lo positivo y se enfoca en lo negativo) nos quedamos con esa llamada distorsión cognitiva.
Agujeros del pensamiento
Según las investigaciones del psicólogo Aaron Beck existen agujeros de pensamiento comunes, como:
1. Saltar a conclusiones: juzgar una situación basándose en suposiciones en lugar de hechos definitivos
2. Filtrado mental: prestar atención a los detalles negativos en una situación e ignorar los positivos.
3. Magnificar: magnificar los aspectos negativos en una situación.
4. Minimizar: minimizar los aspectos positivos en una situación.
5. Personalizar: asumir la culpa de los problemas incluso
6. Exteriorizar: culpar a los demás de los problemas
7. Sobre generalizar: concluir que un incidente grave conducirá a un patrón repetido de derrota.
8. Razonamiento emocional: asumir que las emociones negativas se traducen en realidad
La transición de un pensamiento supuesto a uno preciso
1. Tomamos conciencia que nuestra mente actúa llenando esos agujeros de pensamiento, pero no precisamente es lo real.
2. Recopilamos evidencias para corroborar ese pensamiento
3. Desafiamos esos pensamientos originales
4. Sacamos mejores conclusiones de la realidad
Este tipo de auto-reflexión aumenta el pensamiento acertado y mejora el bienestar emocional. La manera en que pensamos sobre el estrés y lo percibimos, es una forma de pensar. Y esta mentalidad puede afectar en la reacción del estrés sobre nuestro cuerpo.
Algunos tipos de respuestas al estrés son recursos que podemos utilizar en nuestro beneficio. Por ejemplo, si nuestro hijo se enfrenta a un examen y se siente ansioso puede decir estas frases que le ayudarán a transformar ese estado en resiliencia:
«Siento que estoy preparado para este desafío».
«Tengo mariposas en el estómago, estoy decidido a hacerlo bien en esta prueba».
«Me están sudando las manos y es porque tengo energía para hacer bien este examen».
«Estoy emocionado de estar a la altura de este desafío».
En resumen, es importante que enseñemos a nuestros hijos que algunos pensamientos, frente a «problemas» que experimentan, pueden ser percibidos de diferente forma y que pueden afectar a su bienestar emocional si no los utiliza a su favor. Sobre todo, es importante que tengan el conocimiento que tienen el poder de elegir sus pensamientos. Tenemos la capacidad de poder elegir un pensamiento sobre otro.
Gabriela García González. Autora del libro La mejor coach para tus hijos ¡eres tú!,! es una referente del coaching para niños y el empoderamiento infantil y femenino. Educadora y experta en desarrollo personal integral.
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