¿Recordáis el experimento de las nubes de algodón? En él, se proponía a los niños dos opciones: recibir una golosina de inmediato o esperar y obtener dos. El estudio demostró que los niños que esperaron, mostraron mejores resultados en todos los ámbitos de su vida, desde el educativo, al laboral, pasando por lo personal. ¿La diferencia entre los niños? Unos supieron esperar 15 minutos solos y sin distracciones. Y es que el autocontrol y entretenerse de manera autónoma es, claramente, una habilidad diferencial.
Fluir para ser feliz sin distracciones
Aún así, apuntamos a los más jóvenes al mayor número posible de actividades extraescolares. La conciliación laboral nos obliga a hacerlo. El querer estimularles nos sugiere que es lo correcto. Primero inglés, luego algo de deporte. Los menores aprenden y se entretienen.
Pero ¿qué sucede cuando toda distracción desaparece? Incluso en una habitación llena de juguetes, los más pequeños se aburren y demandan la atención de los adultos. Los jóvenes, por su lado, recurren a las redes sociales u otros hábitos tóxicos con tal de no sentir la incomodidad del aburrimiento. Pocos saben estar solos y el tiempo libre se convierte, para muchos, en todo un reto que les genera malestar.
Pero evitar o ignorar una sensación desagradable, como la que genera el aburrimiento, jamás es la solución. Lejos de ignorarla, se debe aprender a pasar de la inquietud o insatisfacción a una situación de tranquilidad. Todo aprendizaje sucede precisamente fuera de la zona de confort. Por ello, proporcionar al menor un tiempo sin obligaciones ofrece una oportunidad de crecimiento única para que aprenda a entretenerse solo y sin pantallas. Una habilidad que parece innecesaria pues las redes sociales absorben nuestra atención y nos distraen de una manera fácil y sin esfuerzo. Pero fluir y entretenerse de manera independiente es una habilidad fundamental para experimentar una buena transición a la vida adulta.
El tiempo libre, un gran aliado para estimular habilidades y el bienestar
Con un tiempo sin estructura, el menor desarrolla habilidades esenciales para sentir bienestar en todas las áreas de su vida. Habilidades como su imaginación y su capacidad de resolución. El menor se esforzará en pensar y crear actividades de todo tipo con tal de no aburrirse, lo que estimulará su creatividad. Su autonomía y capacidad para tomar decisiones se verán reforzadas, pues será él quien, de manera autónoma, decida qué actividades le entretienen y cuáles prefiere desechar.
Al explorar distintas formas para distraerse, descubrirá sus gustos, preferencias y habilidades. Ello le permitirá conocerse y definir, por sí mismo y sin influencias externas, sus prioridades y su identidad. Al pensar en opciones para distraerse, gestionará cualquier emoción que sienta como el aburrimiento, el estrés o la frustración, obteniendo una mayor agilidad emocional.
Al saber convertir una situación desagradable en una agradable como lo es el aburrimiento de manera independiente, sentirá satisfacción, sensación de control y seguridad. Esto fortalecerá su autoestima. Esto también le ayudará a evitar hábitos o relaciones poco saludables, obteniendo paz. El rato libre, además, les permitirá descansar. Se tiende a ver el descanso como algo improductivo al no generar resultados visibles o inmediatos. Sin embargo, desconectar es esencial para recuperarse y reconectar con más energía. Sólo así se puede aprovechar al máximo cualquier actividad que se realice.
Cualquier menor se beneficia así de un tiempo sin pautas. Un rato en el que él debe ser el único responsable de su propia libertad, gestionando su energía, tiempo y decisiones. Un tiempo en el que aprenderá a fluir para crear su propio bienestar. Algo esencial para protegerse de recursos tóxicos que perjudican su salud mental e impedirán su bienestar.
Izarbe Lafuerza. Experta en Neuroeducación e Inteligencia Emocional y creadora del proyecto Alt:O
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