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Silvia Álava: «Los niños sobreprotegidos tienen menor seguridad, autoestima y menos recursos»

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La educación de los hijos es uno de los mayores retos a los que nos enfrentaremos en nuestras vidas. Teniendo esto muy presente, la psicóloga Silvia Álava, ha coordinado la publicación del libro El arte de educar jugando (JdeJ Editores), que ha sido escrito por 15 psicólogos del ámbito infantil.

En esta entrevista, la psicóloga Silvia Álava analiza la importancia del juego para mejorar no solo la dinámica familiar, sino para trabajar con los niños las habilidades que los psicólogos consideran esenciales para su correcto desarrollo como estimular la atención y la inteligencia o trabajar la seguridad y la autoestima, enseñarle a pensar por sí mismo, relacionarse con los demás o aprender valores como perdonar o ser agradecido.

El arte de aprender a través del juego

¿Cómo podemos aprovechar el tiempo de juego para educar a nuestros hijos?
Se nos ha olvidado la importancia que tiene el juego en la infancia y lo que queremos es que rescatar todo ese valor que aporta el juego porque cuando los niños juegan no solamente se están divirtiendo y se lo están pasando bien, es que adquieren muchísimos aprendizajes. A nivel cognitivo, adquieren la memoria, la atención, la planificación, la organización… A nivel emocional, aprenden a reconocer sus emociones, las emociones de la persona con la que están jugando, esa famosa tolerancia a la frustración cuando voy perdiendo y en lugar de enfadarme y levantarme y romper el juego, tengo que asumir que las cosas no siempre salen como yo quiero. En definitiva, lo que hemos querido es potenciar todo ese valor que tiene el juego en el aprendizaje y rescatarlo proponiendo juegos que nos pueden servir para adaptarlos incluso a las rutinas que tenemos que hacer en el día a día, y así hacerlas de forma divertida para que para que los niños aprendan.

¿Cómo integrar esos juegos en este verano de pandemia? ¿Qué precauciones debemos tomar las familias?
Este verano es atípico porque toda esta situación de la pandemia nos ha pasado una factura a nivel emocional a todos y a los niños los primeros. Por eso, necesitamos un espacio para recargar las pilas y estar en contacto con la naturaleza, salir y poder jugar al aire libre. Es cierto que todavía no lo podemos hacer en condiciones normales porque, aunque se ha acabado el estado de alarma, el virus sigue aquí, entre nosotros. Estas vacaciones vamos a evitar la conexión digital porque hemos estado mucho tiempo pegados a las pantallas, ya que era un poco la única forma que teníamos para entretenerles y ahora ya se puede salir, se pueden hacer muchas cosas. Habrá que explicarles que aunque la mascarilla sea incómoda, que hay que seguir utilizándola. Se trata de empezar a hacer más cosas, que ellos puedan estar al aire libre, que puedan jugar, y que no sientan tanto la presión del curso escolar. Todavía debemos tener cuidado con el virus, debemos ir con el gel hidroalcohólico en la mano e invitándoles a que se laven continuamente ya que todavía no tenemos todos puesta la vacuna.

En vacaciones, mitigamos un poco la culpabilidad por no dedicar el tiempo suficiente a nuestros hijos. ¿Qué deberíamos hacer para vivir más el presente y que nos cunda más la infancia de nuestros hijos?
Este es uno de los problemas que tenemos hoy en día a la hora de educar. Ese sentimiento de culpa que nos acompaña porque, en ocasiones creemos que no estamos todo lo que nos gustaría con ellos. Es verdad que las jornadas laborales muchas veces se alargan, es cierto que ahora con la pandemia estamos más en casa, pero no siempre podemos estar dedicándoles el tiempo a ellos. Y tenemos que buscarlo. Para lograrlo, vamos a intentar que cuando estemos con nuestros hijos, que sea un tiempo de calidad estando presentes. ¿Y eso qué significa? Que estoy aquí ahora para ti. No tengo elementos que me distraigan. Dejó el móvil fuera, dejó las pantallas fuera. Estoy aquí contigo jugando o estoy simplemente teniendo una conversación.

Se trata de que nuestro hijo sienta que te importa y que lo que yo te cuento es importante para ti, que me estás escuchando.

A veces no podemos sacar mucho tiempo, pero ¿qué es lo que podemos hacer? Buscar juegos, actividades que sean de alta intensidad emocional como por ejemplo, unas cosquillas con las que vamos a fomentar ese vínculo, ese apego, nos tocamos y además va a ser un momento de risas. Nos pueden llevar nada, unos pocos minutitos, pero seguro que nuestros hijos y nuestras hijas se van a acordar siempre.

La sobreprotección de los padres del S.XXI se ha calificado ya como un error educativo. ¿Qué es lo que no sabemos los padres cuando sobreprotegemos a los niños pensando que es lo mejor que podemos hacer por ellos?
Sobreproteger es quizás uno de los mayores errores que se ha cometido en la educación de los hijos. Esto de pensar y decir bueno «si es que yo te quiero tanto que a mí no me importa prepararte la mochila, preparar tus cosas, recoger tus juguetes». Entonces, ¿qué es lo que nos está ocurriendo? Que no estamos haciendo un niño seguro ni un niño autónomo. Al contrario, le estamos haciendo ser dependiente y además puede disminuir su autoestima porque el mensaje que reciben es «como yo lo hago, es que tú no puedes» y esto puede ser demoledor. Pero, a través del juego podemos hacer un montón de cosas. Lo primero de todo, por ejemplo, algo tan útil y tan importante como fomentar ratitos para que juegues tú solo porque de esa forma vamos a conseguir que el niño sea capaz de organizarse, de planificarse, de trabajar y además también de entretenerse solo. Se trata de ir viendo en todo momento qué es lo que podemos exigir en función de la edad de nuestro hijo, para pedirle esa colaboración incluso en tareas de la vida cotidiana.

¿Cómo fomentar la autonomía y evitar la sobreprotección? ¿Qué ejercicios podemos hacer a través del juego?
Yo creo que la sobreprotección es el mal de los padres del siglo XXI y generalmente lo hacemos con la mejor de nuestras intenciones. Estamos viendo que tienen menor seguridad, menor autoestima, que además tienen menos recursos.Sabemos que los niños cuyos padres tienen un estilo educativo basado en la sobreprotección desarrollan menos competencias emocionales porque les estamos impidiendo que tengan ese banco de pruebas para que vayan aprendiendo y adquiriendo esas herramientas. También pueden tener una menor autoestima porque ellos no se sienten tan seguros y tan capaces porque al final son sus papás quienes están resolviendo. Determinados estudios nos dicen que los niños que tienen ese estilo educativo más sobreprotector es más probable que sean víctimas de bullying. 

¿Cómo fomentar el autocontrol y el manejo de las emociones desde pequeños a través del juego?
Los padres sabemos que no siempre salen las cosas bien y que unas veces se gana y otras se pierde. El juego nos puede ayudar muchísimo para trabajar habilidades de autocontrol, es decir, que ellos empiecen a ser conscientes de cómo se están comportando y que en un determinado momento pueden parar y empezar a portarse de otra forma diferente. Para fomentar el autocontrol, los juegos clásicos nos pueden ayudar muchísimo, como por ejemplo el famoso juego de las sillas, que lo que estamos haciendo es correr alrededor de las sillas, y parar cuando se detiene la música. Este juego cambia la orden del cerebro: busco una silla y me siento pues estamos trabajando autocontrol o, por ejemplo, si estamos haciendo carreras, podemos hacer una carrera de liebres, donde hay que ir muy deprisa, pero es que ahora somos tortugas y va a ganar quien vaya más despacito. Esto se puede empezar a trabajar ya con niños pequeños ya que el autocontrol empieza por controlar nuestro cuerpo. En niños más mayores lo podemos hacer con los típicos juegos de mesa. Una cosa muy importante cuando jugamos en familia es que a veces los niños ganan. No les podemos dejar ganar siempre, porque si no no van a aprender a perder y el objetivo es pasárselo bien. Tampoco hace falta darles una paliza, porque evidentemente no están a nuestro nivel, pero de vez en cuando les dejamos ganar y otras veces dejamos que pierdan para que vayan adquiriendo esa tolerancia a la frustración, que también es una capacidad de autocontrol.

El juego favorece la estimulación del cerebro desde pequeños. ¿Qué juegos diarios y sencillos podemos usar?
Si, precisamente el juego favorece las conexiones neuronales desde que los niños son pequeños y este es estímulo para su aprendizaje. En juegos diarios podemos usar esta estimulación cerebral desde que son pequeños. Necesitan que les estimulemos y que les estimulemos correctamente. Cuando lo hacemos a través del juego, vamos a conseguir generar emociones agradables con las que se potencia el aprendizaje. Vamos a estimular la curiosidad para que el propio niño/a sea el que va explorando. Cuando los niños son chiquititos tenemos que dejar que jueguen, que estén manipulando objetos, haciendo torres, puzles…

La memoria de trabajo y la organización espacial se trabaja con los típicos juegos de construcción.

También nos puede ayudar seguir las instrucciones para hacer el mismo modelo que me están pidiendo en el juego. La creatividad es fundamental en el juego completamente libre y no debemos olvidar de hacer un juego de actividades de la vida cotidiana como por ejemplo, que nos acompañe a una compra corta, donde le vamos a explicar qué es lo que vamos a comprar y a decir «tú eres el ayudante». Con los típicos laberintos, donde tienes que conseguir que el Señor salga de la casita, estamos trabajando la planificación y la coordinación viso-manual. Una baraja de cartas nos puede ayudar a trabajar un montón de procesos cognitivos, entre otras cosas la atención y en este caso, se trabaja en diferentes tipos de atención desde la atención sostenida, es decir, la cantidad de tiempo que está prestando atención al juego. Y también la atención dividida porque tengo que estar pendiente de cuáles son mis cartas y las cartas que están en medio de la mesa.

Y, ¿qué ocurre con los juegos digitales?
Sabemos, por ejemplo, que con las pantallas, como cambia todo muy rápido, los estímulos a nivel visual y a nivel auditivo fomentan un proceso de atención sostenida sin esfuerzo, por eso necesitamos que hagan juegos más tradicionales para que ellos tengan que ir prestando atención al juego.

Seguimos con la tecnología: ¿a qué edad le doy a mi hijo un móvil?
Bueno, pues no existe una edad mínima ideal. No podemos decir, esta es la buena, la correcta, sino que va a depender de la madurez de cada niño y de cada niña. Para saber si ya está lo suficientemente maduro, vamos a fijarnos en varias cosas. La primera: ¿para qué necesita un móvil? Es un móvil que nosotros como adultos queremos darle porque va a ir solo al colegio, al instituto, y entonces queremos controlar dónde está y que nos pueda llamar. Esto es diferente porque aquí la necesidad es más bien de los padres que del niño de la niña. No es lo mismo que estamos diciendo que es un móvil para hablar con sus amigos o para jugar. En segundo lugar, debemos fijarnos en cómo es de responsable y eso lo vamos a ver en las pequeñas actividades de la vida cotidiana, como por ejemplo, si es capaz de organizarse para hacer los deberes y no hay que estar pendiente, se organiza la mochila con las cosas que tiene que llevar al colegio o al instituto o, por ejemplo, en cuestiones de higiene, no hay que de perseguirle para que se duche o se lave los dientes. Son pequeñas pistas que nos dicen que ya puede tener ese grado de maduración, pero también hay que ver como esta en habilidades sociales. Va a entender que todo lo que escriba en una red social o en un mensaje se va a quedar ahí, grabado para siempre y que tiene que tener mucho cuidado. Es importante pararnos, observar muy bien y en función de eso ya decidiremos.

¿Somos los padres responsables de su móvil?
Sí, lo que está clarísimo es que tienen que ser los adultos los responsables del móvil. No es un regalo que pueda recibir de un amigo, de un tío, del abuelo… No, porque vamos a ser nosotros los que establezcamos cuáles son las condiciones de uso.

Lo primero de todo, «el móvil es nuestro y yo te lo dejo»: esto es súper importante porque tenemos que acompañarles en el correcto uso de ese móvil.

Así es más fácil poner las reglas y estar pendientes de las páginas que está viendo, de las aplicaciones que se está descargando, de su participación en las diferentes redes sociales y de limitar la cantidad de tiempo de uso, es decir, cuándo y dónde lo va a poder utilizar.

¿A qué edad debemos empezar a hablar de sexo con nuestros hijos?
A menudo, cuando queremos empezar a hablar de sexo nuestros hijos, pensamos que ya se nos han escapado cosas que han podido ver a través de las redes sociales o de la televisión. El tema de la educación afectivo-sexual es algo que generalmente nos suele costar muchísimo. Y es que sudamos la gota gorda pensando cómo voy a hacer esto. Mi recomendación es dejar el tema un poco dentro de la normalidad e ir adaptando el mensaje a la edad que tienen nuestros hijos. Así, por ejemplo, cuando son pequeños y van a nacer un hermanito o un amigo va a tener un hermanito, les podemos ir explicando, siempre adaptado a la edad, de dónde vienen los niños, sobre todo, porque lo que queremos hacer es una educación afectivo-sexual introduciendo toda esa parte de la afectividad de los valores, diciéndoles que papá y mamá te han tenido a ti porque te querían mucho, porque son un equipo, porque son pareja, porque hacen cosas juntos también un poco para meter esa parte del respeto hacia mi cuerpo y el respeto hacia el cuerpo de los demás.

¿Cómo satisfacer su curiosidad innata de los niños?
Hoy en día, además nos ocurre una cosa y es que los niños son curiosos por naturaleza y van a querer aprender y saber las cosas. Y si nosotros no resolvemos sus dudas, las van a buscar en IInternet. Y ¿qué es lo que se van a encontrar?, pues ninguna educación afectivo-sexual, se van a informar directamente a través del porno. Nadie quiere que eso sea lo que esté educando a sus hijos, porque ahí los valores, el respeto y cualquier parte de afectividad no está presente. Entonces se trata de ir perdiendo el miedo y adecuando el discurso a la edad que tiene nuestro hijo o hija. Lo que no podemos es esperar a la adolescencia porque nos van a mirar como diciendo «si te voy a contar yo más no a ti que tú a mí», sino ir haciéndolo poquito a poco para introducir esa parte afectiva, utilizando muchas veces también lo que están viendo, en la televisión en las series, en lugar de criticarlo para que podamos comenzar un diálogo.

El perdón, el agradecimiento, la empatía… ¿cómo inculcar estos valores a los niños desde pequeños?
Hoy en día es más importante que nunca hacer una educación en valores. Aquí es importante que cada familia piense cuáles son los valores que queremos inculcar a nuestros hijos. A todos nos gusta que nos traten con respeto y que hay una serie de valores que son fundamentales porque sabemos que tienen mucho que ver con la felicidad, con el bienestar emocional, como por ejemplo, la gratitud. Y cuando hablamos de gratitud como valor, no es el ser educado al decir gracias, ya está. No, es mucho más, es ser conscientes de que la persona que tenía delante no tenía por qué hacer eso por mi. Otro valor que también podemos inculcar, por ejemplo, es el perdón, pero no el sinónimo de que me levantan el castigo, no, sino el «te pido perdón porque sé que es la forma de reparar el daño que he hecho».

Marisol Nuevo Espín

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