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Sal al balcón: sube la moral, fomenta la solidaridad y la empatía

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Los días se suceden en casa uno tras otro y es posible que algunas personas estén empezando a sentir pequeñas crisis de ansiedad por estar tanto tiempo encerrados entre cuatro paredes y por la preocupación que genera la incertidumbre por el estado de salud de nuestros seres queridos. Pero, hay una forma de soportarlo o llevarlo mejor: sal al balcón. 

En Italia, el país más dañado por la pandemia del coronavirus, ha surgido la cultura del balcón o de los balcones, una práctica de comunicación que ha nacido del ingenio de sus ciudadanos para hablar con los vecinos, darnos ánimos y subirnos la moral, y crear una sonrisa en nuestros rostros durante un rato de conversación. 

En estas reuniones de barrio, todos los pueblos y ciudades se unen desde los balcones de sus casas en la entonación solemne del himno nacional, en los aplausos a los sanitarios y enfermos, en el canto primero improvisado, y ahora ya preparado y con instrumentación incluida. Los más osados se atreven a cantar desde sus ventanas, creando una nueva forma de karaoke en vivo y en directo y otros bailan en sus balcones al ritmo de la mùsica vecinal.

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Todos salimos al balcón

Todos los días a las 20.00 h, los vecinos de todas partes, salen a los balcones para aplaudir a los sanitarios y rendirles homenaje, a ellos y todos los enfermos que están sufriendo por el coronavirus.

Desde luego ingenio no nos falta, pues se han visto bingos intervecinales desde la ventana, vecinos que juegan al veo veo de un edificio al otro, policías que entretienen a los niños desde la calle con instrucciones musicales, y también, por supuesto, himnos y aplausos.

Estos pequeños grandes gestos, explica la psicóloga Pilar Conde, directora de Clínicas Origen, «son muy importantes para mantener alejada la ansiedad que produce el confinamiento, para subir la moral de la población, así como para fomentar la solidaridad y la empatía en estos duros momentos.

¿Por qué está siendo tan beneficioso salir al balcón?

Simplemente charlar con el vecino de enfrente ya nos cambia un poco el día. El ocio es una antidepresivo natural, lo que contribuye a la estabilidad emocional. Y además, refuerza nuestra pertenencia de grupo, desde el vecindario a la nación, generando empatía y responsabilidad hacia todos.

Salir al balcón nos permite comprobar que no estamos solos, que otras personas también necesitan contacto. Nos convierte en necesarios para el otro y ocupa nuestro tiempo. Y si lo integramos en nuestras rutinas nos ayuda a afrontar el confinamiento de manera más saludable.

La psicóloga Pilar Conde recuerda que «estos contactos en mitad del aislamiento social contribuirán a evitar la desconfianza y el rechazo, a veces irrespetuoso, hacia el otro. Hay que protegerse, es cierto, de quienes hayan podido estar expuestos, pero siempre desde la empatía. Sólo es necesario seguir las recomendaciones de las autoridades sanitarias».

Si empiezas a tener problemas de ansiedad, toma nota

Para las personas que estén en casa y comiencen a tener estos problemas de ansiedad, el profesor de psicología de la Universidad CEU San Pablo de Madrid, Fernando Miralles, ha escrito un decálogo para poder aminorar estos efectos negativos:

1. Hay que tener una actitud positiva. Ya es hora de que nos demos cuenta de la REALIDAD, cierto es que no podemos salir de casa excepto para cosas muy determinadas, pero hay que ser objetivos y ver que estamos en nuestra casa, con todas nuestras comodidades y sin que nos falte nada de lo necesario para llevar una vida relativamente cómoda.

Si tomamos en consideración este punto de vista, nos podremos preguntar: ¿de qué me quejo? Simplemente llevo unos días en mi casa, con mis seres queridos y sin ningún tipo de necesidad.

No quiero imaginarme qué pensarían los militares, policías, guardias civiles, personal sanitario y demás servidores públicos que están fuera de su casa con grandes incomodidades, sin poder ver a sus seres queridos y sabiendo que la misión que le han encomendado no es de unos quince días, precisamente.

Seamos objetivos y, por una vez que nuestro país nos pide ciertas incomodidades, veamos lo que tenemos y dejemos de centrar nuestra atención en lo que nos falta.

2. Organizar un horario desde por la mañana a por la noche. En este apartado tenemos que organizar todo el día, ya que si no lo hacemos no veremos cómo los días van pasando, y llegará el aburrimiento, la desidia y, en algunos momentos, la desesperanza.

Para ello sería necesario marcar unas horas de referencia e intentar no quebrantarlas. Horas tan importantes como la de levantarse, aseo personal, comida, limpieza de la casa, cena y dormir deberían ser la base de nuestro día.

3. Marcarse unos objetivos distintos cada día. Ya sabemos que, en condiciones normales, un lunes no hacemos lo mismo que un sábado ni que un domingo. En esta ocasión, aunque estemos en casa, podemos marcar diferencias entre días.

Por ejemplo, lunes, miércoles y viernes debemos organizar la limpieza de la casa; los martes, jueves y sábados, días específicos para hacer gimnasia; los domingos, días de llamar a nuestra familia y amistades con los que no hemos hablado últimamente.

4. Ser muy cuidadoso en la limpieza personal. Aunque no salgamos de casa, por respeto a los que conviven con nosotros y para no entrar en una idea de desánimo, hay que ducharse y arreglarse todos los días. Si estamos todo el día con el pijama, en poco tiempo no nos conoceremos ni a nosotros mismos.

5. Ser muy cuidadoso con la limpieza y organización de nuestra casa. Al igual que nosotros tenemos que estar limpios y bien vestidos, nuestro entorno tiene que estar limpio y organizado. No podemos empezar a dejar cosas fuera de su sitio, si no, en pocos días la casa será un desorden total y subirá el nivel de ansiedad en todos los que allí convivan.

6. Gimnasia todos los días. Tenemos que intentar sudar unos minutos todos los días, así los niveles de ansiedad bajarán y las molestias musculares no aparecerán. También puede ser un buen momento para reunirse toda la familia en el salón y que cada uno proponga nuevos ejercicios físicos como saltar a la comba, hacer sentadillas, flexiones, etc. o buscar por Internet algún ejercicio divertido.

7. Técnicas de relajación y respiraciones abdominales. Es necesario tener un momento de soledad en el día, pensar qué está ocurriendo, si todo va bien y si tengo que cambiar algo en mi actitud diaria.

Este puede ser un buen momento y relajarnos, hacer respiraciones con el estómago para que el diafragma se relaje. También se pueden hacer técnicas de relajación, estirando las distintas partes del cuerpo, para sentirnos mejor.

8. Descansar lo suficiente. Pese a que estemos todo el día en casa, no significa que nos acostemos muy tarde ni que nos levantemos a deshora. Para que nuestro reloj biológico funcione bien, nos tenemos que acostar a una hora prudencial y levantarnos no muy tarde, para empezar el día con fuerza.

Es muy importante no romper la organización de nuestro reloj biológico, pues puede ser el principio de una depresión/desidia, con la que se nos complicará la vida, tanto a nosotros como a nuestra familia.

9. Mantener el contacto con amigos y familiares. Aunque estemos solos en casa, mucha gente nos conoce y nos quiere. Una demostración de ello es la cantidad de mensajes y llamadas que recibimos todos los días. Pero siempre hay amigos y familiares que, por no molestar, no llaman o no se comunican lo suficiente. Es a esas personas a las que tenemos que apoyar e invertir algo del tiempo que hoy por hoy nos sobra.

10. Fomentar prácticas solidarias con personas de nuestro entorno. Es el momento de ayudar a las personas que tienen “la suerte de vivir cerca de nosotros”. Podemos desde cuidar de niños cuyos padres tienen que trabajar; hacer compras a personas mayores para que no salgan a la calle; participar en quedadas, como salidas a la ventana a ciertas horas para aplaudir en apoyo a ciertos colectivos como personal sanitario, cuerpos y fuerzas de seguridad del estado, fuerzas armadas, personal que trabaja para que nosotros sigamos en nuestras casas, etc.

Nos estamos demostrando a nosotros mismos que somos buenas personas y que sabemos ayudar a nuestros vecinos. No perdamos la oportunidad de aprender en esta pandemia que somos necesarios para los demás y, al final, saldremos fortalecidos de esta experiencia vital.

Marisol Nuevo Espín

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