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El resentimiento emocional: cómo instaurar una cultura del perdón

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Es imposible ser feliz si no perdonamos a los demás y también, si no nos perdonamos a nosotros mismos. Es una condición necesaria para tener amigos, querer a los demás y vivir una vida psicológicamente sana. Porque sin el perdón se instalaría en nosotros el resentimiento, una enfermedad del alma y uno de los principales escollos para la felicidad.

El resentimiento emocional frente al perdón

Para Max Scheller el resentimiento es una «autointoxicación psíquica», un envenenamiento de nuestro interior que depende de nosotros mismos. Es una respuesta emocional mantenida en el tiempo a una agresión percibida como real, aunque exactamente no lo sea. Esta respuesta consiste en un sentirse dolido y no olvidar.

Lo esencial no es la ofensa sino la respuesta que damos. Las manifestaciones de una persona resentida están principalmente en su interior, está bloqueado para la acción, se encierra en sí mismo presa de su enturbiamiento. No tiene por qué emitir respuestas desagradables, violentas o llamativas, pudiendo actuar con gran sutileza, incluso con aparente delicadeza, pero su corazón está herido y no responde con libertad; está preso de su propio resentimiento. La enfermedad está dentro y va haciendo su labor, le va corroyendo.

Si nos damos cuenta, al tener resentimiento le estamos concediendo a otra persona la potestad de coartar nuestra felicidad, le estamos entregando la llave de nuestra felicidad. Esta nunca debería estar sometida o depender de factores circunstanciales sino que debemos descubrir que la felicidad anida en nuestro interior; pero hay que saber descubrirla. Al romper con el resentimiento y optar por el perdón, recuperamos la libertad.

Consejos para decir adiós al resentimiento emocional 

1.  Hay que aprender a ponerse en el lugar del otro, antes de juzgar sus acciones. Casi todas las actitudes y conductas humanas tienen una explicación.

2.  Si hemos sido agredidos, el problema es del agresor porque es quien ha actuado mal. Pero hemos de estar abiertos al perdón y, aún más, a tenderle la mano porque necesita ayuda y, posiblemente, nuestra ayuda.

3.  Tener claro que nadie puede hacerme daño si yo no quiero. Está en nuestras manos levantar una barrera ante las ofensas.

4.  Nadie es perfecto, y errar es de humanos. A veces, los problemas surgen de buscar una perfección exagerada en los demás cuando todos somos falibles.

Cultura del perdón

Para que la sociedad sea más habitable, humana y menos endurecida es preciso que se instaure una «cultura del perdón». Esto significa que el perdón sea una práctica frecuente y no excepcional. Para ello es preciso estar dispuesto a ver lo mejor del corazón del otro y llegar a poder decirle «sé que no eres así, sé que eres mucho mejor y te perdono», queriendo lo mejor para quien nos ha ofendido y se ha equivocado.

Ignacio Iturbe
Asesoramiento: Julio Lorenzo Rego, autor de la conferencia La terapia del perdón en una sociedad endurecida.

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