Por muchas horas de convivencia que marquen el día a día de los hogares, pareciera que en muchas ocasiones no se llega a conocer a las personas que habitan en este núcleo. Sin embargo, es imprescindible entenderse y saber cómo somos para poder fortalecer el vínculo y establecer medidas adecuadas de comunicación. Para ello, el primer paso, es descubrir la personalidad de los familiares.
¿Cómo conseguir descubrir la personalidad de la otra persona? Nada mejor que detenerse a observar los rasgos que definen. Características como las que detallan desde DKV Salud y que permitirán descubrir cómo son nuestros hijos, pudiendo desarrollar un vínculo fuerte y aprendiendo cómo complementar el comportamiento de los padres con el de los más pequeños de la casa.
Rasgos de personalidad
Se podría definir como «rasgos de personalidad» las particularidades que permiten a una persona distinguirse de las demás y la convierten en un individuo, actuando de una determinada manera. No son parcelas cerradas, sino que existen distintos niveles de presencia de estas características en los más pequeños de la casa. Desde DKV Salud destacan las siguientes:
– Apertura a la experiencia. Este rasgo muestra en qué grado una persona busca nuevas experiencias personales y concibe de manera creativa su futuro. Los niveles más altos definen a individuos curiosos a nivel intelectual que muestran interés por sus propias emociones y las de los demás. Los más bajos se corresponden con aquellos que disfrutan más de lo sencillo que de lo complejo.
– Responsabilidad. Hace referencia a un rasgo de aquellas personas que se centran en la consecución de sus objetivos y cuentan con la disciplina para conseguirlos. Los individuos con alta puntuación son organizados y con alta capacidad de concentración para terminar sus tareas, piensan antes de tomar una decisión. En el polo opuesto aquellos laxos y poco rigurosos en cuestiones morales.
– Extraversión. Define el grado en el que una persona se muestra abierta con los demás y el nivel de agrado de un sujeto a estar rodeado de otros. A estos individuos les gusta estar con gente y son percibidos como llenos de energía. Tienden a ser entusiastas y se orientan a la acción. En el polo opuesto están los introvertidos, con una tendencia a la soledad y a evitar los bullicios.
– Amabilidad. Este rasgo define a aquellas personas que se muestra respetuosa, tolerante y tranquila. Lo niveles altos muestran un alto grado de altruismo, sencillez y humildad, así como de solidaridad y una gran vocación para ayudar y asistir a quienes lo necesitan.
– Estabilidad emocional. Define el grado en el que una persona afronta sin problemas las situaciones complicadas de la vida. Aquellos con un alto nivel de este rasgo son tranquilos y no muy proclives a sentir rabia o enfado, suelen permanecer animadas casi siempre.
Damián Montero
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