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El plan para salir a la calle con niños durante el confinamiento

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A partir del próximo domingo 26 de abril, los menores de 14 años podrán salir acompañados de una persona mayor de edad durante una hora al día sin desplazarse a más de un kilómetro de distancia de sus hogares. Esta primera desescalada en el confinamiento les permitirá disfrutar del aire libre durante un paseo en un país con grandes restricciones de movilidad debido a la cantidad de casos COVID-19.

Durante un largo periodo en el que se ha educado a los más pequeños sobre la importancia y necesidad de no salir de casa, ahora toca educarlos para jugar en la calle sin tocar nada, manteniendo un metro y medio de distancia de cualquier persona, con el objetivo de evitar contagios y por lo tanto la propagación del virus.

Es lo que se conoce como la desescalada infantil, ¿qué puede suceder ahora? ¿Van a poder los niños disfrutar realmente de las salidas o van a sentir miedo? Carolina Álvarez Sicilia, psicóloga y psicoanalista de Top Doctors, afirma que «cada niño es único y procesará esta situación de acuerdo con su singular forma de ser. Lo esperable es que un niño se inquiete y haga preguntas. Pero hay niños silenciosos que se esfuerzan por mostrar normalidad. Estos niños que aparentemente no sufren pueden estar pasándolo muy mal. Pueden estar íntimamente convencidos de que no pueden compartir sus miedos y, en consecuencia, quedarse solos y abrumados por la angustia».

6 consejos para trazar un plan para salir a la calle con niños

1. Explicar en qué va a consistir «el plan»: lo ideal es plantear a los más pequeños la salida como un plan a realizar, con las condiciones que se deben cumplir, así como las consecuencias de no hacerlo, adaptando la información a su edad. Esta debe ser transmitida en un lenguaje simple y basado en hechos. Los niños tienden a rellenar con sus miedos la falta de información, por lo que un niño informado no dejará espacio por el que se cuelen sus temores. Es importante transmitir calma, seguridad y cierta normalidad, sin negar la realidad.

2. Ser consciente del propio estado de ánimo: los niños dependen de los mayores para modular sus emociones. Por ello, es recomendable que el progenitor reflexione sobre su estado de ánimo y sobre si está preparado para salir de casa. Un padre o madre angustiado difícilmente podrá crear las condiciones para que un paseo sea agradable.

3. Tiempo al tiempo: salir es una posibilidad, no una obligación. Niños y mayores deben darse tiempo para readaptarse de forma progresiva a la nueva realidad. Asimismo, no debemos pensar que el confinamiento puede derivar en patologías como la agorafobia o el síndrome de la cabaña. Hay que esperar a ver qué síntomas persisten después de la desescalada del confinamiento.

4. La creatividad da confianza: la mente infantil puede haber diseñado una imagen del virus como un bicho enorme, por lo que hay que dedicar tiempo a encontrar explicaciones creativas para calmar a los más pequeños. Esto les ayudará a que no sientan miedo a salir de casa. Un argumento tranquilizador, es que hay muchas personas en todo el mundo, dedicadas a acabar con este virus.

5. Ser una piña: un niño que se siente tomado en cuenta se ajustará mejor a la nueva situación. Es importante hacer al niño partícipe de todo el proceso preguntándole, por ejemplo: ¿estás de acuerdo?

6. Dibujar y escribir sentimientos: este proceso no acaba en el paseo. Al llegar a casa podríamos pedirle al niño que haga un dibujo del paseo y que nos cuente una historia de su dibujo. Esta historia puede ser una puerta de entrada que nos permita acceder a sus temores y preocupaciones. Y una oportunidad para que los padres puedan ayudarles a procesar su angustia.

En momentos de estrés agudo y prolongado, los niños pueden tener síntomas somáticos, los cuales hablan de la imposibilidad de metabolizar mentalmente lo que les pasa. Estos se manifiestan con dolores de cabeza, dificultad para respirar o dolores de tripa. Los niños más grandes también pueden sufrir síntomas físicos, pero, además, sentir ansiedad, miedo intenso, pesadillas, llanto sin motivo aparente, ataques de rabia, ingesta excesiva de comida, cambios bruscos de humor, entre otros. 

Marina Berrio
Asesoramiento: Carolina Álvarez Sicilia, psicóloga y psicoanalista de Top Doctors

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