Seamos realistas, tanto niños como adultos, estamos expuestos a afrontar la adversidad a lo largo de nuestra vida. Sin embargo, muy pocas veces ponemos en práctica herramientas que nos pueden ayudar a evitar las formas negativas en que a menudo reaccionamos ante situaciones adversas.
Hay una que es fundamental: «nuestro diálogo interno». Ser conscientes de él desde pequeños lo cambia todo y nosotros como padres podemos enseñar a nuestros hijos a evitar caer en la trampa de la «crítica y el juicio interno», comenzando por nosotros mismos.
El impacto de lo que nos decimos interiormente
Todos hablamos con nosotros mismos, llevando a cabo un monólogo interior que los psicólogos y coaches denominamos el «diálogo interno», donde nuestros pensamientos se traducen en palabras.
Desde niños, esa conversación interior va tomando cada vez mayor peso ya que internalizan reformulando las enseñanzas de sus mayores, creencias y entorno social a medida que crecen. Por lo tanto, el estilo del diálogo interno de un niño está influenciado en gran medida por los adultos que lo rodean habitualmente. Aquí es muy importante hacernos conscientes de las palabras que empleamos para, no sólo comunicarnos con nuestros hijos, sino también de las que nos decimos a nosotros mismos.
Pero ¿cómo podemos utilizar de forma favorable nuestro diálogo interno para afrontar y trascender las adversidades? La mayoría de las personas tienden a ser más duros consigo mismos que con los demás, en su monólogo interior. Los niños cuyos adultos que los rodean les enseñan a usar un lenguaje tranquilo, coherente y lógico suelen ser más optimistas cuando se encuentran con un problema que los desafía. También, cuando requieran ejecutar un esfuerzo adicional estarán capacitados para reforzar su propia confianza y superar las dificultades, paso a paso de forma natural. Es más probable que utilicen efectivamente sus monólogos internos cuando sean adultos.
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3 pasos para un ‘diálogo interior efectivo’
Tanto los niños como los adultos podemos empezar a poner en práctica estos tres pasos para hablar con nosotros mismos:
1. Hacerles saber a nuestros hijos que tienen un diálogo interior, es el paso más importante. Puede parecer una obviedad, pero la mayoría de los niños no son conscientes del hecho de que están hablando consigo mismos. Ejemplo: podemos exponer y sacar a la luz, en familia, lo que nuestra mente nos está contando en el ahora, de esta forma se crea un diálogo entre padre e hijo que puede hacerlos conscientes de la existencia de su diálogo interno de una forma natural, amena e interesante.
2. Enseñarles a que esas conversaciones internas sean «constructivas» para debilitar la autocrítica lo máximo posible, poco a poco, con práctica y siendo constantes para reprogramar los malos hábitos mentales.
3. Utilizar nuestro nombre de pila al dirigirnos mentalmente a nosotros mismos. Tras una investigación del laboratorio de gestión emocional de la Universidad de Michigan, se ha comprobado que la ansiedad que provoca enfrentarse a una nueva adversidad se reduce en gran medida llamándonos por nuestro nombre en el propio monólogo interior, antes, durante y después del evento estresante. Por ejemplo, si nuestro nombre es María dialogaremos interiormente diciéndonos: «María, lo resolverás. ¡Podrás hacerlo!»
Por supuesto, que es importante que los adultos lo practiquemos primero para predicar con el ejemplo ya que de esta forma impactamos positivamente a nuestros hijos. Para ello, es necesario que ante las adversidades se reaccione con calma y sin crítica mental, observando lo que se dice internamente, antes de accionar. Es preferible respirar y reflexionar ya que los hijos copian el mismo patrón de actitudes que ven en sus padres. Estarán observando qué se hace con esos desafíos y adversidades que se presentan.
Ayuda a tus hijos a aumentar la confianza en sí mismos
– Pídele que se autoescuche, cuando se sienta frustrado y piense en cómo se está dirigiendo a sí mismo, con qué palabras y frases.
– Enséñale a dividir un desafío en componentes más pequeños, para que lo trascienda paso a paso, de esta forma, lo verá mucho más pequeño y más fácil de conseguir atravesar esa adversidad.
Al ponerlos en práctica, con el tiempo, estos hábitos formarán parte tanto de adultos como pequeños. Quizás, los niños, cuando sean mayores, tengan la actitud de parar a analizar con calma la situación adversa y utilizar ese diálogo interior efectivo que los lleve a trascender obstáculos y lograr sus mayores anhelos.
«La adversidad es la que nos permite despertar nuestras habilidades más profundas, que no serían descubiertas de otra forma»
Gabriela García González. Autora del libro La Mejor Coach para tus Hijos ¡eres tú! es una referente del coaching para niños y el empoderamiento infantil y femenino.
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