Cada uno de nosotros hemos vivido experiencias diferentes, situaciones más o menos agradables que han ido definiendo nuestro perfil, lo que somos ahora. Todas estas experiencias han conformado nuestra forma de interpretar la realidad hasta configurar nuestra zona de confort. Los seres humanos tendemos a buscar aquellas situaciones que nos hacen sentir placer y a huir de todas aquellas que nos producen displacer.
Al actuar de esta manera, al huir de lo desconocido por miedo, incertidumbre… de alguna forma estamos buscando constantemente permanecer dentro de nuestra zona de confort, es decir, estamos intentando dejar todo como está, seguir estando cómodos dentro de nuestra realidad. Pero… ¿sabemos qué es la zona de confort?, ¿conocemos las consecuencias de permanecer en ella?
La zona de confort: qué es y cómo la interpretamos
La zona de confort es esa zona en la que nos encontramos seguros, es un entorno donde conocemos todo, donde no hay apenas lugar para los imprevistos, son todas aquellas rutinas que tenemos en nuestro día a día, como ir a trabajar, charlar con algún compañero, comprar en las mismas tiendas, quedar con los mismos amigos… Todas estas acciones del día a día forman parte de nuestra zona de confort, y pertenecen a todo lo que nos es conocido.
La zona de confort puede parecer un sitio agradable, en ella nos sentimos cómodos y nos permite funcionar casi de forma automática. Sin embargo, es un estado mental que nos impide el desarrollo personal. Permanecer en esta zona no nos permite avanzar, romper nuestros límites, conocer, aumentar nuestras habilidades y capacidades… en definitiva, nos limita el crecimiento personal.
Riesgos de permanecer en la zona de confort
Seguramente todos hemos escuchado alguna vez; «ten cuidado», «eso es peligroso», «¿y si sale mal?»… Todas estas expresiones, bien sea por miedo o inseguridad, nos llevan a permanecer dentro de nuestra zona segura, conocida, de nuestra zona de confort.
Aunque estar dentro de la zona de confort puede ser placentero, no realizar ningún cambio puede atraer diferentes consecuencias negativas. No moverse nunca de lo conocido, de lo familiar y lo seguro termina limitándonos, pues hace que no nos enfrentemos a situaciones nuevas, que no vivamos experiencias diferentes y que terminemos estancándonos.
Otra de las consecuencias de permanecer inmóviles, es que se van mermando nuestras habilidades, si no nos enfrentamos a situaciones diferentes y no resolvemos nuevos retos, no entrenamos nuestras habilidades para resolver problemas, para tomar decisiones… y llegará el momento en el que nos sentiremos tristes, sin ganas, pensaremos que nos somos capaces o que no sabemos hacerlo, lo que terminará repercutiendo en nuestra autoestima.
Cada vez que salimos de nuestra zona de confort, viajando, aprendiendo algo nuevo, conociendo a gente… estamos ampliando nuestra zona de aprendizaje, estamos ampliando nuestra visión del mundo, de las cosas, estamos desarrollándonos como personas, creciendo, avanzando…
Cómo escapar de la zona de confort
Para que el miedo a fallar o a fracasar no te impida seguir intentando salir de alguna manera de tu zona de confort, te contamos algunos secretos para motivarte:
1. Desafíate a ti mismo. Ponte nuevas metas y objetivos para conseguir en un determinado plazo de tiempo. Es importante que sean realistas y alcanzables para no sentirte derrotado a la primera, el reto consiste en seguir intentándolo.
2. Cambia tu estilo de hacer las cosas. Si lo que te gusta es tenerlo todo controlado, deja un pequeño espacio para recibir alguna sorpresa inesperada. Intenta gestionar los cambios y volverte más flexible.
3. Muévete en entornos diferentes. Anímate a viajar, a vivir en otro lugar, a cambiar la decoración de tu casa, incluso de ropa… Estos cambios te permitirán conocer a personas muy distintas, que te motivarán y te enseñan mundos totalmente nuevos para ti.
4. Anticípate a tus propias excusas. Este recurso psicológico es lo más efectivo para salir de tu zona de confort. Gracias a él romperás las cadenas que te mantienen anclado a tu zona de confort.
Rocío Navarro. Psicóloga. Directora de Psicolari, psicología integral
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