La crisis aprieta y muchas familias se han visto obligadas a recortar algunos gastos. Uno de ellos ha sido el comedor escolar, lo que implica que sus hijos lleven al colegio la comida de casa en fiambreras, ‘tuppers’ o tarteras.
En principio, lo deseable es que los niños coman en el colegio, no sólo por comodidad, sino porque los menús son variados, moderados y equilibrados; además el comedor es un ámbito educativo importante. Sin embargo, las circunstancias pueden obligar a buscar otros remedios. En las escuelas públicas de algunas Comunidades, como Madrid, Cataluña o Valencia, está previsto que los alumnos que lo deseen puedan llevar la comida de sus casas y comer en el comedor escolar.
Para que el remedio se convierta en solución, tenemos que esforzarnos por conseguir ‘tuppers’ de cinco tenedores, que no significa que sean merecedores de una estrella Michelín, sino que nuestros hijos coman bien.
Por supuesto que se puede comer bien en ‘tupper’ o fiambrera, pero, aunque es más barato, cuesta más. En primer lugar, hemos de tener una fiambrera de calidad: no vale cualquier recipiente, como un sencillo tupperware de plástico. Y en segundo lugar, hemos de cuidar mucho qué metemos en ella y cómo lo hacemos.
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