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La personalidad egocéntrica

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La personalidad egocéntrica surge como respuesta a un conjunto de conductas entre las que se encuentra habitualmente el egoismo, la ambición y la arrogancia. La mayoría de los psicólogos coinciden en afirmar que el origen de este rasgo puede estar en la familia y corresponder a personas que han crecido en un entorno integrado por padres de poca afectividad, que proyectan en el niño sus deseos de grandeza.

Las personas egocéntricas suelen tener una imagen distorsionada de si mismos, poca empatía, hipersensibilidad a la evaluación de los demás, y dificultades en las relaciones interpersonales. Cuando estos rasgos se mezclan con la edad adolecente se produce algo parecido a un choque de trenes que suele descarrilar en la familia.

La personalidad egocéntrica en los adolescentes

Cuando el adolescente piensa más en sí mismo que en los que le rodean, su actitud primaria no se centra en: «voy a ver lo que puedo aprender de mis padres, de esta persona, de esta situación, de esta profesora, de mi amiga, de mi amigo», sino que su pensamiento se deriva en: «voy a ver cómo me interesa o no lo que me dicen mis padres, en qué no estoy de acuerdo, seguro que lo que dice mi amiga no tiene razón, algo será criticable. Menuda panda de profesores incompetentes me han tocado», es decir, adoptan una actitud inicial interior de crítica en lugar de reflexión. Es el adolescente que siempre pone el yo por encima de todo: YO QUIERO, YO DECIDO, YO PIENSO.

Las normas, los esfuerzos exigidos, el cumplimiento de tareas rompe visceralmente con ese ombligismo propio de estas edades. El resultado: rebeldía o depresión, búsqueda del propio yo sesgado. Como dice Teresa Artola en su libro Situaciones cotidianas de tus hijos adolescentes, (Editorial Palabra), «el adolescente oscila entre la confianza en sí mismo y los sentimientos de inseguridad. Inseguridad que a menudo se disfraza de prepotencia, insolencia e incluso violencia».

Situaciones donde los adolescentes se miran a si mismos

La personalidad egocéntrica

Ideas para ayudar a tu hijo adolescente en estas situaciones:  

A)   Cuando nadie les entiende. Cuando tu hija o hijo dice, gritando y llorando a sus padres: «No me queréis, me he pasado la tarde ayudando a mi hermano en su examen y no me habéis dado las gracias, no me tenéis en cuenta». Quizá tenga razón, quizá no se la toma en cuenta  y se sigue pensando que es una niña, un aprendiz de adulto. Necesitan sentirse queridos debido a su inseguridad, debemos recordar sus cosas buenas pero nunca permitir que nos falten el respeto, sin humillar, sin insultar, que a veces es lo que nos sale, decirles que no es forma de hablar a un padre. Nadie puede querer a quien no respeta. Primero eres su padre y después su amigo. Por este camino es posible conseguir al fin las dos cosas.

B)   Cuando siempre ven el lado negativo en los comentarios de los padres. Por ejemplo, la niña se corta el pelo a su manera, a la madre no le gusta pero le deja libertad, pero tras la opinión de la madre que dice por ejemplo «estás muy moderna, pero me gustabas más antes», responde: «lo ves, nunca te gusta lo que yo hago». La expresión siempre, debe  ser desterrada, igual que la palabra nunca. La hija en este caso, debe comprender que si tuvo libertad para cortarse el pelo a su manera, la madre tiene libertad para decir si le gusta o no. Esto se le puede comentar de buenas maneras, porque eso sí, la paciencia con un/a adolescente no puede faltar, ni tampoco la firmeza. Suelen llegar al límite. Por otro lado, me pregunto ¿tratamos de comprender sus modas, sus músicas, que es 2006 y no los 80?  No puedes tener siempre la escopeta cargada, ¡sorpréndele  con una respuesta que no espere! ¡Hesitan nuestra complicidad!

C)   Cuando se mira demasiado al espejo. El adolescente que se pasa media hora de reloj por la mañana en el cuarto de baño sin dejar pasar a los demás o hay que repetirle que lleva más de media hora al teléfono o una hora en Internet.  No se le debe permitir, y tampoco a los padres, aquí el ejemplo es fundamental. Es cuestión de solidaridad, palabra que entienden bien.

D)   Cuando continuamente quiere imponer su punto de vista y dice a sus padres o incluso a sus amigos, que están equivocados. Es lógico, se cree mayor, y no lo es, pero tampoco es pequeño ¿Qué es? Enséñale con paciencia que debe leer, formarse, para no hacer el ridículo e ir formándose su espíritu crítico. Pero insiste, sin humillar, sin palabras hirientes que sólo producen desamor, complejos, dolor. Recordemos lo que Victor Frank nos cuenta en  su libro, El hombre en busca de sentido: «lo que más nos hacía sufrir eran los insultos cerdo, inútil..no los golpes». El que sabe de adolescentes, sabe mucho de comprensión.

Consejos para ayudar a los adolescentes con personalidad egocéntrica

1.  Ayúdale a pensar en los demás. ¿Crees que tu hijo o hija adolescente va a lo suyo, se interesa poco por las aficiones, gustos y opiniones de padres, hermanos amigos y compañeros? Ayúdale a que caiga en la cuenta de las veces que pregunta a los demás qué tal le ha ido el día, o como es su actitud de escucha atenta de lo que le dicen padres, hermanos, profesores y amigos.

2.  Saca partido de su egocentrismo. Pide su opinión en decisiones que se tomen en la familia o hasta en las cosas más superfluas.

3.  Fomenta el tono amistoso. Siempre quiere tener la última palabra y rebatir la de los padres. Debéis distinguir entre falta de respeto a y deseo de manifestar su opinión. Las humillaciones o poco respeto hacia los padres nunca se debe consentir (se le corrige privándole por ejemplo de conversaciones amistosas con vosotros y que sepa pedir perdón. Y debe aprender a dar su opinión en un tono cordial, tranquilo, no impertinente y respetuoso.

4.  Invitale a hacer voluntariado. Un modo eficaz para que salga de sí mismo y tenga en cuenta a los demás es animarle a que realice una actividad concreta, continúa y comprometida de voluntariado en sentido amplio. Vale tanto dar clases de apoyo a niños marginados, acompañar periódicamente a niños o ancianos enfermos como ayudar desinteresadamente a un compañero en las matemáticas, por ejemplo, u otra materia que se le de bien.

Patricia Palacios

Más información: Situaciones cotidianas de tus hijos adolescentes, de Teresa Artola González. 

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