La memoria es una función del cerebro de una gran complejidad. No podemos hablar de un solo tipo de memoria: definirla únicamente como «recordar» sería una simplificación. Así, se define como la capacidad para codificar, almacenar y recuperar información. Conoce a fondo esta facultad de nuestro cerebro y pon en marcha estas claves para mantener en forma la memoria.
Mantener la memoria en forma es fundamental para evitar que con la edad nos olvidemos de algunas cosas a corto, a medio o a largo plazo, tengamos lapsus mentales o hagamos un repaso pobre de nuestras viviencias y recuerdos. Además, si todavía eres joven tener una buena memoria suponer contar con un excelente aliado para tus estudios o desarrollar tu trabajo.
¿Cómo podemos estimular la memoria?
Existen varios ejercicios que nos pueden ayudar a entrenar la memoria para recordar de manera más rápida y ágil.
1. Atención. Es fundamental para poder fijar la información porque es la puerta de entrada a la memoria. En la actualidad, las nuevas tecnologías no facilitan estos procesos: estamos sometidos a un flujo continuado de impresiones sensoriales que nos impiden fijar o extraer la que realmente necesitamos retener. No fijamos la atención en una sola tarea, estamos atentos a los mails, a los mensajes del móvil, al ordenador, etc. De esa manera no facilitamos en absoluto que la información pueda ser procesada y almacenada. Una sencilla manera de mejorar nuestra memoria es atender, dar prioridad y aislar la información que realmente nos interesa. Para ello, por ejemplo, podemos desconectar las alertas del móvil o la tablet, crear una planificación del día para organizar las consultas del mail…
2. Organización. Otro aspecto que debemos tener en cuenta para mejorar el recuerdo es la organización de la información. El recuerdo a largo plazo no es un proceso fácil, ya que requiere un esfuerzo. Por ello, debemos ayudar proporcionando una estructura lógica y una organización a la información. Una manera sencilla de estructurar la información es mediante ejercicios para estimular la memoria como la elaboración de esquemas, cuya propia realización ya contribuye enormemente a la fijación de la información y ayuda al establecimiento de asociaciones, que también son indispensables para el recuerdo, sobre todo, cuando se trata de una mayor cantidad de información.
Tipos de memoria, según el tiempo de retención
Según su duración, clasificamos la memoria en:
– Memoria sensorial: es el registro inmediato e inicial de la información en los órganos sensoriales, una impresión. Puede ser:
1. Visual. De escasa duración, menos de medio segundo; como una imagen que seguimos viendo aún después de cerrar los ojos.
2. Auditiva. También breve, entre uno y dos segundos de duración.
3. Olfativa. El perfume que seguimos oliendo cuando el olor ya ha cesado.
4. Gustativa o táctil. Son recuerdos de los que no somos conscientes y, por lo general, no son voluntarios. De ahí, la información puede pasar -tras su procesamiento- a la memoria a corto plazo.
– Memoria a corto plazo (MCP) almacén o memoria de trabajo (proceso). Esta memoria se activa de manera consciente, ya que requiere un procesamiento de la información, fundamentalmente de manera visual y acústica, e implica la retención de unos pocos elementos durante un corto espacio de tiempo, de menos de un minuto, que puede llegar hasta horas si la mantenemos con repeticiones. La información es interpretada u organizada de manera lógica y puede permanecer más tiempo. Posteriormente, se olvida o se continua el proceso de almacenamiento de la información. La cantidad de información que se puede fijar depende de cada individuo.
– Memoria a largo plazo (MLP). Este es un almacenamiento relativamente permanente e ilimitado del sistema. Parte de la información de la memoria a corto plazo puede pasar hacia este «almacén». Contiene nuestros conocimientos el mundo físico, de la realidad social y cultural, nuestros recuerdos autobiográficos, el lenguaje y los significados de los conceptos. Al igual que en la Memoria a Corto Plazo, se requiere atención y esfuerzo para que la información pase a este «almacén» y su recuperación depende de la estructura que hayamos proporcionado al recuerdo.
La memoria y su uso en función del contenido
Según su contenido o utilización, clasificamos la memoria en:
– Memoria de referencia: Contiene la información reciente y remota obtenida por experiencias previas.
– Memoria de trabajo: Se aplica a un proceso activo que se actualiza de manera continua por la experiencia de un momento determinado.
– Memoria episódica: Contiene la información relativa a sucesos acontecidos en un momento y lugar determinados.
– Memoria semántica: Almacena el conocimiento del lenguaje y el mundo. La comprensión del conocimiento cultural (hechos, ideas, conceptos*). Puede recuperar la información sin hacer referencia al tiempo o al lugar en que se adquirió el conocimiento.
– Memoria declarativa (o explícita): Contiene los hechos del mundo y los acontecimientos personales del pasado que es necesario recuperar de manera consciente para recordarlos.
– Memoria de procedimiento (o implícita): Aprendizaje y conservación de destrezas y habilidades, como montar en bicicleta. Estos procedimientos se automatizan y no precisan de una ejecución consciente.
Para recordar es fundamental que el nivel de alerta sea el adecuado (es decir, que la atención sea plena), que haya una actitud y una situación emocional positiva hacia el recuerdo y que la organización del material sea adecuada. La recuperación de un recuerdo es más fácil si tiene lugar en el mismo contexto donde ocurrió el aprendizaje y el estado de ánimo influye en el recuerdo. Si se experimenta en un estado de ánimo, se recuerda mejor cuando se instaure de nuevo ese estado de ánimo.
Dra. Carmen Terrón. Neurología. INEAMAD- Hospital Nuestra Señora del Rosario (Madrid)
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