Ser un ‘padre helicóptero’ cada vez parece más común, y al mismo tiempo, cada vez se conocen nuevos motivos para no serlo: conforme aumenta la sobreprotección infantil de padres a sus hijos, los pequeños ven descender su autoestima, según asegura un último estudio, que dice que esto ocurre independientemente del amor y apoyo que se demuestre al menor.
Los niños que han crecido bajo padres que se han involucrado demasiado en sus vidas tienen una mayor probabilidad de desarrollar baja autoestima y de desarrollar conductas de riesgo, como el consumo excesivo de sustancias no recomendadas como alcohol.
Por lo tanto, según el estudio, realizado en la Universidad Brigham Young de Utah (Estados Unidos) y publicado en la revista científica ‘Emerging Adulthood’, aquellos padres sobreprotectores que se empeñan en tomar las decisiones importantes de sus hijos por ellos, en solucionarles todos sus problemas y en intervenir en sus conflictos con el pretexto de que los pequeños no sufran, acaban haciendo más daño a los niños del que pretenden evitar, por mucho calor y aliento que crean estar dándoles.
Cuidado con la sobreprotección infantil
Según ha explicado uno de los investigadores de este trabajo al diario británico The Telegraph, en la investigación trataron de encontrar los beneficios de la sobreprotección parental, pero «simplemente no lo encontramos».
«En general, intervenir y hacer las cosas que el propio desarrollo del niño debería hacer es negativo, independientemente de la forma de control, es perjudicial», aseguró el profesor Larry Nelson.
Según concluye el investigador, este trabajo pone de relieve que los padres helicóptero (o sobre protectores y que son los típicos hiperpadres) son negativos para los niños porque no dejan que los pequeños se desarrollen en adultos por sí mismos y representan «otra forma de control» que se relaciona con «la inadaptación en la edad adulta» y la falta de autoestima.
Esto tampoco quiere decir que los padres deban ignorar a sus hijos: todo debe estar en su justa medida ya que los niños también necesitan el apoyo de sus padres, pero el suficiente que les permita desarrollarse y aprender, equivocarse y volver a intentarlo para conseguirlo por sí mismos.
Ángela R. Bonachera
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