Cuando el final del invierno, pesa sobre nuestro ánimo, es como si nos pareciera que la solución a nuestros problemas, llegará cuando cojamos vacaciones y nos podamos ir de casa para descansar.
Es comprensible que a todos nos venga bien «cambiar de aires unos días y poder salir de entre nuestras cuatro paredes» ya que no salir en algún momento, puede ir en nuestra contra, cuando llevamos demasiado tiempo dentro de ellas y las circunstancias que nos rodean no son todo lo «bonitas que a veces nos gustaría».
Cuando esas circunstancias empiezan a no ser nuestras aliadas de cada día, nos agota la vida y de verdad necesitamos descansar para volver a poder decir con tranquilidad y sin agobios:
«Yo soy yo y mis circunstancias» como decía Ortega y Gasset.
Pero seamos realistas, no todos podemos «coger la puerta» y marcharnos cuando «las circunstancias nos superan» y aunque siempre podamos coger la puerta e irnos dejando el letrero de «cerrado por vacaciones» también más tarde o más temprano tendremos que volver en algún momento habiendónos reconciliado no sólo con uno mismo sino también con los que te rodean y desde luego con «tus cuatro paredes y los cachivaches que tienes dentro «.
Tu casa debe ser tu oasis para descansar y vivir en armonía.
Como no podemos ni debemos tener una casa incolora, inodora e insípida como el agua. Nuestra casa-hogar solo será nuestro oasis donde descansar, si además de ser cómoda tiene «un algo especial» que»te acoge» cuando llegas o estás en ella.
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