El nacimiento de un hijo siempre es un acontecimiento feliz, excepto para «el príncipe destronado», que sentirá peligrar el amor exclusivo que recibía por parte de todos. Los celos infantiles surgen ante las amenazas que el niño percibe respecto de la vinculación afectiva con su madre. Surgen como respuesta defensiva respecto de lo que el niño percibe como una posibilidad de desapego por parte de la madre.
El niño celoso manifiesta muchas conductas desajustadas como rabietas, protestas, rechazo a la comida, vómitos, lloriqueos, enuresis, etc. Gracias a esas conductas desajustadas los padres descubren el comportamiento celoso del niño, pues sin ellas el pequeño podría ser ignorado.
Los celos aparecen a partir de los 2 años
Los celos infantiles suelen aparecer a partir de los 2 años, prolongándose durante toda la primera infancia hasta alrededor de los 7 años. Lo más frecuente es que el nacimiento de un nuevo hermano sea el principal factor desencadenante del comportamiento celoso, variando las manifestaciones según la edad. Puede que lo manifieste atacando a sus padres cuando éstos cuidan o alaban al hermano pequeño; cuando éste comienza a andar o a cogerle sus juguetes. Si el comportamiento celoso es bastante importante, el niño puede sufrir sentimientos de culpabilidad e intentar compensar a su hermano con manifestaciones exageradas de afecto.
Es importante prevenir la aparición de los celos
Los padres podemos educar a los niños para que se adapten pronto a esta situación que, por otro lado, les sirve para madurar. Por ejemplo: ante un embarazo, los padres deben hacer partícipes a los más pequeños, para que se sientan protagonistas del evento. Cada niño necesita unas manifestaciones de cariño distintas según su edad, siendo variable el tiempo y dedicación que, por otro lado, tendrán que repartirse los padres, los abuelos o hermanos mayores. Es importante recordar que los celos mal resueltos pueden dar lugar a rivalidades futuras entre hermanos y a adultos egoístas, envidiosos y codiciosos.
Buscar el lado positivo de los celos
Si existe algo positivo en los celos entre hermanos es cuando el mayor, al compararse con su hermano pequeño, decide «ser mejor». En este caso hay una voluntad de superación. Eso elevará su autoestima y le ayudará a combatir los celos.
Por otro lado, la llegada de un nuevo hermano ayuda al niño a enfrentarse a la idea de que no puede recibir la atención en exclusiva, ni gozar de todas las ventajas. Es una lección difícil, especialmente para el niño pequeño, que tiene que aprender que el amor compartido no significa menos amor. Los hermanos ayudan al niño a dar y recibir dentro del círculo familiar; le aportan experiencias invalorables en cuanto a compartir y comprometerse, lecciones que el hijo único debe aprender fuera de casa.
Por tanto, primero prevenir y cuando los celos surjan: no alarmarse pues lo normal es que duren; mucha paciencia, tiempo y dedicación exclusivos para vuestro hijo, sentido positivo ante los problemas con el otro hermanito y, sobre todo, recordar que es una faceta de su proceso educativo que, bien llevada, siempre traerá consecuencias positivas.
Qué hay que tener en cuenta
– En vez de: «María pone la mesa y Pepe recoge la habitación», es mejor: «Entre los 2 ponéis la mesa».
– Si su carácter tiende a ser celoso, enseñarle a ser más positivo, a disfrutar con lo que tiene.
– Es bueno pedir opinión al hijo mayor sobre los colores de la habitación del nuevo hermanito, qué juguetes le podrá dejar…
– Cuando llegue el momento de ir al hospital, si es posible, despídete de tu hijo, pídele que cuide bien de la casa, y llámale todos los días.
– Que os acompañe a comprar la ropita o la cuna y enseñársela en casa con cierta periodicidad, siempre en tono positivo.
Marina Berrio
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