Pienso que como madre siempre me cuestionaré si lo estoy haciendo bien o mal, y cuando más crecen más te lo cuestionas. Los niños crecen muy rápido, son muy curiosos, les gusta saberlo todo y en el momento menos esperado te pueden hacer una pregunta a la que no saber ni cómo responder o incluso ni cómo reaccionar.
De donde vienen los niños, que hay de mágico en Navidad, que hace el ratoncito Pérez con los dientes, en total, un sinfín de preguntas a las que tarde o temprano tendremos que enfrentar.
Ante esta situación decidí preguntar a madres de mi entorno su opinión y la verdad es que las respuestas fueron muy diversas: unas me contaban, con hijos menores a los míos, que con ayuda de libros muy explícitos ya habían mantenido una charla sobre la reproducción humana, otra me decía que siempre utilizaba la falta de tiempo para eludir las preguntas, otras me decían que mejor adelantarse a que ellos pregunten para asegurarte que no buscarán respuestas fuera de casa y otras me decían que cuando ellos pregunten ya responderemos.
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