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Los niños y adolescentes, ¿saben tolerar la frustración?

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La frustración es un sentimiento de privación de una satisfacción vital real o percibida. En el caso de los adultos, podemos sentir frustración cuando estamos en un proceso de búsqueda de empleo y no lo encontramos. Pero, ¿cómo exteriorizan los niños la frustración? Nuestros hijos tienen 3 formas de afrontar la frustración y los padres podemos ayudarles a gestionarla correctamente.

Los adolescentes se pueden sentir frustrados cuando sus padres les establecen una serie de normas y condiciones respecto a los horarios de salidas. O un niño que es hijo único puede sentirse frustrado si su madre queda embarazada. Cuando nace su hermano, la frustración se puede transformar en conductas con componentes celosos e incluso agresivos.

La frustración es objeto de interés en diversas disciplinas, concretamente en la Educación y en la Psicología en general porque la exigencia y la falta de flexibilidad son signos de intolerancia a la frustración en menores. En palabras de María Díaz, psicóloga de Blua de Sanitas, la frustración puede ser detectada a partir de algunas señales: «los niños y niñas con baja tolerancia a la frustración son exigentes y demandantes y buscan satisfacer sus necesidades de forma inmediata, manifestando «rabietas» y llanto desconsolado. Son poco flexibles ante los cambios y desarrollan con más facilidad que otros niños síntomas de ansiedad o bajo estado de ánimo».

3 formas de afrontar la frustración

Algunos profesionales que tratan la frustración defienden que existen tres formas de exteriorizar y afrontar esta situación.

1. Ejecutar conductas cargadas de agresividad que puede ocasionar ataques de ira contra el objeto que causa la frustración. Un ejemplo para entender este tipo de respuesta es cuando un niño puede arañar o estirar del pelo a otro niño porque está jugando con «su» juguete, lo cual percibe que es una amenaza generándole sentimientos de rabia y ansiedad.

2. Elaborar una conducta de huida. El menor puede realizar conductas de evitación del estímulo que le provoca la frustración. Como consecuencia, el menor aprenderá a escapar de situaciones que le puedan provocar diferentes emociones incómodas sin afrontarlas adecuadamente y generando un cúmulo de frustraciones durante su crecimiento emocional, intelectual y físico.

3. Sustituir cualquier situación frustrante. Cuanod el menor está viviendo una situación percibida como frustrante, lo que hace es intercambiar la misma por otra que no le produzca la sensación de malestar ni de angustia.

Según los expertos que defienden estas tres modalidades, se recomienda aplicar la sustitución, ya que con las otras dos no se consigue resolver el problema ni que desaparezca generando consecuencias en la salud psicológica a corto y a medio plazo.

¿Cómo podemos enseñar a los niños a gestionar la frustración?

Hay que tener en cuenta que la frustración, como cualquier otra emoción, no podemos pretender que los menores no la sientan. Además, no es recomendable ni cuestionar ni realizar reprimendas cuando el menor se encuentre ante una situación frustrante para él.

Por ello, debemos tener presente las siguientes directrices:

1. Aceptar, respetar y comprender la frustración del menor.

2. Establecer normas y límites aunque ocasionen frustración a nuestros hijos, es necesario para un adecuado desarrollo emocional y físico. De esta manera, aprenden que no todo lo que quieren lo van a conseguir, desarrollando la aceptación y controlando su atención en otros objetivos asequibles.

3. Enseñarles técnicas para gestionar las «rabietas« cuando se produzcan, no cediendo ante ellas. Respetar el tiempo que dure esa rabieta sin ningún tipo de refuerzo para posteriormente acercarnos a él, para establecer un diálogo desde la tranquilidad. Como consecuencia, el menor aprenderá que con la rabia no va a obtener nada de lo que quiere.

Para concluir, las siguientes palabras de María Díaz invitan a la reflexión sobre el afrontamiento de la frustración en nuestros menores: «Si nos encontramos con que nuestro hijo es un niño con baja tolerancia a la frustración como padres podemos reconducir esa situación, podemos reeducar al niño para que poco a poco aprenda a manejarla.

Primero, sería conveniente analizar qué ha podido llevar a esa situación ya que es posible que no hubiera límites claros o precisos y habría que ponerle solución. En segundo lugar, es necesario ayudar al niño a diferenciar entre sus deseos y necesidades, haciéndole entender que no siempre se puede tener lo que se quiere cuando se desea, así como enseñarle a tolerar la demora del refuerzo o de conseguir lo que quiere; si me pide algo, no dárselo inmediatamente, sino cuando pueda o yo como adulto considere oportuno y explicarle en qué momento lo tendrá o por qué no lo tendrá».

Ángel Bernal Caravaca. Psicólogo y Mediador. Cofundador de Lomber Soluciones Cyberbullying

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