Las vacaciones no sólo nos ayudan a ser felices, sino que son una poderosa herramienta para el crecimiento personal. Tanto el cuerpo como la mente necesitan vacaciones y liberarse del cansancio acumulado durante todo el año. Existen algunas claves que explican la estrecha relación que existe entre bienestar individual y el tiempo de ocio y como, al mismo tiempo, algunas personas pueden generar estrés y ansiedad durante las vacaciones. Un mal conocido como «estrés vacacional» y que aparece cuando nuestra mente no sabe interrumpir la rutina.
El cuerpo pide parar, la mente desconectar
Cuando llegamos al final de la primavera, el peso del curso, se nota. Estar constantemente atendiendo a multitud de estímulos nos hace reaccionar con estrés y con ansiedad, por lo que necesitamos aprender a parar para conseguir equilibrio emocional. «Nuestra mente necesita parar igual que nuestro cuerpo. De hecho, el cerebro es el órgano que más glucosa consume de nuestro cuerpo, por ello también necesita vacaciones de vez en cuando», explica el psicólogo Jesús Matos.
Los beneficios que se derivan son prácticamente automáticos ya que, durante los viajes y las vacaciones, el tiempo de ocio es mayor que en el día a día, lo que nos permite disfrutar más. «Las vacaciones suelen ir acompañados de una subida del estado de ánimo, pues existe una relación directa entre la realización de actividades agradables y el buen humor», valora Matos. No obstante, según él, las vacaciones nos enseñan a algo más que a relajarnos, desconectar o divertirnos y pueden potenciar nuestro desarrollo personal de por vida.
Viajar, fuente de aprendizaje
Si bien existen muchas maneras de viajar, hay algunos elementos comunes que suelen estar presentes en los periodos de parón y que son fuente de conocimiento. «Solemos tener tiempo para reflexionar y solemos vivir el momento presente con más intensidad que en nuestro día a día. Al enfrentarnos a situaciones nuevas, además, aprendemos a conocer mejor nuestros miedos y limitaciones«, expone Jesús Matos.
Paciencia, organización, estimulación cognitiva, gestión de problemas, relativización… las habilidades que nos aporta viajar son muchas, aunque hay algunas que destacan por encima de otras. «Viajar nos abre la mente, nos ayuda a conocer otros modos de vida y a relativizar nuestras preocupaciones diarias. Podemos decir que viajar nos aligera el equipaje de problemas acumulados durante el año», añade.
De hecho, según apunta un estudio reciente de la American Psychological Association, está demostrado que viajar o hacerlo con frecuencia ayuda a manejar el estrés del día a día, a saber lidiar con situaciones y entornos agobiantes o afrontar obstáculos e imprevistos, tanto si se viaja sólo como acompañado.
El mantra a repetir para evitar el estrés vacacional
Por otra parte, existe una estrecha relación que existe también entre rutina y ansiedad y cómo una mala gestión puede desencadenar en estrés vacacional. «El ser humano es un animal de costumbres y como tal, interrumpir la rutina o el hábito es un momento que no deja de ser desestabilizador», valora. «La realidad es que casi nunca pasa nada y cuando pasa solemos reaccionar con eficacia. La mayoría de preocupaciones nunca llegan a cumplirse. La clave para ganar seguridad es tirarse a la piscina y aprender que nadie es imprescindible», añade el psicólogo.
Afrontarlo desde la ilusión y no desde el miedo es clave para no pasarnos las vacaciones intentando desconectar hasta conseguirlo el último día. «Normalmente cuando nos exponemos a situaciones nuevas, suelen salir nuestros miedos más profundos. El miedo a no estar localizable, por ejemplo. Se trata de una respuesta emocional de ansiedad. Lanzarnos a ello nos ayudará a ir superando nuestros miedos e inseguridades», concluye.
Jesús Matos. Psicólogo y fundador de En Equilibrio Mental
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