Normalmente los niños tienden a confundir la realidad con la fantasía. Por este motivo sus juegos, a pesar de tener una alta carga imaginativa, son tan intensos y se viven como reales. Al recordar elementos de juego o escenas de libros y películas como hechos reales, no están mintiendo voluntariamente.
Las memorias falsas
El estudio de las memorias falsas se remonta a 1886 con el psiquiatra Charcot y una serie de sus pacientes, cuyos síntomas no podían ser explicados por ninguna causa neurológica, y parecían tener su origen en traumas inconscientes a los cuales resultaba imposible acceder de manera consciente. Freud fusionó los estudios de Charcot con otros trabajos y escribió su primera publicación de impacto en 1895 titulada «Estudios en histeria». En este trabajo Freud describe cómo, haciendo uso de la hipnosis, logró acceder al inconsciente de varias pacientes femeninas y convertir en conscientes memorias de incesto paternal. Freud llegó a la conclusión de que estos eventos nunca ocurrieron de manera literal y, por el contrario, estos recuerdos eran una manifestación de la imaginación y las fantasías relacionadas con una sexualidad infantil latente.
No obstante, muchos científicos rechazaron la teoría de que estas memorias no eran ficticias y crearon un movimiento basado en la «recuperación de memorias». Lamentablemente, la manera en la que se «rememoraban» estos recuerdos, especialmente en niños, eran usando técnicas de sugestión. Esto dio paso a fenómenos como el de la guardería McMartin en la década de los 80 en la que adultos inocentes fueron condenados injustamente a prisión con la única prueba de «memorias» de abuso sexual que habían sido sugestionadas en los niños por interrogatorios que les guiaban a tales afirmaciones. A raíz de estos eventos, diferentes científicos demostraron que las memorias falsas o alteradas, incluso las memorias falsas traumáticas, se pueden interpretar como reales.
Las memorias reales afectivas recordadas de manera correcta son menos susceptibles de ser olvidadas. Está bien documentado que el efecto de recuerdo a largo plazo de las emociones beneficia el proceso de consolidación de las memorias. Hay que tener en cuenta que la memoria, debido a su naturaleza, se construye. Por ello, se espera que solo a veces haya una recuperación distorsionada de esta información debido a una reconstrucción parcial.
La experiencia emocional grabada en la memoria
El primer estudio publicado que analizó de manera completa y específica las memorias falsas, consiguió que los participantes estuvieran convencidos que cuando tenían cinco años habían vivido una experiencia emocional. Los investigadores fueron capaces de convencer falsamente a los sujetos de que cuando eran pequeños se perdieron en un centro comercial durante varias horas usando técnicas de sugestión y referencias de eventos de sus infancias. Varios estudios han demostrado también que, cuando los eventos tienen una gran carga emocional, tenemos una mayor facilidad de incorporar elementos ficticios a su recuerdo. Debido a que las memorias que formamos entre los tres y seis años son tan sugestionables, es posible incluso manipular de adultos su contenido.
Otro estudio demostró que es posible crear una memoria falsa episódica en una persona convenciéndola de que cometió un crimen. Con técnicas de recuperación mnémica por sugestionabilidad, se crearon memorias falsas criminales y no criminales en diferentes personas. Al incluir detalles autobiográficos verídicos en las memorias falsas, como nombres de antiguos amigos o la ciudad en la que vivían cuando tenían la edad en la que supuestamente cometieron el presunto crimen, ayudaron a que los participantes de este estudio estuvieran convencidos en solo tres entrevistas de que estos hechos se llevaron a cabo.
Varias investigaciones que han empleado técnicas de neuroimagen han intentado establecer las diferencias entre las memorias falsas y las memorias reales desde el punto de vista anatómico. La intención de estos estudios es explorar qué aspectos cambian entre una memoria correcta real y una memoria distorsionada. La mayoría se fundamentan en la hipótesis de la reactivación sensorial. Esta hipótesis está basada en la idea de que las memorias reales están acompañadas de más detalles sensoriales y perceptuales durante su codificación, debido a todos los procesos implicados durante la experiencia de un hecho.
¿Qué distingue las memorias falsas de las verdaderas?
Las memorias falsas, por el contrario, carecen de estos detalles sensoriales y perceptuales ya que, si bien se pueden recordar vívidamente, no se experimentaron nunca de manera sensorial. Algunos análisis han demostrado que el recuerdo real de imágenes genera una mayor actividad en el área visual cortical que las memorias falsas de estímulos semejantes. Esto se debe a que al percibir los estímulos estudiados, se crea una huella sensorial en las áreas de procesamiento visual que no se forma con las memorias falsas, ya que no fueron percibidas nunca. En conclusión, las memorias falsas y las reales comparten varias áreas de activación neuronal; no obstante, también hay diferencias en su procesamiento cerebral.
Si bien muchos estudios con neuroimagen han buscado evidencia en la activación neuronal entre memorias falsas y verdaderas, muchos otros han hecho uso del paradigma Deese/Roediger-McDermott (DRM). Los experimentos con DRM demuestran la indudable existencia de memorias falsas ya sea por incitación o por recuerdo libre, y permiten manipular las variables que contribuyen al fenómeno. En el paradigma de DRM el investigador presenta una lista de ítems semánticamente relacionados (por ejemplo, bolígrafo, cuaderno, corrector), y tras un intervalo de tiempo, se le presenta un ítem semánticamente relacionado pero no presentado (por ejemplo, lápiz). Es común que se confundan los ítems semánticamente relacionados como estudiados a pesar de ser novedosos. De hecho, estos son típicamente mencionados cuando a los participantes se les pide que recuerden palabras presentadas anteriormente.
Gracias al uso del paradigma DRM, los investigadores han podido indagar más en los procesos que causan las memorias falsas. La elevada frecuencia de memorias falsas creadas usando el paradigma DRM demuestra una tendencia a completar o integrar memorias incompletas. La familiaridad, incluso el haber estado previamente expuesto a un estímulo, facilita que se acepte un estímulo como presentado anteriormente. Por último, se ha observado que hay una mayor tendencia a crear memorias falsas cuando se trata de eventos, imágenes o palabras afectivas, o cuando el sujeto se encuentra en una situación de estrés.
El juego con elementos imaginarios en niños es una pieza clave para el desarrollo de la creatividad, una habilidad de gran valía. No obstante, hay veces que la imaginación de los niños pueden generar daños colaterales. Si bien no existe una intención de engaño o premeditación detrás de las confabulaciones o memorias falsas en los niños menores de seis años, debemos enfrentarlos a estas piezas de información. No se debe realizar con ánimos de represalia sino con intenciones educativas. De esta manera, ayudamos a definir la línea entre realidad y fantasía y poco a poco crear concepto de mentira y cómo se debe evitar.
Maite Balda Azpiazu. Psicóloga y Máster en Neurociencias Cognitivas.
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