El confinamiento apura sus últimos estadios. Poco a poco irán apareciendo los efectos del mismo en las personas, entre ellos la fatiga mental. Algo a lo que no escapan ni siquiera los más pequeños de la casa. De hecho, desde Save The Children se advierte de que los niños están experimentando estos síntomas tras la ausencia de la previa normalidad: visitas a clases, actividades en el parque, quedadas con sus amigos.
Por ello se pone en marcha la campaña #QueNadieQuedeAtrás en la que se advierte de los riesgos que el confinamiento ha tenido en la salud mental de los más pequeños de la casa. Y es que los niños no son ajenos a la situación que atraviesan sus hogares: pérdida de empleo, días y días dentro de la casa, falta de actividades* Un contexto en e que hay que volverse hacia ellos.
Conflictos en casa
«La crisis económica y social del coronavirus será especialmente negativa y duradera para las familias vulnerables, que ya sufren la pérdida de empleo y los recortes de sueldo en mayor proporción que el resto», señala Andrés Conde, director general de Save the Children. Una situación que, como ya se ha dicho, no es ajena a los más pequeños de casas.
De hecho, es tal el nivel de tensión que se ha generado en casa que el 30% de los padres y madres ha vivido situaciones de tensión o conflictos con sus hijos e hijas durante el confinamiento y que el 25% ha perdido los nervios en alguna ocasión, llegando a gritar o insultar al menor. De hecho, el estado emocional de y psicológico de los más pequeños se ha visto alterado durante el confinamiento.
En torno a 1 de cada 6 menores se sienten deprimidos todos los días. El miedo al virus es una de las principales causas para estas sensaciones. Por otro lado, los hogares también han visto cómo los profesores no han brindado todo el apoyo que deberían a sus hijos en casa, tal y como han destacado 7 de cada 10 padres.
Medidas para niños
Desde el equipo de Cepsim Madrid se señalan los siguientes consejos para conseguir que los más pequeños de la casa puedan seguir adelante pese a estas sensaciones:
– Permitir que expresen lo que les pasa, escucharles con la calma que podamos y que nos permita el momento. Es importante no decir frases del tipo, «no llores, no te enfades, tranquilízate». Más bien es aconsejable dejar que las emociones pasen y se calmen, si nos pasa a los adultos, con más razón a los niños.
– Ayudarles a que expresen poniendo ejemplos de cómo nos sentimos nosotros, contando pequeñas historias, metáforas o cuentos que les ayuden a comprender con su corta edad.
– Trabajar en momentos de juego, momentos distendidos, que puedan hacer cosas con las que disfruten, va a hacer que estos momentos no sean tan difíciles y que incluso los podamos convertir en momentos divertidos y agradables.
Damián Montero
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