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Los 7 grandes enemigos de nuestra felicidad

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Quizás, te has preguntado alguna vez qué es lo que diferencia a las personas felices de las personas que nos lo son. Mientras que hay personas que antes o después de circunstancias difíciles tienen la capacidad de atravesar esos procesos y seguir siendo personas motivadas y alegres, otras cuando les ocurre una situación dolorosa, permanecen recordándola y sufriendo durante años. La verdad es que la felicidad es algo que está en nuestras manos, es una actitud ante la vida, un decisión diaria.

7 enemigos de la felicidad que la sabotean

Para aprender a manifestarla y sentirla cada día, es importante alejarse de estos siete enemigos que nos sabotean la felicidad:

1.   La obsesión. Las personas que se obsesionan cada día por pequeñas cosas: lo que tienen que hacer, lo que les ha dicho su pareja, lo que pasó ayer con un compañero, su peso, su imagen… pierden la posibilidad de disfrutar del presente. Al estar recordando algo que les preocupa constantemente están resintiendo la situación, sufriendo de nuevo, por algo que ya pasó o que no ha ocurrido todavía.

Por lo general, son personas con un alto grado de exigencia, con baja autoestima o inseguridades que no les dejan confiar en el proceso de la vida y soltar.

2.   El miedo. Es el saboteador más importante de nuestra vida porque nos hace vivir con ansiedad nuevos retos y aventuras haciendo que estas sean incómodas en vez de estimulantes y, en muchas ocasiones, es tal este temor que hace que evitemos o posterguemos cosas que podrían llenarnos de amor y felicidad.

El miedo no nos deja avanzar hacia un mejor trabajo, una mejor relación de pareja*porque llena nuestra mente de peros, de posibles problemas y nos mantiene atrapados en lo conocido sea bueno o malo.

3.  La infatisfacción. Ver el vaso siempre medio vacío obliga a las personas a fijarse en aquello que no tienen en vez de agradecer y disfrutar de lo que si disponen.

Esto crea una insatisfacción permanente, que hace que las cosas que les llegan nunca estén a la altura de sus expectativas. La manera de salir de este estado es aprender un nuevo hábito, el de sentir gratitud por lo bueno que nos llega, aunque no sea todo lo que queríamos, soltando los prejuicios de cómo debería de ser, para dejar paso a lo que es.



4.   La actitud quejicosa y negativa de la vida y las circunstancias. Estas son las llamadas «personas tóxicas«, porque se quejan de todo, siempre les pasa algo, les duele aquí y allá, se quejan del tiempo sea el que sea, de su jefe, compañeros, pareja, de lo que hace y no hace, siempre ponen pegas a todo, suelen ver las dificultades y los problemas en vez de mirar las posibilidades y las soluciones, se mantienen atrapadas en situaciones ya pasadas que no les fueron bien, manteniendo una excusa para tener algo de que quejarse o con lo que justificar su forma fatalista y negativa de ver la vida.

Cualquiera podemos pasar una temporada sintiéndonos así por algo que nos haya pasado o por reiterados contratiempos, cualquiera puede coger el habito de quedarse estancado en esta negatividad y para no hacerlo necesitamos estar conscientes de nosotros mismos para no repetir ni mantener esta actitud que hace que cualquier persona se aleje porque genera una energía muy densa y agotadora.

Estas personas necesitan reaprender a pensar en positivo y esforzarse en elegir ser felices y no quejarse hasta que se vuelva su nuevo hábito.

5.  Las emociones negativas como el rencor y la culpa. A lo largo de la vida es inevitable que alguna persona nos decepcione o nos haga daño de manera consciente o inconsciente.

Pero depende de uno mismo el tiempo y la manera que elegimos que este hecho nos mantenga vibrando en el rencor y heridos, mientras nos mantenemos dolidos sufrimos por algo que ya no se puede cambiar y que ya no existe, es una manera en la que nos abandonamos a nosotros mismos para dar más importancia a los errores y equivocaciones de otro.

La manera de salir de esto es curar el dolor amándonos para permitirnos de nuevo la felicidad. Lo mismo pasa cuando somos nosotros los que nos equivocamos, fustigarnos eternamente por algo que no hicimos bien no hará que esto mejore, y que nos castiguemos no hará que se compense el daño realizado, sólo sirve aprender de lo ocurrido y soltar para sentirnos centrados y felices para no repetir de nuevo el error.

Pero si no lo hacemos la culpa se vuelve muy destructiva porque no nos sentimos merecedores de la felicidad y la estropeamos inconscientemente.

6.   La desconexión del amor. Esto es lo que más nos aleja de la felicidad, porque en el momento en que cierro mi corazón dejo de amar la vida en todas sus formas, dejo de disfrutar de las personas, de lo que hago y se siente un gran vacío interno que no se puede llenar con nada que venga de fuera.

Este vacío es esta falta de amor por mí, que necesita ser llenada con atención y autocuidados, reencontrando la luz propia, el camino que a uno le motiva, aquello que puede aportar al mundo, aquello en lo que uno disfruta y que había olvidado y desatendido.

También produce una gran tristeza la soledad no buscada, esa en la que la persona no puede relacionarse con otros, en la cual no puede dar ni recibir cariño, puede ser porque no tiene familiares, pareja, o amigos con los que compartir.
Porque a pesar de que uno mismo pueda amarse y darse cariño se ha demostrado que el ser humano necesita el afecto de otros para ser feliz.

7.   La falta de sentido de la vida. Muchas personas se sienten perdidas y frustradas porque no saben que quieren hacer con su vida, que dirección tomar o lo que les gusta y les llena realmente, lo cual los hace vivir sin motivación. Suele ser muy típico en la adolescencia pero puede ocurrir a cualquier edad o alrededor de la cuarentena cuando uno ve que ha pasado una buena parte de su vida trabajando en algo que no quiere o perdiendo el tiempo y se da cuenta que necesita encontrar un nuevo rumbo que dé sentido a su vida.

Idoia Berridi. Nutricionista y life coach. Autora del Libro Método BeLove. Blog Sé feliz, sé sano, sé tú.

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