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Distimia, cuando la depresión se vuelve crónica

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Distimia, la depresión que se hace permanente

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La depresión es uno de los trastornos que más afectan al hogar. Sumirse en este estado de tristeza y melancolía supone un duro golpe para cualquier familia, pero por desgracia en la actualidad esta enfermedad es una de las más comunes en todo el globo y desde la OMS se destaca como una de las minusvalías más extendidas en el mundo. En algunos casos después de un tiempo de terapia y apoyo entre todos termina por pasar.

En otros empeora y termina convirtiéndose en algo crónico. Una situación que se conoce como distimia, es decir, la depresión que se convierte en permanente y que altera de forma notoria el estado del hogar. Una tipología que aunque puede manifestar síntomas menos graves, su prolongación en el tiempo hace de ella una grave situación para todo aquel que la atraviesa.

Definición de distimia

Desde la Clínica Mayo se define distimia como «Trastorno depresivo persistente, una forma de depresión continua y a largo plazo». Esta entidad indica como síntomas más común de ella la perdida de interés en las actividades normales de la vida, sentimiento de desesperanza, escasa productividad y motivación para cumplir con las obligaciones y una muy baja autoestima.

El cansancio y la fatiga repentinos también se relacionan con la distimia, así como una irritabilidad constante que puede terminar por crear una brecha entre los miembros de un hogar. Esta es otra de las características de este trastorno, el aislamiento paulatino de la persona que sufre de esta depresión crónica y su lejanía emocional respecto a los miembros de su propia familia.

Tal y como se explica desde Distimia.org, si bien los síntomas son menos graves y agresivos que en otros tipos de depresión, su prolongación en el tiempo puede tener graves consecuencias tanto para la persona como para su círculo:

– Reducción de la calidad de vida, la constante tristeza hace que la persona descuide otros aspectos como por ejemplo el ocio o su propia salud.

– Depresión mayor, sentimiento de tristeza aumentado y empeoramiento de los síntomas.

– Tendencia al abuso de alcohol y otras sustancias, algo que se vuelve muy peligroso en el caso de los adolescentes.

– Dificultades en las relaciones. El distanciamiento emocional desemboca en conflictos familiares y una tendencia al aislamiento social progresivo.

– Problemas en el trabajo o en el colegio que se puede traducir en la pérdida del empleo o en la repetición de curso en el caso de los estudiantes.

Diagnóstico y tratamiento

Si se ha apreciado alguno de estos síntomas en la persona, será importante acudir al especialista para que realice un examen del paciente y determine si efectivamente se está ante un caso de distimia o se trata de un sentimiento de tristeza pasajero fruto del estrés diario. En este caso el psicólogo preguntará sobre la situación, sobre cómo empezaron y su agresividad.

De igual manera, también se entrevistará con la familia para determinar cómo esta situación a su vida diaria y si ha habido problemas similares en el pasado o antecedentes familiares. Desde Distimia.org se explica que este trastorno tiene un carácter hereditario en algunos casos por lo que hay que prestar especial atención en estos caso. Una vez obtenido el diagnóstico, se procederá al inicio del tratamiento.

El más común es el inicio de una terapia con el psicólogo en donde se compartirán las vivencias de la persona y se hablara sobre su vida. El objetivo es encontrar la causa de la distimia e iniciar un tratamiento contra la misma. En otras situaciones, el especialista puede recomendar el uso de fármacos:

– Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, más comunes y con efectos secundarios menos graves.

– Inhibidores de la monoaminooxidasa menos utilizados por sus efectos secundarios graves

– Inhibidores de la recaptación de serotonina y norepinefrina

– Antidepresivos tricíclicos.

Prevención de la distimia

El mejor tratamiento de la distimia es su prevención, algo que si bien no es posible, sí que puede hacerse cuando se está ante un caso de riesgo:

– Entorno. Un entorno de estrés constante puede sumir a la persona en esta situación y hacer que aparezcan estos síntomas.

– Acontecimientos violentos. Pérdida de un ser querido, despido del trabajo, sufrir acoso escolar.

– Antecedentes familiares de distimia, o de cualquier otra forma de depresión.

En estos casos, la prevención de la distimia pasa por:

– Control del estrés y prácticas de técnicas de relajación.

– Detección precoz de un posible acoso escolar.

– Creación de un ambiente de apoyo familiar donde todos sientan que tienen alguien al lado para ayudarles.

– Práctica rutinaria de ejercicio.

Damián Montero

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